Capítulo 3. Intentar

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A ese momento le siguieron 3 días de incomodidad, incluso Shoto y Denki notaron el distanciamiento, pero Izuku no quería hablar de ello.

Las cosas con Katsuki eran buenas como estaban, creía que eso de gustarse había quedado atrás, ¿por qué lo traía a colación de nuevo?

El alfa lo evitaba como a la plaga, incluso solicitó que Iida se hiciera cargo del postoperatorio del señor Tanaka a quien Izuku había cuidado desde su ingreso y posteriormente apoyado en la cirugía al Dr. Bakugo.

Y cuando lo buscó para reclamarle, este solo lo ignoró.

A la hora del almuerzo, cuando Katsuki estaba picando furiosamente su ensalada frente a la mirada atenta de su mejor amigo pelirrojo, quien ya se había cansado de preguntar qué ocurría, sonó su localizador.

Bakugo dejó su almuerzo y corrió a urgencias, a la sala de Trauma 1, pero cuando abrió la puerta esperando encontrarse con un trauma terrible y mucho ruido, le sorprendió encontrarse con la sala completamente vacía. Él miró su aparato para confirmar que no se había equivocado cuando alguien lo empujó desde la espalda y cerraron la puerta detrás de él.

—¿Qué rayos? —miró hacia la otra persona.

Izuku puso seguro a la puerta.
—Antes de que grites déjame hablar.

Katsuki frunció el ceño. —¿Cómo rayos hiciste para que me llamaran a trauma?

—Soborné a la enfermera. ¡Eso no importa!

Katsuki quiso salir, pero Izuku extendió los brazos frente a la puerta evitándolo.

—Escúchame, por favor, tienes que dejarme que te explique.

—No quiero, no es necesario, ya sé lo que vas a decir, no te interesa, lo sé, ya me confesé dos veces, la primera admito que fue estúpido, pero esperé una reacción diferente de la segunda porque ya nos conocíamos mejor, pero lo único que obtuve fue silencio absoluto durante tres días, tengo derecho a estar enojado.

—¡No, no lo tienes! ¡No tienes derecho a estar enojado porque ni siquiera has escuchado mi respuesta! La pensé, la pensé bien, ahora la tengo y tienes que escucharme.

Katsuki suspiró con hastío, pero no dijo nada más. Izuku tomó eso como su oportunidad.

—Eres... Yo... —dudó, él no sabía como decirlo —Yo no me llevo bien con los alfas.

—¿Qué?

—Los únicos alfas con los que tengo una buena relación son mi padre y mi hermano, tuve dos relaciones, pero nunca los consideré mis amigos y ninguna de las dos fue tan larga como para decir que me enamoré perdidamente, yo no confío en los alfas con facilidad, no puedo hacerlo, pero tú eres el primer amigo alfa que he hecho y me gusta, me gusta que seas mi amigo.

—Está bien, ya entendí, me quieres solo como amigo lo tengo claro.

—¡Tú me intimidas!

La cara de confusión del alfa fue un poema. —¿Qué?

—Lo haces, me intimidas, me intimida que seas mi jefe, me intimida que seas 6 años mayor, me intimida que seas enorme, me intimida que seas tan inteligente, que seas tan guapo y que hables tan lindo. Me intimida que me guste pasar tiempo contigo, me intimida que nos vean en la calle y crean que somos pareja, porque me intimida que seas tan perfecto.

Katsuki quedó mudo. Izuku habló tan rápido que el aire comenzó a faltarle.

—Me intimida que me veas cometer errores, me da miedo quedar como idiota frente a ti y, siendo tu amigo podría solo decir algo como "lo siento no lo sabía" cuando cometa un error y para ti sería más fácil regañarme, pero si admito que también me gustas esto se volverá más personal y yo, yo no sé si resistiré que mi alfa me llame la atención.

Anatomia según IzukuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora