14: Eres mejor que eso.

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Ojalá pudiera decir que se había despertado en el hospital, con médicos a su alrededor, entre otras cosas, pero no. No era así. Addiel definitivamente no se había despertado en ningún hospital ni nada por el estilo, sino que, se encontraba en la casa de Gina y Naomi. Nadie estaba a su alrededor. Hasta que pudo notar que Tony se encontraba junto a él sentado. Estaba durmiendo como un bebé.

—Tony —lo llamó en un tono bajo, este se quejó pero aún no se había despertado—. Tony —volvió a llamar.

Su hermano abrió los ojos de golpe, y una sonrisa se formó en su rostro. Parecía que había visto lo mejor de este mundo.

—¡Addiel! —habló emocionado—. ¡Despertaste! ¡Genial! En serio. Qué bueno que estás vivo —lo abrazó.

Claro que Addiel no reaccionó al abrazo. A ningún abrazo solía reaccionar en realidad. La verdad era raro saber que se estaban abrazando. O, en este caso, que Tony lo estaba abrazando.

—No sabes lo preocupado que estaba. Tuve que decirle a Regina que antes del accidente ya te habías ido a otro lado. Era lo mejor.

—¿Qué es lo que pasó?

—¿No recuerdas nada?

—Claro que sí... Sólo, no quiero hablar de eso mucho yo... hum...

Se calló. Tal vez porque, ahora que lo pensaba y miraba a Tony..., pensándolo bien, él ahora sabía todo. Seguramente pensaba que era un rarito y que le había mentido a toda su familia. Pero no es así. Y cuanto menos la familia estaba involucrada, mejor para él aún, ya que, Addiel solamente quería protegerlos.

—Creo que debes estar pensando que ahora ya sé de ti, de Gina y de Naomi —dijo él—. Y tienes razón. No estoy enojado pero aún sigo sorprendido. Sigo sorprendido porque jamás pensé que mi hermano sería alguien con poderes. Primero pensé que era genial, ¿no? Digo, pareces Super Man pero... cuando te vi golpeando, llorando y enojado allí... Te vi tan débil y no quise... No pude ni siquiera enojarme o algo. Solamente quería que estés bien.

Addiel lo quedó mirando. Estaba siendo demasiado comprensivo y, además, estaba herido aún. Por su culpa.

—Gracias —dijo ahora mirando sus manos—. ¿Cuánto ha pasado?

—Un par de horas largas —respondió—. Ayer a la noche estabas tan cansado que te trajimos a la casa de las chicas. Naomi me curó. Luego, llamé a Regina, le dije que volvíamos tarde y que no nos espere. Volví al orfanato por ropa. Y... estoy aquí. Regina se moriría de un infarto si nos ve en este aspecto. ¿No crees?

—Sí... Está bien. —Se incorporó y gimió de dolor cayendo lentamente sobre la cama. Levantó la sábana de su cuerpo. Abrió sus ojos al ver tantos moretones en sus piernas y vendas envueltas sobre su estómago. Bueno... no quería imaginar cómo tenía el rostro—. Tengo... el rostro horrible, ¿cierto?

—Yo lo veo igual que siempre.

Lo miró con suspicacia. Ja-ja qué gracioso. Bueno, iba a levantarse igual.

Tony lo ayudó a ir al baño, el que estaba en la habitación. Se movía lento, ya que, al caminar, lo único que podía sentir era dolor. Cuando se había visto al espejo, quedó un poco asustado. Tenía el rostro hecho un desastre. Había pequeñas heridas en una línea de sangre por toda su cara, los ojos estaban aún inyectados de sangre... como si no pudiese disminuir la cantidad de sangre que acumuló, su ojo izquierdo estaba más hinchado que el derecho. Se estaba asomando poco a poco un color morado sobre él. Ni hablar de que su labio estaba partido.

Su hermano le había dicho que no hacía falta que se cambiara las heridas porque Naomi ya lo había hecho. Todavía no había preguntado por Gina porque tenía miedo de la respuesta pero cuando salió del baño; se encontró con ella.

ADDIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora