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Con el paso del tiempo, la vida de Jin y Jungkook comenzó a tomar un giro más positivo. Aunque los desafíos seguían presentes, su determinación y apoyo mutuo los llevaron a superar cada obstáculo que se interponía en su camino.

Jin encontró un nuevo empleo como maestro en una escuela local, donde su pasión por la enseñanza y su dedicación a sus alumnos le brindaron una sensación renovada de propósito y realización. Aunque el estigma de las acusaciones infundadas de Namjoon todavía pesaba sobre él, Jin se negó a permitir que eso definiera su carrera y su reputación. Con cada día que pasaba, demostraba su valía y dedicación, ganándose el respeto y la admiración de sus colegas y estudiantes.

Mientras tanto, Jungkook encontró un equilibrio entre sus estudios universitarios y su trabajo como mesero. Aunque no era fácil, su determinación y perseverancia lo llevaron a mantenerse firme en su camino hacia el éxito. Con cada turno en el restaurante, aprendía nuevas habilidades y fortalecía su carácter, preparándose para un futuro lleno de posibilidades y oportunidades.

A medida que sus vidas comenzaron a estabilizarse, la relación entre Jin y Jungkook floreció y creció en fuerza y profundidad. Se convirtieron en más que amigos; se convirtieron en confidentes, en pilares de apoyo mutuo en tiempos de necesidad. Compartían risas y lágrimas, triunfos y fracasos, encontrando consuelo y alegría en la presencia del otro.

Las noches de "cero tragedias" se convirtieron en un ritual sagrado, un refugio donde podían escapar del estrés y las preocupaciones del día y simplemente ser ellos mismos. Se sumergían en las historias de las películas y series, compartiendo comentarios y reflexiones mientras creaban recuerdos preciosos que atesorarían en los años venideros.

A medida que su amistad se fortalecía, Jin y Jungkook descubrieron una conexión que trascendía las palabras y los gestos. Era un lazo profundo y significativo que los unía en un viaje compartido hacia un futuro lleno de promesas y posibilidades. Y con cada paso que daban juntos, sabían que no importaba qué desafíos enfrentaran, siempre tendrían el uno al otro para apoyarse y guiarlos en el camino.

Jin levantó su vaso de soju, brindando por su nuevo trabajo en la escuela con una sonrisa radiante en su rostro.

— Por un nuevo comienzo y por todos los niños a los que enseñaré —dijo Jin, su voz llena de emoción y gratitud.

Jungkook levantó su propio vaso, chocando con el de Jin con entusiasmo.

— ¡Por tu éxito, hyung! Estoy seguro de que serás el mejor maestro que esos niños hayan tenido —respondió Jungkook, su sonrisa igualmente brillante.

Con cada trago de soju, la atmósfera se volvía más relajada y festiva. Pronto, los aperitivos de apio y zanahoria se convirtieron en el acompañamiento perfecto para las risas y las conversaciones animadas. Sin embargo, a medida que el alcohol fluía y la música comenzaba a sonar, ambos se dejaron llevar por el ritmo y comenzaron a bailar juntos, riendo y bromeando mientras se movían al compás de la música.

Pero cuando una canción lenta comenzó a sonar, una sombra de incomodidad se deslizó entre ellos. Recordaron la última vez que habían bebido juntos y cómo habían terminado en una situación embarazosa. Se separaron instintivamente, sus miradas se encontraron en un silencio incómodo mientras luchaban por mantener la compostura.

Sin embargo, en lugar de dejar que la incomodidad arruinara el momento, optaron por abordar el tema con honestidad y madurez. Se miraron el uno al otro, reconociendo la tensión en el aire pero decididos a no dejar que eso afectara su amistad.

— Lo siento, Jin-hyung. No quería que esto se volviera incómodo —dijo Jungkook, su voz llena de arrepentimiento.

Jin le dio una sonrisa tranquilizadora, sacudiendo la cabeza con indulgencia.

The theacher|| Kookjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora