Chapter: 7
Las doce y treinta y cinco.
Lo único que se oía era en el último piso de la empresa, y era el sonido del teclado chocando con los dedos de Wang, una y otra vez, con furia.
—Ya casi termino—, se dijo con un poco de ánimo.
Las horas extras no las pagaban, al menos no cuando se trataba de hacer el trabajo de su amigo, y eso le pesaba en ciertos momentos, incluso si el trabajo era bien pagado, era un dolor de culo estar sentado hora tras hora, tratando de llenar todos los documentos, ni siquiera pudo asomar la nariz a la cafetería y eso le molestaba.
Se quedó unos segundos mirando la pantalla, reaccionando sus propios pensamientos: ¿Qué pasaría si conoce a su pareja destinada?
Era obvio que JaeBeom no lo sería, puesto que era un alfa, aún sino conocía su aroma, podía verlo, identificarlo y saber que era una estupidez estar tan interesado en ese hombre.
De espalda ancha, corpulento al menos lo que se considera la medida de un hombre coreano promedio, alto, con una mirada matadora. Si le preguntaban incluso él mismo parecía más un Omega que un alfa, quizá por su rostro delgado o su personalidad burbujeante, era un comentario que recibía seguido y a veces no sabía si tomarlo como una halago o una ofensa.
Meneó la cabeza y dió los últimos golpes al teclado, para conseguir acabar el último reporte.
Si era honesto, Jackson no estaría en desacuerdo con JinYoung acercándose a Kunpimook solo si el segundo hubiese mostrado un poco de interés, aunque en realidad no sabía mucho del asunto, estaba muy preocupado por Park.
Solo quería lo mejor para su amigo, quería que fuese feliz y que tu pareja destinada este frente a ti debe ser el mejor momento de tu vida.
Se irguió, estiró los músculos de su espalda mientras miraba como la computadora llevaba a cabo la última función. Sus ojos rojos se sentían deshidratados, necesitaban un poco de agua, además de alejarse de la pantalla.
Cuando por fin se levantó y se fue de la oficina recordó que tendría que buscar su auto al estacionamiento cercano a la cafetería. Por la mañana aquello fue una gran idea, pero tan pronto como se encerró en la oficina y no salió excepto para tomar un poco de agua y al baño supo que sería un dolor de cabeza.
Caminó a paso quieto hacia la avenida, no tenía prisa, menos preocupación alguna, así que se dio el tiempo de dar un paso tras otro.
La noche era oscura, y sabía en el distrito de gangnam apenas empezaba la diversión, quizá debería ir a divertirse un poco, pero su cuerpo entero pedía descanso.
Ser trabajador en Corea no era tan amigable como lo pintaban, de hecho era algo más parecido a una tortura, horas extras, los altos mandos esperando que dieras toda tu vida a ellos, como si se los debieras.
Escuchó por coincidencia unos pasos tras de él, no le dio mucha importancia, pensó que sería otro trabajador acabando a exurbitantes horas de la noche, y ahí sin previo aviso, sintió un golpe en las costillas.
Un asalto sin previo aviso, que le tomo por sorpresa, fue tan rápido que lo último que recuerda antes de caer desmayado fue a alguien tratando de ayudarlo.
Sintió una luz en contra de su rostro, una que molestaba bastante si le preguntaban y ello lo hizo abrir los ojos.
De pronto el ardor de una herida comenzó a molestar, ardía como los mil demonios no era capaz de levantarse, pero al abrir los ojos y saber que no se trataba de su casa supo que debía erguirse para saber en lo que estaba metido.
—¿Estas bien?
Escuchó una voz, suave y amena, con un toque de preocupación en su tono.
—¿Donde estoy?
Tocó su cabeza que punzaba de forma leve, seguro se había golpeado después de caer al suelo por el cuchillazo.
—Yo… lamento tomar el atrevimiento pero no podía dejarte en el suelo desangrado.
Sintió de nuevo el ardor en sus costillas, para luego notar el vendaje apenas bien colocado sobre su estómago.
—Se llevaron tus pertenencias —continuó la voz, trataba de explicar la situación, para que el herido no sintiera preocupación alguna—, intenté perseguirlo, pero no pude alcanzarlo, entonces no tenías ningún tipo de identificación.
Las reglas en Corea cuando se trataba de alguna emergencia eran bastante inútiles, sin papeles de identificación no podías ser atendido con rapidez, entonces el proceso sería algo largo y abrumador.
—Ya, entiendo.
Alzó la mirada y se encontró con unos ojos que conocía más de lo que podía admitir, blabuceó un poco y luego tragó su saliva.
¿Era un sueño acaso?
—Me llamo JaeBeom, Lim JaeBeom.
—Jackson…
El otro asintió.
—Lo sé, eres un cliente regular —sonrió—, por la mañana un latte americano, por la tarde un ice americano y por la noche algo cálido, depende tu ánimo supongo.
Las mejillas de Wang sintieron un ardor estremecedor.
—No pensé que sabrías quien soy.
—Uno siempre debe tener al pendiente a sus mejores clientes.
Jackson soltó una risa en respuesta, para luego asentir con cuidado.
—Si gustas puedo llevarte a tu casa, pero preferiría que te quedarás, claro si no hay alguien esperando por ti.
El otro negó.
—No hay nadie —se mofó de si mismo por la timidez que en ese momento tenía —, pero tampoco me gustaría molestar.
—No es molestia —aseguró—, entre nosotros nos debemos cuidar los unos a los otros.
No entendió mucho su respuesta pero asintió de cualquier modo.
Miró con cuidado el lugar, un estilo rústico predominaba en el departamento, desde la cama en una base baja de madera, hasta las divisiones entre espacio y espacio, reciclando algunas bases que se usaban para cargamento, algo bastante sencillo que contrastaba a la perfección con las luces amarillas de su habitación, algo bastante distinto de las luces regulares en cualquier departamento de Corea.
—Pasa lo que resta de la noche aquí —le pidió.
Jackson ni siquiera se atrevió a preguntar por su teléfono o pertenencias porque era más que seguro que ya no estaban con él.
Observó a cambio como JaeBeom se movía tal como en la cafetería, con seguridad, como si conociera cada parte de la habitación, se sintió avergonzado de conocer su casa de esa forma, pero también lleno de suerte, demasiada si le preguntaban, no entendía porque tuvo la suerte de toparselo y que el fuese quien lo salvara.
—Tengo un supresor —comentó—, te ayudará para calmar el dolor un poco, incluso si esa no es su función principal.
—¿De verdad?
—Yo los usaba cuando no tenía mucho dinero para alguna herida o golpe— comentó —, no es medicamento recomendado pero es lo que por ahora tengo para ayudar, además lo máximo que puede pasarte es no oler ni ser olido.
Era seguro que era la última pastilla que tenía disponible, seguro para él, podía notar que JaeBeom era un hombre que no le gustaba compartir su aroma con otros, incluso si notaba que era un alfa soltero.
Soltó una pequeña risa, y luego hizo un leve contacto con su mano para recibir el vaso de agua junto con la pastilla que puso en la palma de su mano.
Pudo hacer un pequeño contacto directo con esos ojos pequeños y misteriosos, que terminaron desaparecidos al sonreír.
Estaba seguro que ese alfa era único en su especie y por primera vez lamento ser uno también.