Capítulo 2. Persecución

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—Doctor Katsuki, voy a acusarlo por hostigamiento sexual.

Entonces Bakugo volvió el cuerpo hacia atrás, riendo sin mostrar los dientes.
—¿Hostigamiento sexual? Anoche yo era un hombre ebrio del que tú te aprovechaste, ¿quién es el hostigador?

Izuku devolvió la risa. —¿Yo me aproveché? Era un chico en un bar y si usted no hubiera querido, vamos... ¿Realmente cree que un omega de 1,66 pudo con un alfa de... Emm... 180?

Katsuki guiñó un ojo. —Casi, 182.

—1,82. Lo intoxicó y luego lo llevó todo el camino a su casa para aprovecharse de él. Suena como una historia muy creíble para recursos humanos.

El rubio se encogió de hombros.
—Creo que me creerían a mí, después de todo tú eres el nuevo.

El omega levantó una ceja. —¿Intenta amenazarme?

Le robó las palabras. Verdaderamente, Katsuki se quedó sin qué decir. Era la segunda vez que pasaba en una sola conversación, ese chico tenía la habilidad de robarle más que el aliento. Para su tormento, Izuku pareció superarlo rápidamente y miró los documentos en sus manos antes de extenderlos a él.

—Dr. Bakugo, estaba aquí para decirle que el doctor Aizawa tiene un paciente cuya cirugía se había apartado para hoy, pero su electrocardiograma tuvo un resultado inusual, me pidió que le dijera que por favor vaya a verlo y que se reunirá con usted después.

Katsuki tomó los documentos, admitiendo que había sido un fracaso su intento de seducir al interno.

—Espero que esta no quede como tu primera impresión de mí como profesional.

—Si al final del día dejas de pensar que debí quedarme como enfermero, tal vez te respete como titular.

No pudo evitar la expresión de indignación, Izuku solo sonrió como si no acabara de decir que no le tenía ningún respeto al cirujano.

—Nos veremos, doctor.

.

Un par de horas después Izuku seguía en emergencias, esta vez con el caso de un chico omega que se cortó el interior del brazo accidentalmente. La herida era algo profunda y larga, pero no necesitó más que sutura.

El peli verde estaba concentrado en ello mientras escuchaba al chico quejarse de su exnovio. Curiosamente, y ya que no había nada más, Izuku estaba bastante inmerso en la historia, cuando repentinamente el chico no dijo más.

Él volvió la mirada hacia el omega parlanchín y lo encontró mirando por encima de su hombro.

—¿Ocurre algo? —preguntó sin dejar de hacer su trabajo.

—Hay un hombre de bata blanca en la mesa con la enfermera, lleva ahí unos 10 minutos y no ha dejado de mirar hacia acá. No soy tan ególatra como para pensar que me ve a mí, es obvio que lo ve a usted.

Izuku no quiso voltear, sonrió de lado adivinando de quién se trataba.

El chico volvió a mirar. —Es rubio, alto, tiene una linda sonrisa ¿Lo conoce cierto?

—Tal vez. No sé qué está haciendo aquí, no debería.

—Le gustas, es por eso, es obvio, ¿no te gusta? Debes estar ciego si no te gusta.

Izuku sonrió delatándose a sí mismo. —Es guapo, pero es mi jefe, acabo de entrar a trabajar a este hospital si me meto con uno de mis jefes, yo... No...

—Él se acerca, viene para acá, viene para acá.

Izuku sintió claramente los pasos acercarse e intentó con todas sus fuerzas concentrarse en la sutura que, desgraciadamente, ya estaba terminada.

Anatomia según IzukuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora