Capítulo 7

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      Extrañamente, Annika había dormido sin sueños, sin pesadillas ni visiones esa noche. Al principio no reconoció el lugar, pero luego recordó lo que había sucedido hace unas horas. Miró el reloj y este marcaban las diez de la mañana. Solo había podido dormir cuatro horas, pero para ella había sido un logro, luego de no haber dormido casi nada en un mes entero.

 Bajó al primer piso de la casa, en donde Evan estaba sentado, poniéndose botas y su traje militar.

 —Buenos días— saludó ella.

 —Oh, hola. Te ves mucho mejor ¿pudiste dormir?—

 —Sí—Dijo ella levantando los hombros— Lamento que hayas tenido que dormir en el sillón.

     —No te preocupes, no podía hacer dormir a mi invitada en cualquier lado—

     —Nunca había dormido en una cama tan cómoda—

 Lo cual quiso decir era que hace diez años no había dormido en una cama tan cómoda. En su vida aristócrata ella tenía una cama mucho más grande para ella sola.

 —Es fácil negociar pertenencias del ejército en el mercado negro por objetos tan comunes como esos. Entregas un par de armas a cambio de muebles para hogar—

 — ¿Quiere decir que gran parte de nuestro arsenal es porque intercambias armas por muebles?

 —Algo así— rió él— ¿Quieres desayunar?

 —No, es tarde y mi familia debe estar preocupada. Aunque me llevaré las galletas—

 —Trato hecho—

 Se puso de pie, abotonando los últimos bonotes de la camisa. Annika notó algo rojo en su pecho.

 —Espera— lo detuvo.

 Se acercó a él y observó, una cicatriz en su pecho se asomaba. Él, en silencio tomó la mano de Annika e hizo que la colocara en la marca. Annika movió lentamente la camisa y pudo ver unas letras.

 —Esto...— susurró ella.

 Él se desabrochó la camisa y se la sacó, dejando al descubierto una cicatriz. Más bien una marca. Una marca hecha con un fierro caliente. La cicatriz decía: "T.A."

     —"Taro Algerian"— susurró Annika arqueando las cejas.

 Levantó la vista y ambos se miraron a los ojos con tristeza largos segundos. 

 — ¿Cómo...?—

 —Hace un tiempo Taro se desquitó conmigo probándome como su conejillo de indias, algo así como un fierro quemador para marcar ganado, pero con sus iniciales. Su objetivo es quemar a cualquiera que se oponga, marcando de por vida un recordatorio de las consecuencias que habrá a quien se le ocurra desafiarlo— Explicó— Me marcó para que recordara que le pertenezco y que no debo desobedecer. 

 Annika se tapó la boca. Verdaderamente no podía creerlo. Tocó con cuidado cada letra de la marca en la parte izquierda de su pecho.

    —Quiero mostrarte algo— dijo Annika.

 Se dio vuelta y respirando profundamente se quitó la sudadera y se quitó la camiseta, descubriendo la espalda, mostrando su cicatriz. Evan miro sorprendido la marca en la espalda de Annika. Pudo notar que la marca era mucho más reciente que la de él. Tocó y ella sintió un escalofrío, no de dolor, sino el contacto de sus dedos en su piel, lo que hizo que se le acelerara el corazón. 

 Él, al igual que ella, pasó el dedo por cada letra que se extendía a través de su omoplato izquierdo.

 Ella se mordió el labio, intentando calmar sus nervios.

El reino de la magia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora