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Media verdades



thallasa's perspective



Aquellos vencedores que fueron rescatados del Vasallaje, poco a poco, se fueron acostumbrando a la vida rutinaria del Distrito 13. Algunos encontraron algún pasatiempo del que podían disfrutar: Eric Lumber se la pasaba el día en la Sala de Entrenamiento con el hacha; Katniss Everdeen estaba hasta arriba entre su tiempo que pasaba con su familia y la exigencia que requería la Presidenta Coín con su rol clave en la revolución; Haymitch Abernathy fluía por ahí, ayudaba de vez en cuando las cosas se ponían difíciles; Beete Latier ayudaba al equipo del Distrito 13 con la mejora e innovación de armas; luego estaba Finnick Odair, quien se mantenía leal y junto a su esposa desde el día uno. Esperando que se levantara alguno de estos días, pasando ya casi un mes.

Pero los dioses le solían sonreí a los devotos de vez en cuando, esta vez le tocó a Finnick Odair.

Ella abrió los ojos lentamente, tratando de acostumbrarse a la luz que hace tiempo no veía. Examinó su alrededor, dándose cuenta de todo el equipo médico a su alrededor y los tubos que salían de su cuerpo a una especie de suero. Sobretodo pudo ver a Finnick dormido en su regazo, lucía tan demacrado y exhausto. Se preguntaba qué había pasado mientras ella estuvo claramente en coma, de todo lo que se habría perdido y como le diría la verdad a todos.

—Finnick.—sus palabras salieron como un susurro de su boca, no creyendo en su efectividad. Así que acarició su suave cabello rubio, dormía tan plácidamente como un bebé. Ojalá fuera de esta manera todo el tiempo, le ahorraría los momentos de sufrimiento.—Finnick.

—¿Mhm...?—musitó casi despertándose.—Eric deja de molestarme.

—No soy Eric cariño.

Con esas cuatro palabras, se levantó de golpe por el shock suponía. La expresión que él tenia en su rostro era indescifrable, un cúmulo de emociones que guardo por tanto tiempo. Pero había uno que prevalecía, el alivio de que su esposa no hubiese muerto y que siguiera a su lado como se prometieron el día de su boda.

—Thallasa, estás aquí.—dijo asegurándose de ello, que esto no fuera una ilusión producida por su cabeza.

—Estoy aquí.

Él la abrazó por la necesidad que tenía de hacerlo, el miedo que tenía de soltarla y perderla de nuevo. La amaba tanto que con sus defectos, su amor no disminuía ni un poco y eso era tanto una bendición como una maldición. Thallasa quiso sentarme en la cama para abrazarlo como era debido, pero su esposo no la dejó y dijo que su deber era recuperarse ahora. Que del resto se encargaba él.

Pocos minutos después de que se despertara, uno de los médicos vino a revisarla y venía Finnick junto con Eric, Haymitch y Katniss con él detrás. Todos muy contentos de que su amiga ya estuviera bien. Después de todo, habían estado muy preocupados por ella. El médico dijo que no había nada fuera de lo normal pero le recomendaría descansar estos días y adaptarse poco a poco a la vida aquí.

—Me alegro verte viva.—le dijo Haymitch.

—He sobrevivido a dos Juegos del Hambre, más me valía estar viva. Nada de lo que haga el Presidente Snow podrá derrumbarme.—"Excepto si le cuenta al mundo que es mi abuelo, que soy su nieta bastarda" Seguía sin comprender como el Presidente Snow, siendo tan meticuloso en sus planes, dejó que su hijo tuviera una aventura o la mujer de la que estaba embarazada, diera a luz.
Si Thallasa no existiera, todo sería mejor. O eso es lo que ella pensaba en aquel momento en el que sus amigos le contaban sobre todo lo que sucedió antes de que se despertara.—Pues parece que me he perdido muchas cosas.

𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐑𝐄𝐀𝐓 𝐖𝐀𝐑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora