Capítulo 6: Emociones

45 4 0
                                    

Madison

—Nosotros ya lo terminamos ¿Y ustedes? —pregunta Jimena.

Estamos en el dormitorio conversando luego de haber llegado de la casa de Carlos, cuando llegamos ya las demás estaban en la sala y comenzamos a hablar de muchas cosas.

La habíamos pasado bien con Karol, es una mujer muy amable y empática, no volvió a tocar el tema de anoche y eso se lo agradecimos bastante.

Digamos que para nosotras el hecho de cómo llegamos al orfanato, es un tema un poco incómodo, pero más que nada sensible, cada una tiene su historia, y a pesar de que no estábamos en el orfanato por las mismas razones, fuimos llevadas por las personas que considerábamos más importantes en nuestras vidas, por aquellas que un día dijeron amarnos y al otro se olvidaron de nosotras.

Y eso es lo que hace que nos sea tan complicado hablar de ello, porque recordar cómo te dejaron allí, en las condiciones que lo hicieron, por las razones que lo hicieron, las personas que te llevaron y sobre todo que se hayan olvidado de ti, hace que sea difícil. Delicado, e inclusive, doloroso.

Por eso siempre evitamos a toda costa responder cada vez que preguntan como habíamos llegado a ese lugar.

En cuanto a Ian, él no habló de mi derrumbe frente a él en ningún momento, ni siquiera en el camino de regreso. Se ofreció a enseñarme a jugar voleibol —es muy bueno en eso y también en fútbol—, ya que le he dicho que me apetece un poco, pero no estoy totalmente segura, así que me dijo que si me decidía él estaría practicando en la cancha.

—Sí, menos mal, solo queda entregarlo mañana —respondo exasperada.

—Oye ¿Y cómo te fue en casa de Damián? —le pregunta Camila a Nati. Alzó una ceja, no sabía que había ido a su casa.

—Déjame decirte que él no se parece ni en la mitad a su madre —habla Nati— en serio, él es tan… arrogante, odioso, estúpido, es muy él y sus madre es todo lo contrario, es una persona muy amable.

—Uuuh, se ve que lo conoces bastante —bromea Dani para fastidiarla.

—Se nota a mil metros de distancia que es así, tonta.

—Bueno, ¿cuánto tiempo pasas con él? —pregunta Camila.

—Exacto ¿cuánto tiempo?

—bu-bueno yo…—titubea buscando una excusa convincente— no he pasado mucho tiempo con él, ridículas, solo se ofreció a presentarme a su madre porque es chef.

—Si tú lo dices —digo suspicaz— así será. Por ahora yo las dejaré y me iré a la cancha, nos vemos luego.

—¿Qué harás allá?

—Ian le enseñará a jugar voleibol y la está esperando —explica Isa, le he contado cuando veníamos subiendo las escaleras.

—Así que Ian, ¿no? ¿Qué te traes tú con él, Madison Sophia? —pregunta Dani.

—Nada solo me enseñará a jugar, es todo —me encojo de hombros.

—¿Qué nos has ocultado Madison? —dice Nati enarcando una ceja.

—Nada —dice a la defensiva— les cuento casi todo, ¿no? ¿Qué podría ocultarles?

—Yo los vi anoche en el jardín de la casa de Carlos y estaban abrazados —les informa Isa con una sonrisa mientras se come una galleta.

Voy a matarla, la muy mentirosa se hizo la dormida.

—Espera… Tú no soportas el contacto físico con un chico, apenas te tocan, te pones histérica, a duras penas puedes tener a uno cerca —Dani está sorprendida y bastante confundida también.

Como ha sido siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora