capitulo 11

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— Señora Martha, ¿Qué hace usted aquí? — preguntó Camila sorprendida, ya que ella había entrado en la habitación sin llamar antes a la puerta. 

—No veo por qué te extraña que haya entrado a la habitación de mi hija, te recuerdo que esta es mi casa y puedo entrar cuando yo quiera. 

— Disculpe señora, sé perfectamente que esta es su casa, pero esta es la habitación que comparto con Lauren, por lo tanto, debería tener un poco de respeto.

— Mira jovencita, no pienso discutir eso contigo, además vine a traerte esta ropa que ya no uso, porque tengo entendido que no trajiste nada de ropa, cosa que veo un poco extraña, puesto que si sabías que te casarías con mi hija, debías haber estado preparada. 

Rosarito, que se encontraba presente, solo observaba y tenía una expresión de desagrado ante la actitud de Martha.

 — Le agradezco su gentileza, pero no hace falta que se moleste, yo enviaré después a Rosarito para que traiga mis cosas personales.

— ¡Por supuesto que no! No voy a permitir que la esposa de mi hija ande en pijama por toda la casa, ya es suficiente con soportar que andes en esa silla de ruedas; no te equivoques, no lo estoy haciendo por caridad, sino porque no voy a permitir que alguien venga a visitarnos y te vea en esas fachas. No vas a ridiculizar a mi hija.

Camila bajó la mirada, no quería discutir con Martha, además, ahora menos que nunca le convenía que ella sospechara que su matrimonio era una farsa, porque la vida de su tío estaba en juego, y si Lauren no recibía la herencia, tal vez Jorge, no viviría para contarlo. 

— Está bien señora Martha, voy a aceptarle la ropa. 

— Muy bien, entonces me quedo para ayudar a vestirte.

— No, por favor, no es necesario, Rosarito siempre me ha ayudado en todo desde que era una adolescente.

 Rosarito también intervino diciendo:

— Sí, es verdad, no se preocupe señora, yo me encargo de ayudar a vestir a la señorita Camila.

Martha estaba a punto de perder la poca paciencia que tenía, ya que su única finalidad, era poder ver de cerca el medallón, así que tenía que hacer cualquier cosa por conseguirlo.

— Rosarito es que te llamas ¿No es así?

 — Sí señora, para servirle.

— Pues hace apenas un momento, le estaba diciendo a mi hija, que si piensas quedarte en esta casa, debes usar el uniforme de la servidumbre, así que ve a la cocina y dile a mi ama de llaves que te dé uno inmediatamente, mientras tanto yo me quedaré con Camila.

— Pero señora Martha, no es necesario, Rosarito jamás ha usado uniforme, ella es como de la familia, tiene muchos años trabajando para mi tío Jorge.

Martha lanzó sobre la cama con mucha molestia, la ropa que traía, luego miró a Camila y le dijo en tono amenazante:

— Ya te dije que esta es mi casa y por lo tanto, aquí se hace lo que yo diga. Así que mientras vivas bajo mi techo y hasta que mi hija no reciba su herencia, tendrás que adaptarte a mis normas quieras o no. O de lo contrario, tendrás que regresar de donde saliste. ¿Estamos claro?  

Camila miraba a Rosarito, con los ojos llenos de lágrimas, se sentía acorralada, eran muchas emociones juntas que la tenían desesperada. No había tenido noticias de Jorge, ese hombre misterioso que lo tenía supuestamente secuestrado, no había llamado; y debía fingir ante la familia de Lauren, que eran un matrimonio normal y feliz. 

— Rosarito, por favor hazle caso a la señora, ve por tu uniforme y no te preocupes por mí, que yo me las arreglo sola.

 — Sola no, ¿Acaso yo estoy pintada en la pared? Ya te dije que vine a ayudarte porque no es conveniente que alguien te vea en esas fachas.

Rosarito, no le quedó otra alternativa que obedecer, no quería meter en problemas a Camila.

 — Está bien señorita Camila, como usted diga. — ella enseguida salió de la habitación, por su parte Martha, estaba dispuesta a hacer su cometido.

— Muy bien, creo que ahora nos estamos entendiendo, entonces permíteme ayudarte a quitarte esa pijama.

 — Yo puedo sola señora.

— No seas obstinada, ¿Cómo vas a poder desvestirte sola, sentada en esa silla de ruedas?Me imagino que con mi hija si te dejaste quitar la ropa. ¿No es así? 

Camila se sonrojó de tan solo imaginarlo, ella jamás había estado con nadie, conservaba su virginidad intacta y quería seguirlo haciendo. 

— ¡Por favor señora! ¿Cómo se le ocurre decirme eso?

— No le veo nada de malo, porque aunque no puedas caminar, eso no es impedimento para que estés con tu esposa. A menos que este matrimonio no sea tan real como quieren aparentar. 

Camila palideció, ella no podía permitir que Martha sospechara de su matrimonio, ahora ella era la más interesada en mantener esa mentira, por lo menos hasta que supiera que su tío estaba a salvo.  

— ¿Cómo se le ocurre decir esa barbaridad? Claro que tuve relaciones con mi esposa, es lo normal entre dos personas que se aman. Lo que pasa es que no me gusta hablar de algo tan íntimo y menos con usted. 

— Ummm... espero que así sea querida nuera. Pero por lo pronto, déjame ayudarte con la blusa.

 Martha enseguida la ayudaba a colocarse la blusa, pero le dio un jalón a la cadena y Camila gritó exaltada:

— ¡Ay! Pero ¿Qué ha hecho?

— Discúlpame, fue un accidente, es que la cadena se enganchó con la blusa y sin querer la jalé y se ha reventado. 

— ¡Ay no! Mi medallón, jamás me lo había quitado, siempre lo he tenido puesto desde que era una niña. 

Martha con mucha astucia, lo tomó entre sus manos, mientras le decía: 

— Tranquila, no ha pasado nada que no se pueda arreglar. Me lo llevaré y lo enviaré con mi joyero para que lo arregle, no te preocupes por eso, mañana lo tendrás de vuelta. 

— ¿Llevárselo? No, por favor devuélvamelo, yo misma trataré de arreglarlo.

 — ¿Acaso no confías en mí? Me ofendes, tengo mejores joyas que esta, que pueden comprar esta mansión completa. ¿Y tú te preocupas por esta baratija?

— Para mí tiene un valor sentimental, no material, eso es todo señora. No es que no confíen en usted.

Martha se acercó a ella y tratando de ganarse su confianza, le dijo:

— Entiendo lo que significa para ti, pero te prometo que mañana mismo lo tendrás devuelta. Ahora te dejo sola, voy a llamar a mi joyero. 

Martha salió a toda prisa, necesitaba estar a solas y así poder detallar el medallón afondo. Entró en su habitación y cerró con seguro, apretaba el medallón entre su mano, estaba nerviosa de revisarlo y corroborar lo que tanto sospechaba. 

-DESTINOS CRUZADOS-  [camren gip]                                  ❝Adaptación❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora