Prólogo

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El dolor arremetía contra Kim Seokjin como un vendaval despiadado, dejando su alma hecha pedazos y su corazón en un abismo de desesperación. Sentado en el sofá de su sala de estar, con la mirada perdida en un punto indefinido del horizonte, las lágrimas fluían sin control por sus mejillas, un torrente de angustia y desconsuelo.

Su amiga de toda la vida, Jiwon se acercó a él con paso firme pero compasivo. Su presencia era reconfortante, un rayo de luz en la oscuridad que amenazaba con consumir a Seokjin por completo. Con manos suaves y palabras cargadas de consuelo, Jiwon rodeó a Seokjin con un abrazo cálido, ofreciendo un refugio en medio de la tormenta emocional que lo azotaba.

A su lado, Jimin, su fiel compañero y confidente, observaba con el corazón partido la devastación que consumía a su amigo. Con gestos llenos de ternura, Jimin se sentó junto a Seokjin, colocando una mano reconfortante sobre su hombro y ofreciendo su apoyo incondicional en silencio.

El silencio pesaba en la habitación, roto solo por los sollozos ahogados de Seokjin, que resonaban como un eco doloroso en el vacío de la sala. Jiwoon y Jimin permanecían a su lado, compartiendo su dolor en un gesto de solidaridad y amistad inquebrantable.

El tiempo parecía detenerse mientras Seokjin se aferraba a sus amigos, buscando consuelo en su abrazo reconfortante y en sus palabras de aliento. El peso abrumador de la sospecha de traición y la incertidumbre se desvanecía lentamente, reemplazado por la fuerza renovada que emanaba del amor y el apoyo incondicional de aquellos que lo rodeaban.

En medio de la oscuridad, Seokjin encontró una chispa de esperanza, una promesa de que, aunque el camino por delante fuera difícil y lleno de obstáculos, no tendría que enfrentarlo solo. Con el calor reconfortante de la amistad y el amor verdadero a su alrededor, Seokjin se armó con valor y determinación para enfrentar las pruebas que le deparaba el destino, sabiendo que, pase lo que pase, no estaría solo en su lucha por la verdad y la redención.

El rubio de mejillas abultadas se acercó a Seokjin con una sonrisa cálida, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y determinación.

- Jin hyung, sé que has estado pasando por un momento difícil últimamente, pero aún no sabes si es cierto ¿Verdad?-comenzó Jimin, su voz suave y reconfortante en medio del silencio tenso que llenaba la habitación.

Seokjin levantó la mirada hacia su amigo, sus ojos cansados reflejando el peso de las últimas semanas. Asintió con un gesto sombrío, reconociendo la verdad en las palabras de Jimin.

- No, pero esos mensajes en su celular eran más que evidentes -admitió en voz baja Seokjin, su tono cargado de resignación.

- Entiendo, aunque no vale la pena llorar por ese mal hombre hyung, saldrás adelante como siempre lo has hecho-respondió Jimin, colocando una mano reconfortante sobre el hombro de Seokjin-. Y sé que no puedes seguir así. Necesitas un descanso, algo que te ayude a distraerte por un momento, al menos -añadió, su expresión firme, decidida a sacar a Seokjin de su espiral de tristeza y desesperación.

El pelimorado titubeó por un momento, sintiendo la resistencia interna entre la necesidad de alejarse de sus problemas y el peso de la culpa que lo ataba a su situación actual. Pero al final, cedió ante la insistencia de Jimin, reconociendo la verdad en sus palabras.

- Está bien -susurró Seokjin, un destello de determinación brillando en sus ojos cansados-. Iré contigo.

La sonrisa de Jimin se amplió, radiante de alivio y gratitud.

- Genial -exclamó, su voz rebosante de entusiasmo-. Voy a llamar a los chicos y decirles que estás a bordo. Será divertido, ya lo verás -aseguró Jimin con un gesto de complicidad, antes de alejarse para hacer los arreglos necesarios, dejando a Seokjin con la promesa de una noche de distracción y compañía.

The theacher|| Kookjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora