Capítulo 19. Culpa

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Lo sintió, estaba seguro, como los labios del omega que amaba acariciaron los suyos con delicadeza. Él intentó abrir los ojos para comprobarlo, pero los párpados le pesaron tanto.

Después, la brisa que acarició su cuerpo cuando el omega se alejó, le hizo sentir pánico. Izuku se iba.

—Izuku... —llamó.

No hubo respuesta, tampoco percibió que el pecoso regresara.

—No te vayas —pidió, con la cabeza mareada, pesada y aletargada. La voz pastosa, mal coordinada, apenas y se entendía a sí mismo.

Movió la cabeza de un lado a otro, intentando que volviera algo de nitidez, que sus ojos enfocarán algo, o al menos que pudiera abrirlos.

Repentinamente, sintió un peso extra unirse a él en la cama. No percibió aroma alguno, apenas le escuchó levemente, cuando esa persona le dijo:

—Aquí estoy.

Katsuki sonrió. Feliz, en su delirio, de que Izuku estuviera de vuelta. Él no lo dejó solo, se quedó allí. Y si estaba allí, no estaba con Rody.

—Zuzu...

Su cuerpo intentó seguir el peso del omega, abrazó una delgada cintura, curiosamente muy delgada, aquellos delicados brazos lo rodearon rápidamente, y sus labios lo recibieron igual de ansiosos.

Él estaba que no cabía de la alegría.

Cuando el omega se colocó encima y él pudo sujetarlo de la cintura con las manos, lo notó, ¿esa era la cintura de Izuku? Parecía más delgada.

Intentó abrir los ojos, pero es solo que estos simplemente no reaccionaban. Cuando comenzaron a mover las caderas encima de su semi erección, se sintió incómodo, comenzó a quejarse, pero la sensación no se detuvo, seguía moviéndose.

Katsuki ya no estaba seguro de nada, movía los brazos apenas, sintiendo que todo el cuerpo comenzaba rápidamente a pesarle y dejar de funcionar. La consciencia se le escapaba. Lo último que escuchó, fue el cierre de su pantalón, abriéndose despacio.

.

Eran pocas las ocasiones en las que despertar era tan difícil.

Él no rebasaba sus límites, porque hacerlo provocaba esto.

Los parpados se sentían pesados, la garganta estaba reseca, la cabeza se le estaba partiendo y el aliento, maldición, jamás volvería a tomar en su vida.

Cuando por fin pudo hacer que sus ojos vieran un poco de nitidez, se dio con el techo de su habitación, la luz que le hizo despertar era la delgada línea de la luz del sol que atravesaba por su ventana entre la pequeña abertura de las cortinas, justo sobre sus párpados.

Miró su reloj en la mesa de noche. 7:00 en punto.

Su alarma debía sonar pronto.

Intentó que su cuerpo se desentumiera lo suficiente para levantarse, necesitaba ir al baño para ducharse, realmente con urgencia. Se sentía sudoroso y pegajoso.

Fue hasta que estuvo sentado en la cama que pudo ver, con confusión, que estaba desnudo. Una mancha seca, evidencia clara, entre sus piernas, de que no solo durmió anoche.

Había un aroma fácilmente reconocible en el aire, ¿tuvo sexo?

La evidencia era casi obvia, pero entonces, la pregunta que taladraba su mente cuando tenía noches de juerga antes de tener una relación estable, comenzó a resonar.

¿Con quién?

Intentar recordar solo le hacía doler más la cabeza, pero de algo estaba seguro, anoche llegó a casa con Izuku. Si, él lo dejó en la cama y recuerda haberlo besado. No recuerda lo demás, pero si no era él, ¿quién más podría ser?

Anatomia según IzukuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora