Capituló 51

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Por ellos.

Génesis

Me toco el vientre y no puedo evitar sentir una alegría en lo más profundo de mi alma. Jamás me había pasado en mi mente tener hijos pero ahora es lo único que mantiene a flote.

La solo idea de imaginármelos me mantienen con ganas de vivir, «¿A quien se parecerán?» me los imagino siendo dos bolas de grasas sonrientes.

He pensado en varios nombres pero ninguno me termina de encantar «¿primero debería saber su sexo?» me regaño a mi misma por pensar en cosas banales sabiendo que lo primordial es salir de aquí.

Seis días en cautiverio donde he sufrido golpes que pueden dañar a mis bebes, ya no voy a ponerlos en peligro. Si Maximiliano quiere una alianza, entonces eso le daré.

Ya no quiero perder tiempo en este lugar, necesito negociar mi salida. Me miro al espejo y me doy cuenta de lo obvio «solo me tengo a mi» y solo conmigo saldré de aquí.

No me casare con él para tener una alianza, primero la mafia de sangre me destierran antes de que un italiano sea una parte fundamental de la organización, pero puedo ofrecer beneficios de socia.

Ya no me importa la memoria de Rustem, no perderé la oportunidad de salir viva de aquí por un muerto. Tengo que ser de acero si quiero protegerme a mi misma y a los seres que llevo en el vientre.

Que todos se vallan a la mierda, solo importo yo y mis hijos, no me importa negociar con Belial por mi libertad.

Quiero vengarme pero ya no por Rustem, si no por mi. No voy a dejar a ningún hombre vivo que me haya dañado, no habrá alguien que pueda joderme.

No quiero a Maximiliano Al Capone vivo, mientras él exista será una amenaza para mi y mis niños, y cabos sueltos no pienso dejar.

Me levanto de mi cama y me miro al espejo,  «ya no mas» acomodo mi cabello en un chongo y me pongo uno de los vestidos de mi closet.

Uno de los guardias que están atrás de mi puerta traen a una de las mujeres que me cuidaron de los golpes.

—Quiero desayunar— le digo cuando la mujer entra.

—¿Gusta que se lo traiga a su recámara?

—No — digo tajante — quiero desayunar en el jardín.

Me sonríe y me ayuda a caminar, aunque ya estoy mejor los golpes de los antiguos días aun tienen secuela, se me dificulta moverme con normalidad.

Varias empleadas traen un banquete. Miles de diferentes panes, todo tipo de jugos y un cóctel de fruta llenan la mesa. No se por donde empezar, tengo días que no me alimento así que me devoro todo lo que tengo enfrente.

Un hombre de cabello dorado y ojos verdes perfectamente cambiado entra al parámetro de mi vista «Maximiliano» su loción llega hasta mi olfato. Desde lejos se ve intimidante pero de cerca es aún más.

—Que gusto verte mejor — me saluda.

—Estuviera mejor en mi casa — le busco los ojos intentando descifrarlo pero no lo logro.

—Deberías acostumbrarte ya que no quieres ceder — se cruza de brazos y me regresa la mirada.

«Maldito y mil veces maldito» jamás me voy acostumbrar a dormir en el mismo techo en que tú.

Deseos imparablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora