The theacher|| Kookjin

XXV

La mañana se deslizó con suavidad para Jin, quien se sumergió en su rutina diaria, encontrando consuelo en el calor y la alegría de sus estudiantes en la escuela. Los niños lo recibieron con sonrisas radiantes y abrazos efusivos, llenando el aula con una energía contagiosa que parecía disipar cualquier rastro de preocupación.

Sin embargo, la calma aparente se desmoronó abruptamente cuando la directora lo mandó a llamar a su oficina. Con el corazón latiendo con fuerza en el pecho, Jin siguió obedientemente las instrucciones, sin sospechar el torbellino de tragedia que lo esperaba.

Al llegar a la dirección, Jin se encontró con una escena de caos y confusión. Agentes de policía lo rodeaban, sus rostros serios y sombríos, mientras le leían sus derechos en voz alta. La conmoción lo embargó cuando las palabras "abuso de menores" resonaron en el aire, un acusación que resonaba como un eco distante en su mente aturdida.

Jin sabía que era inocente, que estas acusaciones infundadas eran una cruel injusticia que amenazaba con destruirlo todo lo que había construido. Sin embargo, se vio impotente mientras lo sacaban de la dirección, los ojos de sus estudiantes llenos de confusión y miedo mientras lo observaban partir bajo la mirada implacable de la ley.

El mundo se tambaleó en su eje mientras Jin era arrastrado hacia el abismo de la incertidumbre y la desesperación. En ese momento de desesperación, se aferró a la esperanza frágil de que la verdad finalmente prevalecería, que la luz brillante de la justicia rompería las sombras de la mentira y lo redimiría de las acusaciones que amenazaban con consumirlo.

Jin apretó el teléfono contra su oído, la urgencia palpable en su voz. Era su única llamada y no confiaba en nadie más que no fuera su mejor amigo, sabía que este resolvería todo.

—Jimin, por favor, necesito tu ayuda desesperadamente. Me han acusado injustamente de abuso de menores y estoy en una situación terrible. Me han encerrado necesito que consigas un abogado.

Hubo una pausa tensa antes de que la voz preocupada de Jimin respondiera al otro lado de la línea poniendo en pausa su junta.

—¡Dios mío, Jin hyung! Esto es horroroso. Llamaré a Yoongi hyung él es el mejor abogado que he visto. No te preocupes.

—Antes de eso necesito que hables con Namjoon —dijo Jin, luchando contra la emoción que amenazaba con abrumarlo—. Siento que él tiene algo que ver con todo esto.

La incredulidad resonó en la voz de Jimin.

—¿Namjoon? ¿Por qué crees eso hyung?

—Por favor, solo hablalé—suplicó Jin—. Estoy seguro de que tiene información que puede ser útil.

Jimin quien estaba en medio de una reunión en su trabajo cuando recibió la llamada urgente de Jin. Sin perder un segundo, se disculpó rápidamente con sus colegas y salió apresuradamente de la sala de reuniones. Atravesó los pasillos con determinación, su mente llena de preocupación por lo que estaba pasando. Cada paso lo acercaba más a la salida del edificio, donde sabía que debía encontrar a Namjoon y enfrentar la situación de frente.

—¡¿Cómo pudiste?!— grito Jimin al llegar junto a Namjoon después de haberlo buscado en todos lados.

—Yo no hice nada más que denunciar a un criminal.

—¡Eres un desgraciado!— un golpe en la mejilla hizo tambalear al moreno.—Estas celoso, de acuerdo, enojate con Jin dile a los demás que es una basura, pero sácalo de la cárcel— dijo entre lágrimas —¿Qué más quieres?  Jin ya perdió a su bebé.

—Me engañaron, Jimin. Esos dos llevan tiempo durmiendo juntos a mis espaldas. Merecen morir por eso.

—Escucha lo que dices. No te reconozco.

— Quisáz así Jin me ame y vuelva conmigo.

—Si tan solo en un segundo Jin hyung quiere regresar contigo, lo evitaré a toda costa y no solo eso. Me encargaré de que ni siquiera lo piense, que cada que escuche tu nombre recuerde todo lo que le has hecho y sobre todo que eres el responsable de la muerte de su bebé. Porque tal vez no tengamos un puesto en un bufete reconocido o una familia que nos apoye, pero Jiwon y yo no pararemos hasta sacar a Jin hyung de la cárcel y alejarlo de ti.

Jimin salió de la casa de Namjoon con el corazón lleno de angustia y los ojos nublados por las lágrimas que amenazaban con escapar en cualquier momento. Con pasos vacilantes, se apartó de la entrada y se adentró en la solitaria calle, sintiendo el peso abrumador de la situación. Cada paso parecía más difícil que el anterior, como si el peso de la injusticia se hubiera posado sobre sus hombros.

El cielo sobre él estaba teñido de tonos sombríos, reflejando el tormento interno que lo consumía. Jimin se detuvo en medio de la acera, sintiendo cómo el nudo en su garganta se apretaba aún más con cada respiración entrecortada. Las lágrimas finalmente escaparon de sus ojos, rodando por sus mejillas en silencio mientras luchaba por contener los sollozos que amenazaban con romper el aire tranquilo de la noche.

Con manos temblorosas, sacó su teléfono y comenzó a marcar frenéticamente, buscando desesperadamente alguna ayuda. Llamó a cada contacto en su lista, suplicando por cualquier asistencia que pudieran ofrecer. Jiwon respondió a la llamada, su voz llena de preocupación al escuchar la angustia en la de Jimin. Juntos, buscaron incansablemente cualquier opción que pudiera ayudar a su amigo en su momento de necesidad.

Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, se volvía cada vez más claro que la influencia de Namjoon se extendía más allá de lo que habían imaginado. Cada abogado respetable al que acudían rechazaba el caso, negándose a involucrarse en una situación tan complicada y peligrosa. El peso del desaliento se asentó sobre Jimin y Jiwon, dejándolos con una sensación de impotencia y desesperación frente a la injusticia que su amigo enfrentaba.

Jimin y Jiwon regresaron a la comisaría con el corazón lleno de desesperación y la mente agotada por la frustración. Cada paso que daban hacia el edificio parecía pesar toneladas, como si estuvieran arrastrando el peso del mundo sobre sus hombros. A pesar de sus mejores esfuerzos, se sentían impotentes frente a la injusticia que su amigo enfrentaba.

Al llegar a la comisaría, se encontraron con un escenario caótico. Jungkook estaba allí, en el umbral de la entrada, con los ojos llenos de furia y la voz llena de angustia mientras gritaba desesperadamente que soltaran a Jin. Sus palabras resonaban en el aire, llenas de dolor y desesperación, pero parecían caer en oídos sordos.

—¡Yo mentí sobre mi edad! ¡Yo soy el culpable!

Los policías, en su mayoría indiferentes ante la conmoción de Jungkook, se limitaron a mirarlo con expresiones inexpresivas. Algunos intercambiaban miradas incómodas, mientras que otros simplemente continuaban con sus tareas, como si la situación no fuera de su incumbencia.

Incluso cuando Jungkook continuaba su ferviente pleito, implorando por la liberación de Jin y proclamando su inocencia con cada fibra de su ser, los policías apenas parpadearon. En lugar de escuchar sus súplicas, se limitaron a mirarlo con desdén, como si su presencia fuera simplemente una molestia que preferirían evitar.

La frustración de Jungkook alcanzó un punto crítico cuando los policías se negaron a tomar en serio sus palabras y, en cambio, optaron por ignorar su angustiosa súplica. En un último intento desesperado, comenzó a gritar aún más fuerte, sus palabras resonando en el aire con una intensidad que no podía ser ignorada.

—¡Esto es una injusticia!

Incluso en medio del caos, Jimin y Jiwon se acercaron a Jungkook, tratando de calmarlo y consolarlo en su momento de desesperación. Pero la sensación de impotencia persistía, envolviéndolos a todos en una espiral de desesperación y desesperanza mientras luchaban por encontrar una salida a la situación desesperada en la que se encontraban.

Mientras tanto, en el interior de la comisaría, los policías continuaban con sus tareas como si nada hubiera ocurrido, ignorando las súplicas y los gritos de aquellos que clamaban por justicia. Y en medio de todo el caos, la figura ominosa del padre de Namjoon se cernía en el horizonte, una presencia amenazante que solo prometía más problemas y complicaciones para aquellos que se atrevían a desafiarlo.