Ágape celebraba en grande la navidad. Habían decorado la plaza central con un enorme pino nevado con adornos brillantes y llamativos. Las calles tenían guirnaldas de colores y formas navideñas. Los árboles estaban decorados con luces de navidad hasta las copas. Colgando de los árboles había esferas de luces de color blanco de distintos tamaños. Todos los ciudadanos preparaban comida y se organizaban en familias para poder pasar la noche juntos.
La alegría y buenas vibras ponían nerviosos a Alejandra, Keith y Annika. En Sockro, nunca hubo una tradición navideña como esta. La ciudad era centro de opresión, por lo que nunca vieron al pueblo tan unido como Ágape. Aún así, con magia ayudaron a decorar la ciudad y a ayudar a limpiar las calles del exceso de nieve.
Esa noche, iban a estar cenando en la casa de los padres de Annika, junto a Alejandra.
Esa tarde, antes de que se ocultara el sol, Annika volvió a ir al templo e intentó otra vez proyectar su alma a través de la esfera. Vio los otros pilares de los otros templos sin reaccionar y esperó unos minutos, hasta que volvió al salón del templo. Keith estaba esperándola.
— ¿Nada?— preguntó él.
—Nada— respondió ella.
—Quizás deberíamos dejar de intentar y pensar en el siguiente plan— sugirió Keith.
—Si les sucedió algo, somos tres contra Ayumi y Amaya, además de Roman, esos tres generales y el ejército de Taro, sin contar que varios de ellos fueron entrenados para contrarrestar nuestra magia, evitando que podamos movernos con fluidez. Estamos en una enorme desventaja, necesitamos de los demás.
— ¿Y si están en Sockro? Deberíamos volver a rescatarlos—
—Es una buena posibilidad. Si no los capturaron, al menos buscar pistas de dónde podrían estar— dijo Annika— ya ha pasado un mes desde que estamos aquí, con eso ya van 3 meses sin saber de ellos.
Escucharon unos pasos acercarse, Alejandra venía a buscarlos. Ambos la saludaron alzando la mano, mientras salían del templo.
—Hoy al menos disfrutemos de la navidad. Ya pensaremos lo siguiente luego de esto—
Caminaron de vuelta a Ágape. El sol estaba ocultándose y comenzaron los preparativos para la cena en la noche.
Annika cortaba en silencio las verduras, pensando que muy pocas veces las comió cuando estaba en Sockro.
Sockro. La guerra. Sus amigos. Las gemas. Si Taro conseguía otra gema estarían con mucha desventaja ¿Qué más podía hacer? ¿Cómo hablar con sus amigos?
Dio un sobresalto al sentir una mano fuerte tomar su hombro. Su padre le sonrió y tomando un cuchillo comenzó a cortar a su lado. Annika lo miró fijamente durante unos segundos, lo cual ya se había vuelto una rutina. Era extraño verlo, después de tantos años y siempre que estaban juntos, Annika pensaba en diferentes preguntas para poder conocerlo mejor.
— ¿Cómo soportaste todos estos años estar aquí sin poder ir a Sockro a ayudar?— preguntó Annika.
—No fue fácil, pero muchas veces necesitas tomarte un tiempo antes de volver a atacar—
— ¿Pero diez años?—
—No fueron inútiles, logré entrenar el ejército de Ágape y formar un equipo firme y disciplinado junto a Alik. Encontré a tu madre y volví a encontrarte— dijo él terminando las zanahorias— has hecho mucho en esta guerra, has luchado sin descanso. Recibieron un golpe muy fuerte hace unos meses, deben al menos calmar sus ideas y sus emociones, y como dice Alik, de esa forma van a poder avanzar. La magia funciona así, la vida y la tierra.
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El reino de la magia.
FantasyAnnika Tisdale es una aristócrata del país Browallia. Ella vivía una vida normal en la ciudad capital Sockro, en donde ella y su mejor amigo Keith, el hijo del rey, eran inseparables. Cuando una noche de año nuevo un tirano llamado Taro Algerian tom...