Sin ti.
Marc.
El tórax me arde. Corro disparando a doquier intentando alcanzar la puta camioneta donde veo que la llevan.
La frustración me gana y no puedo evitar gritar al ver que me arrebatan a lo que mas quiero. «¡No la voy a perder!»
Tomo mi arma y corro disparando. Siento que me clavan un puñal en el estómago cuando veo que la camioneta solo se pierde.
Gritó del enojo y frustración hasta que la garganta me arde. Me devuelvo buscando respuestas.
Tomo al primer hombre italiano que encuentro y lo sujeto del cuello. El imbecil
se ríe en mi cara y le estampo la cabeza en el suelo.—¡Donde la tienen! — gritó vuelto loco — ¡Dímelo!
La respiración me hace falta y la desesperación me está consumiendo.
—No la volverás a ver.
Me enfurezco y lo golpeo en la cara. Mis puños sangran y termino por dejarlo inconsciente con la cara desfigurada.
David se avienta a mi intentando que pare pero no lo hago. Me aferro de la camisa del hombre y no dejo de golpearlo desesperado.
«No puedo perderla»
—¡Tenemos que irnos! — grita Irina jalándome.
—¡No! — la encaro — ¡No pienso irme sin saber dónde está!
—¡Si nos quedamos nos matarán a todos y no podrás encontrarla jamás!— desespera.— ¡No seas egoísta!, ¡piensa en tu hija!
Lo último me hace volver del transe.
—Inició operación descenso — dice Bernardo desde el audífono.
Que se larguen ellos pero no me pienso ir sabiendo que deje que se la llevaran. David lidera a varios soldados disparando en un intento de evacuar.
Los recuerdos de cuando se llevaron a Melissa vienen a mi mente «no de nuevo» «no la voy a perder»
—Arma un escuadrón de rescate — aparece Valeria con los ojos llorosos — no podemos irnos — se le rompe la voz.
Bernardo la jala pero se suelta rogándome que tenemos que hacer algo. Su desesperación no se compara a lo que yo siento. Mi mundo se está cayendo en pedazos de solo imaginar lo que le podrán hacer.
La sangre me hierve y siento que las costillas se me rompen «Raptada» la idea del calvario que va a vivir o de solo pensar que no la volveré a ver pero termina por hacerme perder el control.
—¡Nos devolvemos! — les indico a todos los soldados.
La cabeza me arde y la respiración me cuesta. «No se que hacer» pienso en la búsqueda de soluciones pero no encuentro y termino por explotar.
—No — se interpone David cuando intento regresar — ¡Si vas morirás!
—¡No te metas!
—¡Si lo hago! — desespera — ¡No le diré a tu hija que también perdió a su padre!
Lo ignoro y me encamino a la salida. David me sujeta con ayuda de Bernardo los soldados levantan las armas al ver que se ponen en contra del general supremo.
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Deseos imparables
Roman d'amourDos hombre que querían cambiar el mundo y una mujer que les cambiara el suyo. Acabaron los días de jugar con muñecas, es hora que Génesis tome el lugar que le corresponde como la heredera de los Beger, una de las mafia más poderosas. Pero su entrada...