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Secretos familiares


thallasa's perspective



Poco después de aquel pequeño espectáculo que montó Finnick en medio de la Celebración del Vencedor, nos retiramos a nuestra habitación de hotel. No le hablé desde que nos montamos en el vehículo hasta la habitación, estaba enfadada con él por haber hecho eso. ¿No entendía qué podrían haberle matado o algo así por eso? Todos sabían bien que meterse con los Snow, podría significar tu muerte. Me senté frente al espejo, quitándome todos los adornos de mi cabello y las joyas.

—Háblame Thallasa, ¿cuál es tu problema?

—No tengo ningún problema.—respondí en un tono indiferente.

—Obviamente, no has dicho ni una palabra desde que nos fuimos de la fiesta. Ni una y ni siquiera me miras a la cara.—recalcó él, odiaba que tuviera razón en estas situaciones.—Thallasa por favor.

Conectó miradas conmigo atrás del espejo, yo me giré, siendo recibida instantáneamente con sus ojos azules llenos de preocupación.

—No vuelvas a hacer eso, te podría haber matado ahí mismo si quisiese.—dije.—Me da igual sufrir lo que sea, pero no puedes arriesgar así tu vida.

—Eso debería de decirte yo.

/•••/

Al día siguiente, tal como me indicó Plutarch Heavensbee, siendo lo más discreta posible, me colé dentro del edificio principal de los Juegos del Hambre. Era más o menos como una torre de control, ya que para celebrar los Juegos del Hambre cada año, requería una exhaustiva planificación y creatividad. Otra manera de decir que habían muchas personas involucradas en el proceso. Entre ellas, el Vigilante en Jefe que hubiera ese año para los juegos. En este caso, el sucesor de Seneca Crane, Plutarch Heavensbee. Pasé sin problemas la seguridad y me dirigí al ascensor, seleccionando el botón de la vigésima quinta planta. Tardo unos siete minutos de constante pensar "¿Para qué he venido? ¿A qué me maten? ¿Porque la gente del Capitolio está tan obsesionada conmigo? Por dios, Thallasa, cómo te maten..." Mis pensamientos fueron interrumpidos por el 'ding' del elevador y las puertas abriéndose, dándome paso a la única oficina en aquella planta. Había una secretaria enfrente.

—He venido a una reunión con el señor Heavensbee.—dije en un tono monótono, evitando la mirada.

—Avisaré al señor Heavensbee.

La secretaria entró a la oficina y cuando salió me dijo que podía entrar, cerró las puertas en cuanto entré. Ahí estaba aquel hombre, sentado tras su escritorio en su oficina lujosa y moderna.

—Buenos días señorita Calder, o debería de decir Odair, pensé que no iba a venir.—comentó él mientras me acercaba.—Tome asiento por favor.

—Calder está bien.—respondí a su comentario de antes.

—Bueno, señorita Calder, lo próximo que le contaré será confidencial. Por el bien de mucha gente lo tendrá que mantener en secreto de todo el mundo. Claro, podrá contárselo a su esposo si así desea.—dijo él, solo me mantuve en silencio, escuchando atentamente a sus palabras.—Se está planificando una revolución con el sistema actual, junto el apoyo del Distrito 13, estamos reuniendo los mayores aliados disponibles, entre ellos los vencedores de los Juegos del Hambre.

𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐑𝐄𝐀𝐓 𝐖𝐀𝐑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora