「Temp. 2-00」

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『Don't Text Me Back』

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『Don't Text Me Back』

🌙

Entre las sombras del mayor terror que hubiera conocido jamás su respiración comenzó a agitarse, solitario, abrumado, como si hubiera nacido sin corazón, recordando un rápido latido que se perdió, lo soltó alguna vez y nunca más lo volvió a escuchar. ¿Por qué había un terremoto? El movimiento sonaba como un ritmítico "pum-pum" "pum-pum" que le quebraba por dentro, que rompía su hogar, las sombras a su alrededor y él, como un pequeño niño, frágil, apretaba su peluche entre sus manos, un recuerdo de su llegada, tan bonito y tan misterioso.

Con unas tímidas lágrimas apunto de caer, el pequeño castaño se abrazó junto a su mejor amigo de algodón y, por alguna razón asustado, observó como una flor nacía delante suya, se ergía y poco a poco se abría ante sus ojos.

En cuanto pudo ver su interior, los órganos reproductores de la flor, su quebradiza voz gritó en alto.

"¡Mamá!" Gritó asustado, "¡Mamá!" Volvió a repetir.

Hasta que movido por el temor, despertó.

—¡Mamá!

Despertó en su nuevo hogar, una cabaña tan rota, tan oscura pero a su vez iluminada con la luz de la Luna que parecía servirles su gratuita brillantina. Aunque un poco confuso de si había gritado en alto o no, apretó la sábana y casi, por un pequeño apretón interno, se orinaba encima. Joder, que susto ver unos ojos verdes, brillantes y altos en mitad de la noche, de la oscuridad; dejando que su visión se acostumbrara a la noche, lució una figura femenina y elegante que le observaba, también algo asustada por su grito.

—¡Aaaah!—Respiró.—¿Qué haces en mi cuarto?

La muchacha, que nerviosa por el grito y la situación, pues se había colado en su habitación solo para observar si el pequeño de 13 años dormía bien, dio unos pasos hacia atrás, resonando el tacón de sus zapatos, eran autenticas agujas y aún asi los había llevado por horas y no mostraba signos de cansancio o dolor.

—N-Nada, nada...este...la puerta estaba abierta y te vi un poco mal jeje.

Se le daba fatal mentir, no era una chica muy mentirosa y recordaba que jamás lo fue, quizás el "Ya he merendado" o "Voy bien para el exámen" más típicos, pero nada más. La pelinegra continuó dando pasos hacia atrás dispuesta a irse mientras tocaba la máscara que colgaba de un cinturón de su cintura.

—¿A esta hora?

El pequeño levantó una ceja, no le creía nada pero de todos modos no le sorprendía mucho, incluso no sentía temor o rechazo.

—Esto...Síii, ¿Por qué no?

Se puso las manos a la espalda sin ocultar nada más que la vergüenza, y bueno, la verdad también pero eso era secundario. El más pequeño sospechando de su respuesta no tuvo más que aceptarlo, aún con un torbellino de emociones en su pecho que estaba apunto de llevarselo por delante.

La pelinegra no natural se dio la media vuelta dispuesta a irse pues en su cabeza ya había hecho mucho el ridículo, casi estaba sudando. Le había escuchado gritar "Mamá" mientras ella le observaba para asegurarse de que estuviera bien.
¿Se referiría a ella? Probablemente no, no le tenía ese cariño, apenas lo conocía.

—Espera.

Elevó un poco la mirada al ser detenida y se giró a verle, atenta a su petición.

—¿Sí, qué ocurre?

El pequeño Jhaen, hijo de quien era hijo, no lo sabía pero esa mujer jamás era tan amable, tan tranquila al hablar, se había relajado con él, haciendo de su tono de voz algo más dulce y cálida, como si algo por dentro la calentara a tener ese tacto.

—¿Podrías...quedarte a dormir conmigo?

Jhaen susurró con temor, pero el silencio aterrador de la casa era suficiente para que llegara a escucharlo. Que lástima, había tenido pesadillas y ahora, aunque estaba acompañado de un pequeño peluche en forma de conejo azul, necesitaba de la verdadera compañía.

Que dulce, ni siquiera parecía que había matado a dos adultos.

Ella simplemente asintió y de ahí no se dirigieron más la palabra.

Mientras el pequeño Jhaen se echaba a un lado de su cama, pegandose a la pared, Jane se sentaba en la orilla de la cama para quitarse los tacones que habían acompañado el compás de la noche -cosa que a muchos no le molestaba pues estaban acostumbrados desde que ella vivía allí- y se acostó al lado del niño, moviendo su vestido entre las sábanas para acomodarse.

Dormido, tan inocente, probablemente tenía la mente psicótica de su padre...¿O la suya? Suspiró, que dolor de cabeza, que dolor de pecho.

¿Por qué se sentía tan culpable? Su corazón sabía que estaba ligado al suyo desde que nació, fueron uno durante muchos meses para después desecharlo para ¿Qué? Su padre no quería cuentas con ella y Jhaen menos.

Cuantos errores cometidos.

Cuantos errores cometidos

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•Sorpresa. No se preocupen, les refrescaré la mente de la primera temporada pronto.

Hemotoxin-

Text me back 『Janeff』HIATUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora