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Chapter: 11









Kunpimook se estiró, con la cabeza gacha se quedó un rato en esa posición, con los brazos hacia arriba y la cabeza en sentido contrario.

Tenía horas con los ojos pegados en la pantalla de la computadora sin poder llegar a ningún lado, pero aquel extraño recuerdo no lo dejaba trabajar de forma adecuada.

Debía dejar de darle importancia a aquel día, pero le era imposible.

Ambos se miraron por un buen rato, sin decir una palabra, hasta que el doctor logró aclarar su garganta y componer su propio gesto a uno serio sin emoción alguna.

—Toma la receta —escribió con prisa, para luego extenderla.

—Yo…

—Y no regrese por favor.

Sintió sus mejillas arder de vergüenza, ¿Era algún efecto colateral de los mismos supresores? ¿Será que ese doctor estaba ya enlazado?

Bajó sus brazos, y giró su cabeza un par de veces para aliviar el estrés.

Recordó al cerrar sus ojos aquel aroma a vino de oporto, era un aroma suave para ser un alfa pero, combinaba a la perfección con el suyo. Ese aroma no era común, era una clase de vino que tiene notas cítricas, frutos secos, que se vuelve un tanto fuerte con los restos de café que puedes sentir al momento de que esté entra por sus fosas nasales.

En un par de segundos memorizó a la perfección aquel aroma, era estúpido, pero más que su aroma recordaba ese gesto de rechazo en su rostro, de poca aprobación.

Meneó la cabeza, debía dejar de pensar tanto en eso.

Cuando se dispuso a continuar con su trabajo su teléfono comenzó a sonar como loco, con una mirada notó las notificaciones del chat grupal de la empresa, mucha gente comenzó a mandar mensajes como si del cotilleo de último momento ocurriera en ese instante.

No los leyó, no tenía tiempo para esas cosas, debía acabar lo que le solicitó el señor Park, ese hombre le estaba dando una oportunidad para mejorar su proyecto y no lo iba a arruinar.

Apenas tecleó un par de letras e interrumpieron tocando la puerta. Estaba al límite, apenas viese de quien se trataba iba a romperlo en mil pedazos, necesitaba tiempo para pensar y no se lo permitían.

—Pase —articuló con el tono de voz más tranquilo que pudo.

Kunpimook miró atento, y lo que sus ojos captaron fue algo que no esperaba en lo absoluto.

Con un gran ramo de flores frente a él, su alfa se presentó ante él.

—Hola.

El Omega elevó sus cejas, sin palabras, un tanto agradecido de aún estar bajo los efectos del supresor.

Aquel hombre sonrió de forma apenada y aclaró su garganta, para luego hablar sin esperar respuesta del contrario.

—Escucha, entré en pánico —habló—, no pensé que nos conoceríamos en mi consultorio.

Kunpimook lo analizó con cuidado, de arriba abajo, al menos tuvo la descendencia de no venir vestido con la bata de médico.

Su cabello corto color caoba, sus ojos del mismo tono le miraban expectantes y BamBam se las arregló para responder, aún si estaba en shock.

—¿Y por eso el ramo de flores? —logró decir.

—Vine a pedirte disculpas—admitió—, no fue la mejor primera impresión que te di, menos si soy… ya sabes.

BamBam notó ese gesto apenado, y pensó que era lindo.

Tomó un tiempo para presentarse con un ramo de flores, y a pedir disculpas, aunque dañó bastante la primera impresión podía comprenderlo, ni él mismo estaba en todos sus sentidos para asimilarlo y de igual forma decidió salir de ahí.

Tuvo un pequeño pánico por darse cuenta de ello y aún, para ese momento aún lo estaba asimilando.

—Son unas lindas flores.

El alfa las extendió a él, mostrando una pequeña sonrisa.

—Combinan con tu aroma.

Los ojos de Kunpimook brillaron, las violetas y jazmines combinaban a la perfección con su aroma a cereza.

Su olor era algo tan personal que pocas personas en su vida conocían ese aroma dulzón proveniente de él.

—Lo recuerdas…

El alfa soltó una pequeña risa, mientras le miraba con cuidado.

—Es imposible olvidarlo

—Claro…

Miró el ramo, tocó con cuidado cada pequeña flor.

La combinación de ambas flores era sencilla, tonos violetas con blancos y toques amarillos, que en aroma resaltaría más si el aroma a cereza se sintiera en el ambiente.

—Quiero hacerlo bien.

Sus nervios eran notables, Kunpimook podía notar como jugaba con sus manos, quizá estaba tan nervioso como él lo estaba.

Después de todo estaba frente al amor de su vida.

—Yo también.

—¿Puedes disculparme? —preguntó, con la duda en la cabeza de saber si tenía que decir más para lograr que este le diera una oportunidad.

BamBam asintió.

—Sí, solo porque el ramo de flores es hermoso.

El hombre de aroma a vino soltó un suspiro más tranquilo, quizá ni todo estaba perdido.

—Por cierto ¿Cómo lograste dar con mi trabajo?

—Lo dejaste en tus datos de contacto en el registro de consulta —sonrió.

No fue una tarea tan difícil, y unos minutos después de asimilar aquel aroma dentro de su nariz miró el registro de la recepción y supo a donde tendría que dirigirse.

—No recordaba esa parte, doctor Tuan —se mofó de sí mismo por olvidar ese detalle.

—¿Quieres tratarme como tú doctor? —cuestionó con curiosidad.

—La receta médica solo tenía tu apellido

Soltó una risa, sí, su apellido era lo único que colocaba por todas partes.

—Mark.

sumiso ;; jinbam; jackbeom ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora