🌸 𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓥𝓮𝓲𝓷𝓽𝓮 🌸

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Eso no podía estar pasando.

JiMin miró la hora en su reloj de muñeca por dos millones setecientas cincuenta y nueve mil doscientas cuarenta y seis veces, porque no podía creer que ya era de madrugada y YoonGi no había llegado de la veterinaria. No respondía las llamadas, tampoco los mensajes y no había dado señal de vida desde hace muchas horas. Su nena llevaba tiempo llorando sin consuelo porque podía sentir la preocupación que él le transmitía de forma inconsciente y eso la tenía como asustada.

No podía estar tranquilo, no podía siquiera intentar dormir sin saber en dónde estaba YoonGi a esas altas horas de la madrugada y quería en serio consolar a su bebé, pero mientras él siguiera con esa ansiedad en el pecho, ella no podría estar tranquila. Se sentía escéptico, se sentía aturdido por el llanto imparable de ella y por la ansiedad que se lo estaba comiendo vivo.

Había llamado a los amigos de YoonGi e incluso al tal BeomGyu y según ese chico, YoonGi había salido de la veterinaria a las ocho de la noche aproximadamente, que de ahí ya no había vuelto a saber nada más. Su preocupación rodaba en torno a ese Alfa, porque estaba pensando en muchas cosas malas que pudo o podía estar pasándole en las peligrosas calles de Seúl, y quería salir a buscarlo o algo, pero no podía dejar a su nena solamente, tampoco quería alertar a la familia antes de tiempo.

No sabía qué hacer o a quién acudir, por primera vez sentía que algo se le había salido de control y no sabía cómo recuperarlo. La situación se le estaba saliendo de las manos y las emociones negativas estaban queriendo apoderarse de él, de su mente y no quería llegar a un estado de paranoia como los que generalmente sufría cuando pasaban este tipo de cosas, no cuando estaba cuidando a su hija.

Las manecillas del reloj sonando, el llanto de su nena, los latidos de su agitado corazón y el aire soplando con fuerza, nada de eso estaba ayudando a que se mantuviera sereno y calmado. Estaba tratando de mantener la guardia, pero esos ruidos no estaban ayudando para nada y de seguir así, no sabría hasta dónde era capaz de llegar por encontrar a YoonGi.

— Tendré que llamar a mi...

Los ladridos de su can se dejaron escuchar en la entrada de la puerta y enseguida sintió el aroma de YoonGi chocando con sus fosas nasales. Pudo respirar en paz tras saber que había llegado a casa y un poco aliviado dejó a su nena en el moisés para poder levantarse del sofá e ir a recibir a ese Alfita con miles de preguntas por la hora en la que estaba llegando y por el susto que le había hecho pasar durante mucho tiempo.

— Nene, ¿en dónde... estabas?

Muy confundido entró al pasillo que daba a las puertas principales de la casa, miró entonces a YoonGi intentar cerrar la puerta bajo llave, tratando de meterla y fallando en cada intento, como si estuviera fuera de sí o algo por el estilo. Con el ceño fruncido se le acercó en busca de averiguar lo que estaba pasando, el motivo por el cual estaba actuando tan perdida y desequilibradamente.

— Yoon...

— No me toques, Omega.

Tras querer sujetar a YoonGi del brazo para que se mantuviera de pie, ese Alfa lo empujó con tanta fuerza que lo hizo retroceder y sostenerse del pilar para no perder el equilibrio. Notó en eso que YoonGi tenía la mirada bien perdida y que se estaba riendo por lo que había hecho, siendo hasta después que sintió el intenso olor a licor saliendo de esa boca inofensiva.

Ese Alfa nunca había tomado más allá de una copita de champán o vino, jamás lo había hecho porque tenía una enfermedad hereditaria que no le permitía consumir mucho alcohol y era algo que compartía con Zael. No entendía cómo pudo haber sido tan irresponsable en irse a tomar a saber con quién, sin tomarse la molestia de enviarle aunque sea un tonto mensaje como para que no se preocupara de puro gusto.

🌸 *:・゚ 𝓞𝓶𝓮𝓰𝓪 𝓟𝓮𝓬𝓾𝓵𝓲𝓪𝓻 ゚・:* 🌸 YoonMin [ 𝓛𝓲𝓫𝓻𝓸 𝓓𝓸𝓼 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora