El Padre Ackerman y la señorita Zoë (2)

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A veces me pregunto: Cuando duermes
¿Alguna vez has soñado conmigo?
A veces cuando te miro a los ojos
Juego a que eres mío, todo el maldito tiempo 

Porque me gustas



La lluvia caía con fuerza empapando las calles empedradas y azotando los techos de las casas. Hange, con su capa negra empapada y su cabello castaño suelto por la tormenta, corrió hacia la iglesia buscando refugio. Al entrar, jadeando por la carrera, gritó:

- ¡Padre Ackerman! ¡Padre Ackerman, está aquí!"

Levi Ackerman, salió de su oficina al escuchar el alboroto. Al ver a Hange, empapada y temblorosa, su rostro se endureció.

- ¿Qué sucede? Está empapada - Menciono mirando a la joven, como podía ser tan imprudente - Ven conmigo.

Levi la condujo a una pequeña habitación al final del pasillo. Era una habitación sencilla, con una cama, una mesa y una silla. En la pared colgaba un crucifijo de madera.

- Puede sentarse señorita Zoë

Hange se sentó obedientemente. Levi se acercó a un armario y sacó una toalla. Se la pasó. La castaña se seco el rostro y el cabello. Todavía estaba temblando de frío. Levi se acercó a la chimenea y encendió un fuego. Se sentó en una silla frente al fuego y le indicó a Hange que hiciera lo mismo.

- Te calentarás con esto -Pronuncio en tono serio - En el armario hay ropa, puedes usarla.

Hange se sentó frente al fuego, sintiendo el calor que emanaba de las llamas. Poco a poco, comenzó a entrar en calor. El padre Ackerman se levanto dejándola sola en la habitación. La castaña observo su ropa, sus pechos se pegaban en su vestido al igual que el resto de su cuerpo, debía cambiarse. Abrió el armario colocándose lo primero que encontró. Aún se escuchaba la lluvia cayendo, empezó a pasarse los dedos por su cabello, ella no quería regresar con su tía, no quería conocer a su dichoso prometido, debía escapar o esconderse y al parecer había encontrado el lugar perfecto, para quedarse unos días.

La castaña salió de la habitación buscando al padre Ackerman, lo encontró encendiendo una velas.

- Padre Ackerman, puedo quedarme aquí

- ¿Por que? Usted tiene una casa

- Estoy huyendo...

- ¿De qué?

Hange dudó por un momento. Luego, respiró hondo y se invento la mejor mentira que se le había ocurrido . Le contó sobre un hombre que la perseguía, además de que la amenazaba, que su prima y tía no sabían de esto y que no quería ponerles en peligro.

Levi la escuchó en silencio, sin interrumpirla. Cuando terminó, se quedó en silencio durante unos minutos, como si estuviera sopesando sus palabras.

- No está sola. Yo la protegeré, pero debemos buscar ayuda de las autoridades ¿Sabe algo de este hombre?

- Gracias padre Ackerman, no se mucho de ese hombre...

- Mientras estés aquí, puedes olvidar lo de Ackerman, me puedes decir padre Levi

- Esta bien padre Levi.

Hange sabia que esa mentira le traería problemas, pero ahora debía comunicarse con Nanaba y decirle la otra mentira que estaría ayudando al padre Ackerman en el orfanato y que se ausentaría unos días. Se lo diría mañana si la encontraba en el mercado.

LEVIHAN HISTORIAS CORTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora