1: Primer día de clases.

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—¡Addiel! ¡Tu estúpida gata me ha meado la maldita cama!

Addiel se encontraba dibujando en su cama. Levantó la mirada lentamente y fijó sus ojos en Tony. No le importaba para nada. Su gata ronroneó contra su pierna. Maggie era increíble. ¿Cómo alguien podría odiarla?

—La institución no permite animales. ¿Por qué tú, suertudo, tienes uno?

—Porque a Regina le agrado.

—¿Estás diciendo que yo no le agrado?

—Cree lo que quieras.

—Hablaré con la directora —Tony se acercó frente a él quedando cara a cara. Tenían la misma estatura.

La diferencia era que, Addiel tenía el cabello rubio y sus ojos eran azules, sin embargo, Tony tenía cabello castaño y ojos verdes. Los dos tenían la misma edad. Cuando Addiel fue abandonado en la puerta del orfanato, a la semana, Tony también.

Tony tenía un carácter muy explosivo. Todo lo contrario a Addiel. Mientras el otro explotaba, éste quedaba sólo mirándolo como lo hacía. Aunque... nadie quería ver cuando el rubio estallaba. Regina solía controlar eso por muchas razones.

—¿Crees que eso me importa?

Regina tocó la puerta aún sabiendo que estaba abierta—. Es hora de ir a la escuela.

—Addiel tiene un maldito gato —masculló Tony pasando junto a Addiel para chocar su hombro.

Regina no dijo nada. La directora le había permitido a Addiel desde que empezó a tener 7 años. Se había enamorado de una pequeña gata que estaba abandonada en el parque cerca del orfanato. Maggie era muy pequeña cuando Addiel la tomó entre sus manos y la alzó hacia el cielo para mirarle los ojos. Eran verdes. Se emocionó mucho cuando la vio, pero su expresión cambió cuando notó que unas de sus patas estaba herida. Se volvió loco. La iba a rescatar.

—¡Tengo que salvarla! ¡Está lastimada! —Llegó gritando al orfanato.

Addiel había hecho que todos salieran de sus respectivas habitaciones. Regina salió preocupada. Se encontró con Adriel llorando y desesperado por salvar a una mascota.

Ella podía decirle que sí, y sí, y sí a todo porque Addiel era especial para ella, pero la directora podía decirle que no, entregarlo en adopción a otra persona o buscar otro método. La sra. Flirch habló con la directora que Maggie iba a quedarse sólo unas semanas.

Aunque... han pasado 10 años y Maggie seguía allí. Maggie siempre estuvo allí. Los 34 niños que estaban en ese hogar aún se quejaban de Addiel porque él tenía ciertos privilegios. Y era uno de los primeros en llegar, aparte de Tony, entre otros.

—Addi, necesito hablar contigo.

Addiel se sentó en la cama, a lo que ella hizo lo mismo. Esperaba que nada grave hubiera sucedido. Sí algo pasó, jura no haber sido él. No solía controlarlos pero... no fue esta vez. Tragó saliva.

­—Es tu primer día, otra vez —dijo ella. Addiel asintió—. Sin locuras y sin poderes, ¿de acuerdo?

—Siguen aquí —apuntó hacia su pecho.

—Addiel, lo sé —asintió—. Pero hasta que no sepas cómo controlarlos, tienes prohibido usarlos.

—Ya entendí.

Regina acarició su cabello y se levantó. Ella era la mejor de todas.

Cuando llegó a la preparatoria se encontró con muchas personas. Otra vez. Pero éste año sería diferente solamente porque descubrió algo. Descubrió como sus poderes podían ser muy fuertes. A los 10 años, la sra. Flirch vino tan amorosa a decirle:«Ten. Esta carta era de tus padres». Regina siempre le contó sobre todo y jamás le había ocultado algo. Addiel era una chico inteligente para ella pero cuando leyó que era un monstruo... no lo entendió.

ADDIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora