21: Entrenamientos.

9 5 0
                                    

—¿A dónde estamos yendo realmente? —preguntó Quentin mientras seguían corriendo.

—No lo sé —respondió Addiel.

Y era así. No sabían. Hace casi diez minutos estaban corriendo. Habían perdido de vista a los policías y agradeció que estaban todos juntos aunque habían perdido rastros de Jessie y Corey hace algunos minutos atrás. No parecían tan malos pero, de todas maneras, no confiaba en nadie. Ni siquiera en sí mismo.

—¿Y ahora qué? —Se detuvo Gina. Estaba muy agitada para ser exactos—. ¿Qué haremos?

—Estaba pensando —Naomi respiró hondo para tomar aire— que no nos queda mucho tiempo.

—¿A qué te refieres? —miró Addiel a ella, apoyándose en un árbol para tomar aire también—. ¿Cómo qué no nos queda mucho tiempo?

Asintió.

—Claro. Van a volver a buscarnos. Y siento tanto romper este clima hermoso que estamos teniendo como familia pero va a durar poco. Miren, cuando fuimos a buscar a Daniel aprendimos algo, ¿okay? Primero, es poderoso. Segundo, hay muchísimas personas colaborando con él y tercero, todos están entrenados para pelear. Tenemos que dar un paso más adelante que él. Sé que podemos salir heridos o tal vez, incluso, hasta morir pero él no nos dejará en paz. No te dejará en paz —miró a Addiel.

—¿Y qué tienes en mente? —preguntó Tony.

—Creo que eso de prepararnos —dijo Naomi, y miró a Gina—. ¿No?

Gina ya sabía a lo que se refería así que, bufó, y asintió.

—De acuerdo. Entonces empecemos.

Nadie sabía a lo que ella se refería realmente hasta que llegaron a la casa de las chicas. Naomi, bajó a un sótano (que, por cierto, Addiel no podía creer que tenía un sótano) y mostró para los chicos que tenía muchas clases de armas, dagas, y navajas, obviamente que Tony hacía muchísimas preguntas pero no podía responder a todas ellas. Sólo dijo que, ellas las había guardado para un momento especial (esto no era especial pero era importante), y que las había conseguido por medio de alguien que trabajaba con armas. Según ella, no era para nada ilegal pero Tony no estaba muy seguro de ello. Luego de aquello, se habían ido todos a dormir y a bañarse por supuesto.

—¿Cree que le gustará?

—¿Se te ocurre otra cosa, Gina? —dijo Tony—. Creo que es lo mejor que tenemos.

—No quiero decir eso, ugh, eres un idiota.

—Están haciendo demasiado ruido —dijo Addiel colocando la última vela en el pastel—. ¿Cuánto era?

—Era trece —respondió Naomi—. ¿Escucharon eso? Creo que entró al baño. Okay, preparen todo. ¡Escóndanse!

—No entiendo por qué hacemos esto, lo vamos a espantar —dijo Addiel rodando sus ojos y escondiéndose detrás del sofá—. Yo hubiese preferido regalarle un arma.

—Cierra la boca —lo regañó Tony.

Quentin, para ser sincero, en éstos últimos meses había dado un gran salto, y con eso se refiere a que estaba más alto que antes. Para cumplir trece años, creo que estaba más alto de lo normal. Y más maduro. Aunque no sabía si eso era bueno o malo, pero estaba más duro consigo mismo. Addiel cree que, tal vez, por todo lo que ha pasado éstos últimos días o meses.

—¿Dónde están todos? ¿Me dejaron o...?

—¡¡SORPRESA!! —gritaron todos a la vez.

Aunque el que menos se escuchó fue Addiel, bueno, lo intentó. Es que estas cosas le parecían raras. Sinceramente, le hubiese regalado un gato o un arma que le haría falta en muchas ocasiones a partir de ahora.

ADDIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora