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Ｉ＇ＬＬ ＦＩＮＤ ＹＯＵ * ˚ ✦
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Soy Daenerys Smith, Rhee o Grimes como quieras llamarme. Pero mi apellido, desde que nací es Smith, desde que todo inicio mi ma...
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—Hola vvs🎀
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Necesitamos tocar a los que amamos tanto como el aire que respiramos, pero yo nunca entendí la importancia de tocar a alguien... Tocar a mi Carl. Hasta que no pude hacerlo.
Me aferré a su camisa de cuadros, empapada por las miles de lágrimas saladas que caían de mis ojos. Cada fibra de la tela se convertía en un lazo invisible entre nosotros, como si sostenerme de esa camisa pudiera impedir que el abismo se tragara a Carl. Miro fijamente a un punto indescifrable, mis ojos reflejando la tormenta interna que se desataba en mi alma.
Sus palabras resonaban en mi mente, una dolorosa sinfonía que había hecho que mi mundo se viniera abajo. ¿Esto está pasando de verdad? Me repetía una y otra vez, como si cuestionar la realidad pudiera alterar el curso de los acontecimientos. Pero la cruda verdad se imponía, indomable e inmisericorde.
Y otra vez, mi mente viajó a aquella tarde lluviosa.
El viento aullaba a nuestro alrededor, llevándose consigo el lamento de la tormenta que se desataba en el cielo. Mi corazón latía con la misma intensidad que los truenos que retumbaban en la lejanía. Aferrada a la cuerda que sostenía a Carl, sentía cómo la palma de mi mano se marcaba con la angustia de la despedida.
—Nerys... —su voz resonó en el aire, llena de angustia. Volteé a verlo con ojos que reflejaban la tormenta interna que rugía dentro de mí, mientras mis dedos se tensaban aún más alrededor de la cuerda. —Estare bien...
—¿Qué estás diciendo? —pregunté con un nudo apretado en mi garganta, la sola idea de lo que podría venir me llenaba de pavor.
—Si caigo... Cassian y Lucy te tendrán a ti, Dae. Tienes que... —intentó terminar su frase, pero lo interrumpí con un gesto frenético.
—¡No! No digas más, no pienso soltarte, no lo haré, no... —las palabras salían apresuradamente de mis labios, negando con la cabeza como si pudiera deshacer la trágica realidad.
—Escucha, te amo, y estoy agradecido de que el mundo se haya ido a la mierda porque te encontré a ti... Suéltame, déjame ir —sus palabras eran un eco de resignación, y lágrimas caían por sus mejillas como la lluvia que arremetía contra nosotros.
