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"EL HEREDERO DEL PECADO"

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"EL HEREDERO DEL PECADO"

Pasajeros con destino a Seúl, Sur Corea, por favor, abordar la puerta número... —La voz resonó en el aeropuerto. El rostro andrógino de un joven de cabello rubio se levantó de repente, como si hubiera salido de un profundo ensimismamiento. El impacto que causó en las personas que llevaban un buen rato observándolo fue innegable.

¿Y cómo no? Aquellos ojos avellanos resaltaban en aquella dermis y la cabellera rubia en tono Buttermilk, en donde más de una ocasión el debate de si podría ser un Idol o algún modelo círculo a su alrededor en distintos idiomas. La ola coreana y el K-pop habían extendido la popularidad del país, por lo que la presencia de alguien con facciones gatunas era difícil de ignorar. El joven se reincorporó y agarró sus pertenencias para iniciar su camino a la puerta mencionada.

En el instante que sus ojos se cruzaban con rostros desconocidos, el impacto aumentó cuando su sonrisa se hizo presente y las mujeres fueron incapaz de seguirle con la mirada, causando cierta envidia en los hombres que presenciaban aquel acontecimiento. Realizó su procedimiento de seguridad y se introdujo en la aeronave que lo llevaría a casa, pensamiento que le causaba cierta nostalgia luego de haber estado ausente los últimos meses debido a asuntos de negocios. No logró acomodarse en su silla, ya que prontamente tenía a dos azafatas con rostros sonrojados ofreciéndole aperitivos, algo que motivó a sonreír al mismo, causando un impacto más grande en las auxiliares.

«Papá, no me gustan las niñas, son chillonas y apestan» fue la primera declaración cuestionable de aquel mismo rubio cuando apenas tenía cuatro años.

—¿Joven, Lee? ¿Es usted acaso Lee Hyusang? ¿El prestigiado bailarín contemporáneo? —una de ellas quiso saber.

El rubio asintió, motivando a las mismas a soltar pequeñas exclamaciones de sorpresa.

—Me retiré hace más de cuatro años; no creo que para este punto sea tan relevante —Hyusang mencionó, causando jadeos de indignación, porque más allá de que su orientación sexual pública había mantenido su profesión tambaleante, supo que su lesión de hombro fue el ultimátum que mandó al diablo su carrera como bailarín.

—Jóvenes, vuelvan a su labor —un chico con el mismo uniforme refutó causando miradas de fastidio por el mismo, algo que motivó a reír al rubio.

—Gracias por reconocerme, es un honor. —Los rostros de las chicas se tornaron rojizos.

—No tiene que decir eso, usted fue un excelente bailarín...

—Gracias, gracias.

—Que disfrutes del viaje, joven Lee. —Este asintió con agradecimiento.

Aun así, Hyusang no pudo evitar sentirse nostálgico, no solo por cómo su vida había resultado luego de la muerte de su padre, sino por los sueños que había dejado atrás. Practicó baile contemporáneo y moderno en su crecimiento; desarrolló un amor por la cocina, el arte y el maquillaje. Por lo que siempre estuvo involucrado con respecto a las presentaciones de sus compañeras de clase en actividades extracurriculares, sus círculos de amistad sorpresivamente eran, en su mayoría, mujeres. Pero, de alguna manera, no se sintió marginado con ellas.

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