The theacher|| Kookjin

VIII

La semana para Seokjin había caído en una espiral de desesperación y desesperanza, sumido en la oscuridad de su propia angustia y dolor. Durante días, había dejado que la depresión lo consumiera, incapaz de encontrar una salida a su situación desesperada. Cada día se sentía como una lucha interminable, una batalla contra sus propios demonios internos que amenazaban con devorarlo por completo.

En la universidad, las cosas tampoco iban bien para Seokjin. Sus superiores lo miraban con desconfianza, preocupados por su ausencia y su aparente falta de compromiso. Le habían advertido que si volvía a desaparecer, enfrentaría graves consecuencias, incluida la posibilidad de perder su empleo. Para Seokjin, esta amenaza era como una espada de Damocles pendiendo sobre su cabeza, una constante fuente de ansiedad y temor que lo atormentaba día y noche.

Finalmente, Seokjin tomó una decisión drástica: renunciar a su trabajo. La idea de enfrentar un futuro incierto, lleno de acusaciones y sospechas infundadas, era demasiado para él. No podía soportar la idea de arriesgar su licencia y su reputación profesional por una noche de pasión impulsiva con un estudiante. Así que, con el corazón lleno de pesar y resignación, entregó su carta de renuncia y se retiró de la universidad, dejando atrás todo lo que alguna vez había conocido y amado.

En su casa, la situación era igualmente sombría. Seokjin se había cerrado por completo del mundo exterior, rechazando cualquier intento de comunicación o consuelo. Ignoraba las llamadas y mensajes de Namjoon, incapaz de enfrentar la mirada de decepción en los ojos de su amado. Cada vez que Namjoon intentaba acercarse, Seokjin se encerraba aún más en sí mismo, negándose a dejarlo entrar en su mundo de dolor y desesperación.

Fue Jimin quien finalmente decidió intervenir, preocupado por el bienestar de su amigo. Armado con las llaves de repuesto que Seokjin le había dado años atrás cuando vivían juntos, Jimin y Namjoon se dirigieron a la casa del castaño, temiendo lo peor. Al abrir la puerta, se encontraron con un panorama desolador: la casa estaba en completo desorden, las cortinas cerradas y el aire lleno de un aura de tristeza y desesperanza.

En el suelo, tirado en su traje de renuncia, estaba Seokjin, dormido y aparentemente agotado por el peso de su propia angustia. Su rostro estaba pálido y demacrado, su cuerpo tembloroso y frío al tacto. Jimin y Namjoon se miraron el uno al otro, sus corazones llenos de preocupación y pesar por su amigo. Sabían que tenían que hacer algo para sacarlo de su estado de ánimo deprimente, pero no sabían por dónde empezar.

Con cuidado, Jimin y Namjoon levantaron a Seokjin del suelo y lo llevaron a su habitación, acostándolo en la cama con suavidad. Luego, se sentaron a su lado, observando en silencio mientras Seokjin dormía, sus corazones llenos de preocupación y dolor por el amigo que tanto amaban. Sabían que no sería fácil sacarlo de su abismo emocional, pero estaban decididos a hacer todo lo posible para ayudarlo a encontrar la luz al final del túnel.

El ambiente en la habitación era tenso, cargado con la angustia palpable que emanaba de Seokjin mientras dormía profundamente. Jimin, con la mirada fija en su amigo, no podía evitar sentirse abrumado por la preocupación que lo consumía. Con un suspiro pesado, se volvió hacia Namjoon, cuyos ojos reflejaban una mezcla de tristeza y determinación.

Namjoon asintió lentamente, su expresión sombría mientras observaba a Seokjin. ─Lo sé, Jimin. Estoy tan preocupado como tú ─respondió con sinceridad, su voz llena de pesar.

El silencio llenó la habitación por un momento, interrumpido solo por el suave respirar de Seokjin mientras dormía. Jimin se pasó una mano por el cabello, su mente llena de pensamientos tumultuosos.

─Creo que deberíamos llevarlo a ver a un profesional ─sugirió Jimin, su tono cargado de preocupación. ─Alguien que pueda ayudarlo a enfrentar todo esto.