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LOS 74 JUEGOS DEL HAMBRE
"El cambio que viene"




everyone's perspective




Ahí había una mujer con sus ojos fijaos en la vista rápida que le proporcionaba el tren hacia el Capitolio, era una a lo que se había acostumbrado a los años. En las que sus queridos tributos no hacían más que morir por una excepción que hubo Annie Cresta—vencedora de los 70 Juegos del Hambre— y quien ganó debido a que la Arena se inundó e increíblemente era la única de los tributos restantes que sabía nadar muy bien debido a su origen del Distrito 4. Ella bien sabía porque todos los tributos cosechados de su distrito sufrían esos finales y sus posibilidades de ganar los Juegos del Hambre eran nulas prácticamente. Y la razón era lo que más la carcomía por dentro.¿Era egoísta por pensar en su propio antes que el común? Ella no lo sabía, había una fina línea que no había cruzado por completo. Aunque el día que lo hiciera, descubriríamos quién era Thallasa Calder realmente.

La vencedora por excelencia de los 66 Juegos del Hambre; la Sirena del Capitolio; la más preciada joya del Capitolio y la que pudo ser un día la Primera Dama de Panem—si es que hubiera aceptado la propuesta del Presidente Snow.—sino fuera por su incondicional amor por Finnick Odair. El hombre que la ayudó en todo durante los Juegos del Hambre, su mentor y esposo desde hace ocho años.

En la mente de Thallasa, de vez en cuando la pregunta de si "¿Si no hubiera ganado los Juegos del Hambre, Finnick y yo nos hubiéramos conocido?" Las dudas se disipaban en cuanto hacía recuento de los recuerdos y todo por lo que pasaron juntos y pensaba "Definitivamente sí nos habríamos conocido igualmente, somos almas gemelas."

—Hemos llegado Thallasa.—dijo su esposo mientras entraba al observatorio al final del tren para avisarle. Ella despegó la mirada del paisaje y miró a sus ojos azules, podría perderse en ellos durante horas o días.

—Entonces vayamos.

A su lado caminó hasta la salida, donde ya estaba Olivia—la escolta del Capitolio para el Distrito 4 desde hace ya unos años.—hablando con los tributos y pidiéndoles que sacaran sus mejores sonrisas para los reporteros que los estarían acosando durante salidas estos días. A los dos vencedores de casi una década, solo bastó una mirada de "Debéis de hacer lo mismo" y asintieron.
Pronto todos bajaron del tren, las cámaras y flashes inundaron el camino hasta el vehículo que los llevaría hasta el Centro de Tributos antes de la Gran Pasarela—la cual no se hizo en los 66 Juegos del Hambre por alguna razón no explicada.—y ahí Jan, el estilista los esperaba en el apartamento que les correspondía.

—Que alegría siempre es veros a mis dos vencedores enamorados.—saludó Jan a Finnick y Thallasa.—Enseñadme, ¿con qué voy a trabajar este año?

—Ariel y Leo, son tus tributos de este año.—dijo ella introduciendo a los dos jóvenes de veintiún años más o menos.

Pronto Jan se puso a trabajar en los tributos, por lo que Thallasa se excusó un 'momento' a la habitación. No queriendo a afilarse mucho con los tributos, sabiendo de antemano que morirán, el Presidente Snow se haría más que cargo. Si es que tenían suerte de sobrevivir al baño de sangre, perecerían bajo otras circunstancias que al ojo ajeno eran normales y obvias. Pero Thallasa Calder sabía que la sangre de unas cuantas personas estaba en sus manos y no había manera de limpiarla.

—Hey Thallasa, Jan ya ha terminado con los tributos y Olivia se los ha llevado hasta ahí. Puedes salir ya.—le avisó su esposo.

𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐑𝐄𝐀𝐓 𝐖𝐀𝐑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora