25: Nuevos aliados.

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Habían acordado un plan que se supone que debía funcionar. No era fácil. Jared le había confiado algo muy valioso a Naomi ese día.

—Tal vez encontramos una forma de debilitarlo y con ello, sus poderes. Pero es muy peligroso.

—¿Qué quieres decir?

—Que existe la forma de inhibir sus poderes. Pero no queremos asesinarlo. Tu papá es un Cyano. No es fácil destruir a los Cyanos.

—Lo sé —dijo ella—. No veo otra forma que no sea matarlo. A veces me asusta pensar en que solo quiero acabar con él.

—No somos los únicos —dijo Jared—. No somos el único Sector que tu padre quiere destruir. Y no somos el único Sector que quiere destruirlo. Nosotros no pensamos en matar al menos que nos toquen a uno de nosotros. Es una regla. Y las reglas hay que cumplirlas.

—¿No son los únicos?

Jared negó con la cabeza.

—Claro que no. Él también debería asustarse.

—¿Quiénes quieren destruirlo?

—Los demás Sectores, Naomi.

—Sabía que había otros Sectores pero no tenía idea que también lo querían muerto. Debí imaginarlo, él los quiere destruir primero.

—Es un mito viejo, Naomi. Hace años atrás, aquél líder que destruía siete reinos, se convertía en líder supremo de un solo reino. Por ende, todo el poder recae en él. Al pasar el tiempo, esos ocho reinos se convirtieron en Los Ocho Sectores con ocho líderes al mando.

—¿Qué tan cierto es ese mito?

—Noventa y nueve por ciento. Solo que de los ocho líderes que hay en los Sectores, uno solo es un psicópata asesino.

—Mi padre.

—Exacto.

—Ni siquiera tiene una justificación. Realmente está podrido por dentro —dijo ella indignada.

Luego de ese día, unas semanas habían pasado y decidieron ir hasta dónde se encontraba Daniel. En realidad, sólo querían chequear si el Círculo seguía en el mismo lugar. Le habían llegado información de que allí ya no se encontraba Daniel.

La primera misión era simple: Verificar la ubicación de la mansión. Ya eran casi dos meses sin ver a Addiel y para Gina estaba siendo cada vez peor. Mencionó a Naomi sobre la mascota con su dueño, y su amiga confirmó los hechos. Gina estaba transitando algo parecido a un duelo. No porque ella quisiera sino porque al haber sido la mascota también de Addiel y no estar con él, no verlo, ni hablarle, entre otras cosas, parecía que... la hubiese abandonado de la nada. Era ese mismo sentimiento de abandono (por más que no haya sido exactamente así).

Naomi sacudió a Gina mientras ella estaba durmiendo.

—Gina —la llamó—. Despierta, Gina. Tienes fiebre otra vez. Bebe un poco de agua.

Gina se sentó lentamente en su cama, mirándola con los ojos soñolientos.

—¿Tengo fiebre?

—Y mucha.

—¿Qué hora es?

—Son las once de la noche. Te acostaste sin cenar, ¿recuerdas? Te traje algo para que puedas comer.

—Lo siento. No tengo hambre. Gracias —dijo ella, bebiendo agua.

Naomi resopló exasperada. Se sentó a los pies de su amiga mirándola.

—Podrías morir si sigues así, Gina.

—Estás exagerando.

—Gina —habló Naomi en un tono firme—. Comes muy poco, duermes demasiado, tienes fiebre cada semana, a veces estás agresiva y triste. Cómo... perdida. ¿Tienes idea de lo horrible que es verte de este lado?

ADDIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora