32. Mano amable

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— ¿No crees que soy patético?

—No.

Yeosang toma la mano del león que se esfuerza por mantener la cara hacia un lado y que el otro no lo vea, casi escondido en un rincón de la habitación. Yeosang se sienta delicadamente en el regazo ajeno y lo toma del rostro con cariño.

Le sonríe amable y amoroso, pasando sus dedos por la piel corrugada del lado derecho del rostro adulto. El león con su ojo casi desaparecido y parte de su cara severamente quemada. Culpa de ácido, un ácido que casi lo mata, pero logró sobrevivir.

Quedando con la enorme cicatriz en casi la mitad de su cara y parte de su cabeza sin pelo que pueda salir.

—Vi una película donde quemaron a alguien así, esa persona grito mucho porque dolió mucho—Las orejas redondas con pelaje amarillento se curvan hacia abajo, con los ojos del otro aguados, el rostro enrojecido, respiración irregular—, pero usted está vivo, está bien ¡Pudo aguantar eso! Es como un super héroe. Yo creo que es genial. —afirma sonriendo amplio y ululando.

El león solloza. Nadie lo cree genial. Al menos eso piensa. Si saliera de este cuarto, lo rechazarían y mantendrían lejos por su cicatriz enorme, por haber sido una víctima en lugar de defenderse. Sería un paria. Un león patético.

Yeosang le dice que es todo lo contrario: que es impresionante, que es fuerte, todo a pesar de la evidencia de sud debilidad. Moquea y acaba empezando a llorar, abrazando al avia que lo hace de regreso.

—No tenga miedo señor león. Va a estar muy bien. —asegura Yeosang entre risas. El tierno sonido calando en lo profundo de su mente y logrando hacerlo sentir querido y acompañado por primera vez en años.

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— ¡Wow~! Jamás había visto a una mujer así de genial.

— ¿Te gusta?

—Sí. Es impresionante.

—Mira esto.

Yeosang junta las piernas y se cubre la boca con las manos, sus alas levantadas y la sorpresa sin límite: la mujer puede levantarlo con una sola mano y apenas tiembla. Empieza a aplaudir y ella lo vuelve a dejar en el suelo, haciendo una reverencia con la cabeza. Su cuerpo musculoso y de piel tostada a medio exponer por la ropa deportiva.

—Entrena mucho porque no tiene garras ¿Cierto? —dice Yeosang. Tan evidentemente indiscreto y curioso, que ella ni siquiera se molesta.

A pesar de que le ruge a cualquiera que se lo mencione.

—Hay que buscar la fuerza de donde sea—asegura la mujer con su cola de tigre ondeando—. Hay que demostrar que se puede dar peleo hasta con la última arma: nuestro cuerpo y su poder—explica ella y Yeosang asiente de acuerdo—. Quizá me quitaron los colmillos y las garras, pero puedo molerlos a golpes si tratan de hacerme algo de nuevo.

— ¡Como una heroína! ¡O una boxeadora...! ¡ROCKY!

— ¿Ya viste esas? —pregunta risueña, apoyando la mano en su cadera. El cabello naranjo y negro cayéndole el hombro—. Que suerte. Con el poco tiempo que tienes aquí, pensé que no habías visto mucho.

Yeosang parlotea, ella sigue haciendo ejercicio, pero con más motivación que antes, sin sentir dolores extraños en el cuerpo. Pura paranoia de que la inyectan, de que la maltratan y mil cosas más; todo ese psico-terror que su mente trae sin falta se alivia por la voz de Yeosang y su tierna presencia.

La hace saber que está en Halazia, que está a salvo y que su compañía, es un tierno pajarito cantor que disfruta hacerla feliz.

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Dangerous Thing || JongSangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora