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Orígenes

thallasa's perspective

Siempre me dijo que no confiara en todo el mundo, pero él no debería de haber confiado en mí para decirle la verdad.

'Confiar' era una palabra que se hacía invisible en mi vocabulario a medida que pasaba el tiempo. Los años de infancia me abandonaron y la dura verdad fue revelada de una manera tan instantánea, que la ingenuidad e inocencia se esfumó al instante de escuchar esto salir de la boca de mis padres "No eres nuestra hija, eres la nieta bastarda del Presidente Snow. Representas todo lo que él odia, eres el símbolo para su destrucción y tarde o temprano vendrá a por ti. Y cuando lo haga, cuando ese primer copo de nieve caiga, deberás de lograr soportar la peor de todas las tormentas que vivirás." Obviamente a mis siete años no entendía que querría decir eso o la importancia que tendría en mi futuro pero cuando conocí a Finnick Odair y gane los 66 Juegos del Hambre, se me abrieron los ojos ante la indiferencia y crueldad del Presidente Snow. Así que juré destruirlo poco a poco desde donde menos se lo esperaba. Yo era el karma que tendría por sus pecados contra los humanos, la dictadura sobre la que había sometido Panem durante más de cinco décadas era brutal y sin precedentes.

Mientras que mataba de hambre a los distritos menos favorecidos y cada año escogía a dos de sus hijos para sacrificar como ovejas en los Juegos del Hambre. Todos sabían que ninguno ganaría, nadie se esperaba que lo hicieran, que lo lograrían coronarse justo al lado de esos héroes inalcanzables. Aunque incluso si llegaban a tal gloria, no todo lo que reluce es oro.

Y por supuesto, no toda persona que parece buena, es buena en realidad.

Mi nombre no era Thallasa Calder. Mi nombre era Thallasa Snow, como me correspondía justamente.
Ese apellido del hombre que genuinamente más odiaba en este mundo se pudría en mi boca, después de toda la tortura y sacrificios que hice.
Acabé en este lugar tan desierto.

—¿Te odias a ti misma?—me preguntó mi hermano.—No deberías.

—Bueno, fácil para decirlo. Tú no has sido quien le ha estado mintiendo a todo sus seres queridos desde el primer momento, tú no eres el nieto de uno de los dictadores más crueles y llevas su sangre dentro tuya.—contéste.

—Eso ya lo sabía, cuéntame algo diferente, ¿cómo arreglarás las cosas con él?

Él.
La única persona buena que había tenido en mi vida y por quien ahora sería capaz de dar todo de mí, a la mierda, haría un pacto con el mismo diablo solo para que él viviera a costa de mi vida o de todas las personas. Para mí, no existía mayor valor que él. Fue el único en despertar este angustiante sentimiento dentro de mí, uno que no paraba nunca y tenerlo en mis brazos era lo que me calmaba por unos segundos esas crueles voces.
"Te odia" "No te va a perdonar nunca" "Eres un maldito fallo de persona" "No lo merecías""Mentirosa" "Púdrete" "Muérete" "No mereces su amor" Sin embargo no podría nunca hacerle caso a las voces que me decían todo lo contrario, ya que Finnick Odair siempre sería mi razón de existencia. Es por quien empezó todo esto, quería un mundo mejor para él sin ningún Snow en la faz de la tierra. Ya que ni William o Ophelia Snow se salvaban de ello. Eran igual de asquerosos.

—No lo sé.

—¿Le contarás todo?

—Si me despierto, sí, merece saber la verdad.—contesté, firme en mi decisión.—Eso si los demás no lo han descubierto aún, pero lo dudo.

𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐑𝐄𝐀𝐓 𝐖𝐀𝐑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora