Chapter:2
Los omegas usualmente tenían problemas para encontrar trabajo, al menos uno decente, con prestaciones adecuadas y dónde no fuesen discriminados por ser omegas.
Para Kunpimook no era la excepción, así había terminado vendiendo experiencias sexuales a cambio de un par de monedas.
Acomodó su camisa y sonrió, mirando su rostro, arreglando su cabello ahora castaño, tratando de lucir lo más profesional posible para su primer día de trabajo.
Por años había buscado de arriba a abajo un trabajo decente como diseñador de publicidad en redes sociales. Había trabajado en algunas empresas indies como freelancer, sin muchas ganancias de su lado, y viéndose obligado a tomar más de un trabajo para sobrevivir de la forma que le gustaba.
Relojes caros, un auto, un buen teléfono, un departamento para vivir, la vida que merecía, aunque, debía tomar ciertos riesgos para hacerlo a su gusto.
No iba a vender la historia gastada de pobreza extrema, tampoco porque no tenía de otra. Era de los trabajos más convenientes, tenía buenas prestaciones y las ganancias no eran nada malas.
Kunpimook siempre había buscado algo más, fue paciente y perseverante, así llegó al puesto que deseaba, después de tantas entrevistas dónde casi era aceptado y lo terminaba dejando por la burla de salario que pretendían darle, o incluso por las nulas prestaciones básicas que un omega debía tener. Después de tanto, había obtenido un buen lugar.
El nombre de la empresa aún no lo aprendía y no mentiría, apenas conocía la empresa de vista, sabía un poco de su historia, pero poco le importaba, quería el salario, la buena oferta que le habían puesto en la mesa, así que tendría tiempo de conocer con precisión los detalles de esta.
Entró al ascensor, sin tomar mucha importancia si alguien más estaba dentro del mismo.
Soltó un suspiro y apretó el número del piso donde se dirigía, por mera curiosidad miró a los lados, topándose con una imagen inesperada.
—¿Qué haces aquí? —fue lo único que pudo preguntar, ocultando la sorpresa que se llevó de ver a su último cliente en éste.
—¿Yo? ¿Qué haces tú aquí?
Park JinYoung, aquel hombre que había rogado por ser dominados, estaba frente a él, con un gesto secó, sin mostrarse asustado o sorprendido. Podía llevar perfectamente sus emociones, y lucir como una roca, tan inexpresivo que daba miedo.
—Es mi trabajo. —comentó.
—Es mi empresa.
BamBam parpadeó un par de segundos y asintió.
—Bien.
JinYoung, quien pensó que decirle eso sería una buena herramienta para asustarlo, se vio ansioso al no ver ninguna reacción de su parte ¿Qué se suponía que debía hacer en ese caso? Tragó duro, con la mente hecha un revoltijo de ideas, que no tenían inicio ni fin.
BamBam era mejor actor de lo que el mismo Park podía serlo, y notar a la perfección que el otro no estaba para nada tranquilo.
Pensó en quedarse callado y dejar el tema de lado, pero algo dentro de sí le gritaba jugar un poco con su poco éxito de hacerlo sentir asustado.
—Solo no seas demasiado lindo, príncipe, no podré concentrarme demasiado si te comportas así.
Lo hizo dar un salto, consternado, un tanto molesto.
—¿Disculpa?
Antes de poder decir algo más, la sonrisa burlona de aquel hombre lo despidió, al tiempo que las puertas del ascensor se abrían.