Capítulo: 36
Mark frunció el ceño, odiaba el ruido tan molesto de las alarmas de YoungJae. Gruñó, lo último que necesitaba era oír ese insistente sonido a la espera de ser apagado, y no solo eso, era tener que apagarlo repetidas veces por el sin número de estas que tenía establecidas, Mientras que su amigo no parecía dar señal alguna ante tal sonido tan ensordecedor.
La única opción que tuvo después de perder la primera alarma fue levantarse y arrabartar el teléfono de las manos del menor. Lo miró molesto, era increíble ese hombre, no podía creer que durmiera tan plácido con ese ruido casi encima del oído.
Su rostro lucía bastante pacifico y tranquilo, lo miró un par de segundos y luego negó.
Observó a la pantalla, listo para apagar la alarma, pero se sorprendió de ver el número de aquel compañero de estadías en la pantalla.
No lo conocía mucho, pero sabía que YoungJae y él tenían una relación muy unida, casi como hermanos. Al menos eso siempre pensó, al ser una persona de pocas palabras por lo regular solo lograba inferir ciertas cosas y asumir otras. La mayoría de veces acertaba, no necesitaba ser un genio para lograrlo.
—¿Diga?
Su voz estaba rasposa apenas respondió la llamada, quizá era por el alcohol que aún sentía sobre su garganta, tal vez por eso el golpe de la resaca no llegaba del todo a su sistema.
—¿Estará YoungJae?
—El…
Lo escuchó roncar y rodó los ojos, era un hombre de sueño pesado.
—Está ocupado.
Escuchó un suspiro al otro lado de la línea, y luego lo escuchó solo rendirse ante tal situación.
—¿Cuando esté libre puedes decirle que llamé? Dile que es urgente, se trata de JaeBeom.
—¿JaeBeom? ¿Que tiene?
El hombre al otro lado de la línea pareció titubear.
—Sé dónde está.
Antes de poder seguir la conversación, el otro colgó y terminó de forma inmediata la llamada. Mark frunció el ceño, sin entender nada ¿Qué pasaba con JaeBeom?
Refregó su rostro con su mano libre y golpeó el hombro de su compañero de alcohol, una y otra vez, mientras lo llamaba por su nombre, al tiempo que comentaba parte de la llamada.
Odiaba las resacas, odiaba las alarmas y llamadas de YoungJae por la mañana, no lo soportaba, pero aún así tragaba todo su orgullo y fingía que no le importaba.
Mark siempre era así. Un hombre de pocas palabras que prefería evitar problemas, que aguantaba todo lo que podía y prefería no decir nada antes que entrar en un malentendido.
Lo escuchó quejarse y rodó los ojos, de todos los bebedores que podía conocer su amigo era el peor en todo sentido.
La noche anterior no pudo dormir hasta que no terminó su sesión de karaoke. Era demasiado, sus ojos ya pedían por reposo, pero Choi, con gran ánimo siguió, río y estuvo con una energía imparable, y para ese punto el menor parecía más borracho que el mismo Tuan y aún así volvía a invitarlo, quizá porque no tenía más amigos, quizá porque una parte de si gustaba verlo borracho, cuando dejaba de ser tan cuadrado, cuando olvidaba esos límites que por lo regular ponía entre los dos.