Capítulo 45: Más Oscuridad en el Paraíso.

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Ian

Observo su silueta entre las sábanas y sonrío.

Acaricio su brazo con las yemas de mis dedos, su rostro se nota impasible y me siento bien al saber que no tiene pesadillas. Después de lo que me contó hace tres días, ha estado un poco decaída, sin muchos ánimos, solo estudia, trabaja y duerme, es como si estuviera en automático. No se ha sentido segura en la universidad, dice que lo ha visto cerca de las instalaciones, así que hemos venido a dormir aquí estas noches.

Damián se fue ayer, a Londres, y sinceramente me dolió, el desgraciado me avisó ayer mismo, y aunque voy a extrañar tener con quien hacer apuestas por todo; deseo que le vaya muy bien.

Prometí visitarlo al menos una vez al mes, y Lucy también. Fuimos a despedirnos en el aeropuerto y la mini humana lloró a mares. Siempre he pensado que es su amor platónico de toda su cortita vida.

Atraigo a Madi hacia mí con suavidad, y beso su frente al tenerla más cerca. Sus brazos me envuelven al instante y deduzco que en realidad no estaba dormida. Aparto el cabello de su rostro cuando abre sus ojos.

—Eres bastante mala fingiendo —susurro.

—Sí dormí —afirma sin titubear.

Decido creerle, la abrazo, apretándola contra mí tanto como puedo para sentir su calor. Sus labios se presionan en mi garganta y sus manos recorren mis brazos. Observo las ventanas y a través de ellas; las luces de la ciudad resplandecen en cada edificio que se mira a lo lejos.

—Terreno peligroso, amor —le advierto al sentir sus manos en la orilla de mi pantalón de pijama.

—Ya estoy en ropa interior… Te has tardado mucho —murmura con la voz entrecortada— ¿No quieres complacerme?

—Eso es manipulación —recalco lo evidente—, y funciona demasiado bien.

Giro hasta dejarla debajo de mi cuerpo, me inclino a besar su boca, poseyendo cada rincón de ella, haciéndola jadear y estremecerse contra mí. Recorro su rostro llenándolo de besos y bajo hasta su cuello, lamo su garganta y dejo besos húmedos en sus clavículas. Desciendo hasta su pecho y me deshago del top deportivo, como me encanta que use ropa interior negra.

Tomo sus senos con mis manos, masajeándolos, succiono uno y muerdo su pezón, lo jalo y rodeo con mi lengua. Sus jadeos incrementan y palpo su entrepierna, sintiendo lo mojada que está. Me ayuda a quitarse las bragas y paseo mi dedo entre sus pliegues, sintiendo su humedad en mi piel, bordeo su hendidura e introduzco uno. Percibo lo caliente que está, lo estrecha que es y lo mucho que quiero estar dentro de ella otra vez.

Otro dedo entra, curvándose dentro, gime y se retuerce con mi boca succionando su seno, dándole el placer que quiere. Me deshago de lo único que llevo puesto, tomo mi erección y lo estimulo su sexo, su punto más sensible aclama por mi toque, entonces mi pulgar se dirige hasta allí para complacerlo.

—Hazlo ya —me ordena entre gemidos. Sonrío con malicia, dejo de tocarla y detengo mi miembro en su entrada.

—Así no se piden las cosas, preciosa.

—N-no voy a rogarte.

Su mano abandona la sábana que aprieta y cuando llega a su intimidad, la aparto de inmediato. Me observa furiosa.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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