— ¿Qué pasó con los otros niños?— preguntó Caly, luego de escuchar todo lo que había sucedido.
—Los llevamos a un refugio. Si seguían ahí ellos también morirían de hambre— Informó Nova.
—Nos aseguramos que fuera un buen refugio y que no les faltara comida— agregó Gill.
Caly se acercó a ellos, los abrazó disculpándose, expresando palabras de consuelo. Estuvieron hablando por horas, explicando cómo conocieron a los niños y el deseo de poder hacer algo por ellos.
Nova y Gill querían demostrarse a ellos mismos que podían cuidar a alguien más. Al igual que todos, deseaban poder ser de utilidad y ayuda, pero no creyeron que algo así sucedería.
Cuando Taro atacó hace diez años atrás, ellos eran muy pequeños. Todos siempre buscaban cuidarlos y ayudarlos, intentando hacer que su infancia no estuviera completamente destruida por el hambre, el miedo o la represión del gobierno. Aun así, ellos al crecer pudieron darse cuenta mucho más de lo que sucedía, sobre todo en el sector pobre donde vivían. La gente moría, sufría y sacrificaba mucho para poder vivir. Gracias a esto, en ambos nació un deseo de poder ser de utilidad, y es por eso que un día encontraron a esos niños y quisieron ayudarlos. Sin la ayuda de nadie. Querían demostrar que podían ayudar a alguien más. Pero no fue suficiente.
La abuela les dijo que aunque no pudieron salvar la vida de esa niña, al menos ayudaron a los otros tres niños restantes. No debían rendirse ni culparse por lo que sucedió, sino que esforzarse para que no volviera a ocurrir. Además, también les dijo que confiaran en los demás a su alrededor, ya que todos estaban para apoyarse.
Luego de una larga conversación, miraron la hora. Marcaba las doce de la noche. Se escuchó el sonido de una sirena, la cual marcaba el toque de queda de ese día.
—Annika no ha vuelto— observó Math.
—Se quedó con Dan en el restaurante. Quería hablar con él— explicó Nova.
—Espero que no sea imprudente y salga a la calle— suspiró esperanzada Caly, mientras levantaba los platos de la mesa.
—Recuerda que le debes una disculpa— recordó Noah.
Caly asintió con la cabeza. Antes de entrar a la cocina, miró a los gemelos, los cuales mostraban una expresión triste, lo que la hizo pensar con más fuerza que debía ser menos dura y más compresiva.
Annika, por su lado, estaba levantando los platos que dejaron los últimos comensales del restaurante. Botaba los huesos sobrantes y dejaba en el fregadero la loza para que Dan lavara.
—Hoy te quedarás a dormir aquí. No creas que permitiré que salgas con este toque de queda— aclaró Dan, enjuagando los últimos platos.
—Si me conocieras bien sabrías que me escaparía de todas formas— dijo Annika, mientras secaba y guardaba.
—Soy uno de los que más te conoce y sé que sí lo harías. Pero no te dejaré hacerlo, ya te metiste en demasiados problemas hoy—
— ¡No me he metido en ningún problema!—
—Si no fuera porque los militares de ahora son bastante estúpidos, créeme que ese hombre, cuando defendiste a Gill porque no quería entregarle la caja de comida, te hubiera llevado de inmediato al palacio frente a Taro—
Annika hizo una mueca de culpa. Dan terminó de guardar los últimos utensilios, dejando su delantal negro guardado y ordenado en uno de los muebles. Se apoyó en la mesa y levantó una ceja, en señal para que ella le diera una explicación.
ESTÁS LEYENDO
El reino de la magia.
FantasíaAnnika Tisdale es una aristócrata del país Browallia. Ella vivía una vida normal en la ciudad capital Sockro, en donde ella y su mejor amigo Keith, el hijo del rey, eran inseparables. Cuando una noche de año nuevo un tirano llamado Taro Algerian tom...