Capítulo 44: Invasión al presente.

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Madison

Volvimos a Washington ayer por la tarde y desde entonces estoy estudiando.

Fue el mejor fin de semana de mi vida.

Observo a Nati caminar de un lado a otro en la habitación y frunzo el ceño, me está distrayendo, lo admito, así que cierro mis cuadernos y los libros.

—¿Ya has terminado? —cuestiona con rapidez.

—No, pero ¿Qué te sucede? —pregunto, acomodando el desastre que es mi cabello. Ella se sienta a mi lado en la cama y sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas.

—Damián y yo… Terminamos —susurra y deja salir un sollozo. Abro mis ojos con sorpresa y la atraigo hacia mí para abrazarla.

Llora en mi hombro, dejando salir lo que lleva dentro. No entiendo qué sucedió; parecían estar bien. Acaricio su cabello con ternura, susurrándole que todo mejorará, y ella solo se aferra más fuerte a mí, como si pudiera encontrar consuelo en mi presencia.

Las lágrimas empapan mi blusa, pero no me importa. La tristeza que emana de ella es abrumadora, y quiero ser su refugio. Poco a poco, su respiración se va calmando. Levanta la vista, sus ojos llenos de vulnerabilidad.

—¿Quieres contarme?

—¿Recuerdas que un día te dije que discutimos y fui con Isa? —asiento—. Desde allí las discusiones no pararon, eran por cualquier cosa, podían ser empezadas por mí o por él. Fingimos estar bien, pero en el fondo sabíamos que no era la realidad —limpia sus mejillas—. Hoy fuimos a desayunar con sus padres y me enteré de que se irá a Londres en unos días, va a continuar su carrera allá y con el negocio de su padre.

—Ay, Nati…

—No me dijo nada, no sé si pensaba hacerlo —mis brazos la envuelven de nuevo, compartiendo sus sentimientos—. Me ha dicho que me ama, pero sus acciones dejan mucho que desear. Ninguno está preparado para una relación estable y, lo más doloroso, es que separarnos es lo mejor.

Ian

Camino por la habitación sin saber qué hacer, ¿Debería colocar los globos a la derecha o a la izquierda? Soy un inútil para esto, siempre pago para que hagan este tipo de cosas, ni idea de qué mosca me picó hoy.

Después de pegar los globos en el techo y que las cintas queden guindando, tomo a las mini cositas y les ato un globo a cada una. Enciendo unas velas y las coloco en algo más o menos alto para que no se acerquen a ellas, me planteo esparcir los pétalos de las rosas por todo el piso, y lo hago a pesar de que se las pueden comer y, por último, coloco el ramo de peonías sobre la cama.

Escucho leves golpes en la puerta y bajo las escaleras corriendo para ir a abrir. Respiro profundo y me llamo idiota internamente por sentirme nervioso. Cada vez voy peor.

—Hola —la saludo al verla frente a mí. Ella extiende sus brazos y me da un gran abrazo seguido de un delicioso beso.

—Hola —murmura contra mí.

Nos arrastro hasta adentro y cierro la puerta.

—Feliz día de San Valentín —le sonrío y esparzo besos en sus mejillas. Se aparta de repente y me observa con la boca abierta.

Como ha sido siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora