Me deslizo en clavado hacia la pila de sacos, sin posibilidad de poder levantarme por mi propia cuenta. Escucho el repiqueteo de calzado acercándose a prisa hacia nosotras. Lopelia se remueve algún punto de las telas, también esforzandose por ponerse en pié.
— ¡¿____?!— Exclama Willy con urgencia y rebusca entre los sacos.
— ¿Estás seguro que podría ser ella? — cuestiona Lottie
— ¡Ja!, este chico la reconocería con los ojos cerrados. — lanza Piper.
— Pues yo ví caer a dos. — Añade Larry.
Mi ceño se frunce al escuchar a Willy emitir un grito asustado, un segundo después, el grito de Lopelia le sigue; indicando que la ha soltado y ha caído de vuelta entre los bolsos.
— ¡Tú no eres, ____!— exclama él casi de manera graciosa.
Extiendo una mano fuera y velozmente, el castaño sumerge los brazos envolviendome por la cintura, por fin sacándome a la superficie.
— ____, estás aquí — susurra, con destellos de emoción. —Hola...—añade con suavidad.
— Hola... — musito, atrapada en el abismo profundo de su mirada, que despierta en mi estómago un aleteo intranquilo.
— Vamos, dejame ayudarte — le ofrece ayuda Piper a Lopelia. Extiende su mano para asistirla a salir.
Mientras Willy me levanta, sacándome por completo del cesto, dirige una mirada llena de sorpresa hacia ella.
— Así que sí terminó aquí.
Lopelia forma una mueca como respuesta.
— De esperarse — comenta Larry, dándose la vuelta para tomar asiento en una silla.
— Es un placer volver a verle, señor Wonka — extiende Lopelia su saludo.
Willy estrecha su mano con cortesía, mas ella la retiene por algunos instantes. Las miradas de todos se entrelazan entre Willy, Lopelia y... hacía mí. Una sensación de incomodidad me invade bajo la atención de todos.
¿Acaso ellos están enterados de mis sentimientos por este joven?
El castaño, con su inocencia, mantiene su sonrisa amigable, pero su expresión se tensa cuando nota que ella sigue sosteniendolo y lo mira fijamente. Voltea hacia mí con premura y separa sus manos en un segundo, interrumpiendo así el contacto con ella. Sonríe incómodo y se posiciona a mi lado.
— Es una lástima que también haya terminado aquí — añade Abacus dando un paso adelante; tal vez para romper la tensión e incomodidad del momento.
— Debí haber leído mejor el contrato, debí hacerle caso a la señorita ___ cuando intentó advertirme.
— Si, bueno, todos fallamos al tratar de advertir— menciona Noddle con ironía