Capítulo 16: Psicopatis agudis

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Madison

Esta niña es demasiado tierna.

Luciana lleva hablándome de sus muñecas unos veinte minutos y la verdad es que no me aburre en lo absoluto, le gusta hablar mucho, es como una mini Isa, pero su cabello es una mezcla de rubio y castaño, parecido al de su madre.

Tenía una idea equivocada sobre Raquel, pensé que sería un ogro, o que intimidaba tanto como su hijo, sin embargo, es un amor de persona, demasiado amable. Me pregunto a quién se parecerá Ian, él es diferente a ella y no hablo físicamente, porque si a eso vamos, comparten muchos rasgos, como el color de sus ojos.

Desde que llegamos, Raquel me ha tratado muy bien, no puedo quejarme y ni se diga del mayordomo que nos recibió, Mario, dijo que se llama, podría decir que Ian y él comparten algún vínculo sentimental.

El sofá donde estoy sentada es muy cómodo, sin hablar de que la casa es lujosa, muy lujosa, y la decoración preciosa. Las paredes son blancas con detalles y molduras doradas, el suelo está hecho de mármol blanco con vetas negras. Al pie del vestíbulo están las escaleras que conducen al piso de arriba, son blancas con una alfombra roja y dorada, así como en las películas.

—¿Quieres ver mis muñecas? —pregunta con su aguda y tierna voz.

—Claro —sonrío, baja del sofá en un rápido movimiento y sube las escaleras.

Me gustan los niños, creo que eso es evidente. Cuando me sentía mal estando en el orfanato, una manera de despejar mi mente y no pensar en cualquier cosa que me estuviera agobiando era pasar el rato con los niños más pequeños, jugaba con ellos lo que quisieran. Y me tranquilizaba, así que era una buena manera de estar en paz.

Los niños son tan frágiles, tan puros, que no me cabe en la cabeza como pueden dejarlos en un orfanato, tan pequeños. Mi caso fue diferente yo llegué cuando tenía catorce, si no me equivoco, y yo conocí a mis padres, compartí más tiempo con ellos. Pero los niños que están allí, no, la mayoría llega de dos o tres años, máximo cinco, incluso de meses.

Y es tan devastador saber que no saben que se siente tener una familia, que si bien yo no la tengo ahora sé lo que es, y es lo mejor cuando sabes que tienes a alguien que puede cuidarte y amarte.

Nunca han escuchado un te quiero, un te amo, nunca se han sentido queridos ni han tenido unos brazos que puedan acogerlos.

La mayoría de las personas que llegan al orfanato siempre buscan bebés, y lo máximo que quieren a veces son niños de un año, así que podrán imaginarse como se sentirán aquellos que saben que no serán adoptados.

A veces cuando salía al jardín del orfanato encontraba a algunos niños llorando por esa razón, unos querían que los adoptarán y otros que sus padres volvieran por ellos, y otra porción de ellos quería conocer a sus padres.

Es algo que no deberían tener que experimentar. Todo niño merece la oportunidad de tener un hogar amoroso.

Antes de venir a la universidad les prometí que volvería a visitarlos, pero aún no se ha dado la oportunidad, y también debo asegurarme de que tronchat9oro no esté, esa señora no es de mi agrado y estoy segura de que tampoco se gana el de los niños que viven allí actualmente.

Maldad. Es un buen término para describirla un poco. Compasión y empatía. Le faltan. Cada vez que tenía la oportunidad de castigarnos por cualquier mínima cosa lo hacía, y no me refiero a esos castigos que te ponen en un rincón. No.

Como ha sido siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora