Capítulo 18 : Sentimientos compartidos.

49 2 3
                                    

Madison

A veces pienso que Nati odia verme dormir.

Abro mis ojos lentamente debido al sol que entra a través de la ventana y los vuelvo a cerrar parpadeando varias veces para poder enfocar la vista, cosa que no pude hacer.

—Nati…—murmuro adormilada— Cierra las cortinas.

Nati no contesta, así que supongo que no está en la habitación, simplemente me estiro un poco para tratar de alcanzar la orilla de su cama y ver si esta y… Espera, mi cama no es amplia, apenas entro yo, como es que…

Me levanto de golpe y me arrepiento al instante, un dolor lacerante invade mi cabeza y mi vista empeora. Me dejo caer de nuevo hacia atrás y espero unos minutos para volver a abrir los ojos.

Me levanto con más cuidado y empiezo a evaluar cada rincón de la habitación. Es moderna y elegante con una vista panorámica de la ciudad a través de ventanas de piso a techo, cubiertas parcialmente por cortinas translúcidas que permiten ver claramente la vista exterior.

El diseño de la habitación es lujoso, con tonos oscuros que contrastan con la iluminación suave del interior. Hay un sofá azul marino cerca de la cama y sobre él una manta, un par de mesitas de noche flanquean la cama, cada una con una lámpara. Hay dos puertas a la derecha, así que puedo suponer que una lleva al baño y la otra podría ser el clóset.

Me levanto con cuidado, ya que mi cabeza sigue dando vueltas, mucho más cuando fijo mi vista en las ventanas. Claramente, no estoy en el colegio, entonces… ¿Dónde estoy?

Mi cabeza duele, mi vista está peor, así que me encamino a la que supuse era la puerta del baño, pero era la del clóset, así que entro por la otra. Me inclino sobre el lavabo y con mis manos llevo agua hasta mi rostro. Me evalúo a través del espejo y no estoy tan mal como creí, pero no llevo puesto el vestido, sino una camiseta, de un hombre.

No recuerdo nada de anoche, aparte de lo que pasó antes de estar ebria, pero después solo estoy en blanco. No sé qué hice, ni quién pudo haberme traído a este lugar.

—Eres bruta, Madison, ¿Cómo se te ocurre beber hasta la inconsciencia? —me reprendo mirándome a través del espejo. Decido salir de la habitación para ver si hay alguien más.

Quizás me ha secuestrado algún maniático.

O el desgraciado de Ian decidió venderme porque su familia se quedó sin dinero. Aunque eso no tendría mucho sentido.

«Estás loca».

¿Qué? Todo se vale.

Al salir de la habitación me encuentro con una puerta al frente y una un poco más lejos. Hay una escalera —lo que significa que es un departamento más grande de lo que creí, un Penthouse quizás—, así que bajo lo más lento y cuidadosamente posible, tratando de no mirar a los lados, enfocándome solo en los escalones. Parece que quien sea que me haya traído aquí le gusta verme sufrir, aquí abajo también hay ventanas de piso a techo.

Analizo todo a mi alrededor como si fuera a descubrir quién me trajo aquí, al parecer no hay nadie, y ahora solo me queda esperar. Me siento en el reposabrazos del sofá curvo color azul marino mirando todo con curiosidad.

Al igual que la habitación, la sala de estar está diseñada con muebles contemporáneos, aparte del sofá donde estoy sentada, hay mesas de centro circulares y sillas adicionales que crean una atmósfera acogedora.

Como ha sido siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora