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"REVELACIONES DEL ALMA"

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"REVELACIONES DEL ALMA"

Hyusang sonrió satisfecho con el desastre humano que eran ambos. Se sentía muy bien. Casi juró que su cuerpo lánguido se sentía más relajado que una sesión costosa en el más prestigiado spa de Seúl. 

Solo cuando pudo tener control de sus propias manos, apartó los mechones de las facciones de Jinwoo, apreciando la rojez en sus mejillas y sus labios hinchados. Kim Jinwoo era la imagen erótica que no cualquiera podría apreciar a tal magnitud y se sintió bendecido al ser el único en poder hacerlo. Se veía como un esquistoso desastre. 

Permitió que sus pensamientos intrusivos se adueñaran de su razón e inclinó su cabeza y dejó un lametazo en su pecho, dejando varios chupetones en el área como venganza de las marcas que el tatuado había dejado en el propio y, aun así, el menor ni se inmutó. Su boca continuó recorriéndole la dermis, donde hincó los dientes en la curvatura que unía el cuello y el hombro antes de apartarse. Aunque se sentía somnoliento, debía arreglar aquel desastre antes de que pudiera tomarse una siesta. 

Se dio una ducha primeramente, poniéndose después la bata que encontró en el suelo y al volver palmeó el trasero del tatuado, quien yacía tumbado aún desnudo sobre su pecho. Solo entonces pudo apreciar los detalles del dragón negro en su espalda; era asombroso; los trazos y la posición de la criatura mítica, cuyas alas extendidas empezaban desde sus omóplatos hasta el final de sus costillas, eran hipnóticos. Las marcas de sus uñas y las fornidas piernas con que se cargaba ese hombre lo hizo tragar saliva. 

—Jinwoo. Ve a ducharte —Hyusang demandó, pero el ajeno siguió sin moverse—. Jinwoo-ssi. 

—No quiero. —El rubio rodó los ojos mientras se cruzaba de brazos.

—¿Por qué no quieres? ¿Estás cansado? —El contrario afirmó con un ruido gutural—. Deberías hacerlo, luego podrás dormir. Estás sudado y lleno de...

—Semen, lo sé —interrumpió, apoyando finalmente los codos para mirarlo por encima de su hombro—. No me molesta, puedo dormir así.

—¡Dúchate! —Le tiró del pie, pero mover a aquel hombre era como intentar luchar contra una enorme pared de concreto. Sin embargo, después de una larga insistencia, logró hacerlo. 

Cambió las sábanas después de limpiar el material hidrofóbico del color blanco y limpió los espejos después. Hyusang se sintió avergonzado de haber causado tanto desorden, incluso se desconoció a sí mismo. Aunque no iba a negar el hecho de que fue el mejor polvo que tuvo en mucho tiempo. Se puso su ropa interior luego de aplicar sus productos cosméticos y se tumbó en la cama después de pedir algo de comida a la habitación. 

Jinwoo no solía durar mucho en la ducha. De hecho, solo ha aprovechado para tallar su cuerpo y sacarse cualquier mancha del mismo. Además, se lavó bien su cabello; el olor a coco se impregnó por toda su piel, además del imborrable aroma maderado y lirio masculino de su perfume. A penas sale de la regadera, se recarga del tocador. El espejo enorme que era iluminado reflejó su cuerpo semidesnudo después de atar una toalla alrededor de sus caderas; checó las cuatro marcas violáceas en su pecho, y suspiró profundamente, sabiendo en qué había resultado su noche. 

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