capítulo 25

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Camila sentía que estaba a punto de desmayarse, estaba muy impresionada, en medio de su malestar le dijo:

—Eso que está diciendo es una mentira que ha inventado solo para que yo no la deje fuera de la herencia. Además, usted no sabe absolutamente nada de mi vida.

—¡Te equivocas! Sé mucho más de ti de lo que te imaginas y ha llegado el momento en el que sepas toda la verdad.

Ella la miraba fijamente, estaba muy alterada, pero en el fondo quería saber lo que tenía que decirle Martha, ya que estaba consciente de que ella había sido adoptada cuando apenas era una bebé recién nacida. Eso la hizo darle un voto de confianza a Martha.

—Está bien señora, quiero saber qué es lo que usted sabe de mi, necesito que terminemos con esto de una buena vez.

Martha agarró el medallón que aún tenía colgado en su pecho, luego se sentó en el lujoso sillón que se encontraba enfrente de Camila, y comenzó a hablar: 

— Este medallón perteneció a mi madre, ella me lo dio cuando apenas era muy niña y mandó a grabarle las iniciales de mi nombre. Estaba casada con un hombre que la maltrataba, pero lo que no sabía era que él intentaba abusar de mi. — hizo un silencio mientras se le llenaron los ojos de lágrimas, luego continuó: 

— Un día me dejó a su cuidado, yo no quería quedarme sola con él, pero mi madre tenía que ir a trabajar porque el muy sinvergüenza vivía de lo que ella ganaba. Ese día fue el más horrible de mi vida, yo apenas tenía catorce años, era mucho más fuerte que yo, me obligó a estar con él. 

Camila la escuchaba llena de horror, estaba temblando y al igual que Martha, le corrían las lágrimas por su rostro. 

— Cuando terminó de abusar de mi, me amenazó con hacerle daño a mi madre si yo le decía algo. Yo era muy ingenua, así que decidí quedarme callada porque tenía mucho miedo, además mi madre no me iba a creer si le contaba la verdad, ella estaba obsesionada por ese hombre. 

—¿Y qué pasó después? —le preguntó con la mirada fija en un rincón de la sala.

—Pasó el tiempo y me enteré de que estaba esperando un hijo de él, mi madre al enterarse de toda la verdad, me corrió de su lado, no quiso creer que fue él quien había abusado de mi, prefirió creer en la versión que él le contó, el muy canalla le dijo que había sido yo la que le coqueteaba. 

—No se detenga, termine de decirme que pasó con ese bebé, dígame, ¿Qué hizo después?—le dijo desesperada.

 —Estaba sola, acababa de cumplir quince años, al dar a luz en un hospital público de mala muerte, no sabía qué hacer, no quería ser madre, todo fue producto de una violación y verte me recordaba todo el horror que me hizo vivir ese desgraciado. Así que tomé la decisión de dejarte en un orfanato.

Y fue en ese justo momento en el que te coloqué este medallón, no quería tener nada que me recordara ese pasado tan oscuro que viví. Esa es toda la verdad. 

Camila se tapó su rostro con ambas manos mientras lloraba amargamente, tenía sentimientos encontrados, por un lado estaba el dolor de pensar lo horrible y triste de su verdadero origen y al mismo tiempo, el creer que Lauren y ella eran hermanas.

 —¡Dios mío! No puede ser, entonces me casé con mi hermana, esto es horrible, no puedo con esto. La vida no puede castigarme de esta forma, esto es aberrante.

Martha la veía sufriendo, a pesar de que ella sabía que no eran hermanas, sin embargo, no le convenía decirle la verdad a Camila, porque ella era la asesina de la madre de Lauren. 

Le aterraba el solo hecho de imaginarse que se supiera la verdad y terminara encerrada en prisión; además no le importaba el sufrimiento de Camila, ya que no sentía nada por ella, solo odio, por ser el fruto de esa violación que le había marcado la vida.

— Pues lamento decirte que es verdad, Lauren y tú...son hermanas.

Camila no pudo aguantar tanto dolor y en ese momento se desmayó en la silla de ruedas.

Martha se asustó ya que no quería que le pasara algo, sin antes poder lograr que ella la hiciera parte de su fortuna. 

Enseguida se acercó a ella tratando de que volviera en si.

—Camila, despierta, por favor no te puede pasar nada. ¡Despierta!

Alicia había escuchado los gritos de Martha y enseguida se acercó a la sala viendo a Camila desmayada y muy pálida. 

— ¡Dios mío! ¿Qué le pasó a la señora Camila?

— Se desmayó, pero conste que yo no le hice nada.

Alicia trató de reanimarla, buscó enseguida un poco de alcohol para colocarle debajo de la nariz, lo que hizo que esta reaccionara.

—¿Cómo se siente señora Camila?

— Todo me da vueltas, me duele mucho la cabeza. Llévame a mi habitación, quiero estar sola.

Martha se quedó observando mientras se agarraba el medallón, luego pensó en voz alta:

"Ahora vamos a ver si eres capaz de echar a tu propia madre, pero jamás te vas a enterar de que Lauren en realidad no es mi hija"

Justo en ese momento Jorge se le acercó diciéndole:

—¿Cómo que Lauren no es su hija?

Martha pegó un brinco de susto, jamás se imaginó que alguien pudiera estarla escuchando.

— ¿Qué hace usted en mi casa? Creo haber entendido que Camila lo echó de aquí por mentiroso. 

— ¡Jajaja! El burro hablando de orejas. Primero, le recuerdo que esta ya no es su casa y segundo, usted también es una tremenda mentirosa. 

— ¿Yo? Por favor, usted escuchó mal, además es una falta de educación estar escuchando detrás de las puertas.

 — Yo sé muy bien que usted dijo que no iba a contarle a mi sobrina que Lauren no es su hija. Y además escuché todo lo que le confesó a Camila sobre que usted es su verdadera madre. Así que no tiene que seguir fingiendo conmigo, ya lo sé todo.

— Usted no puede decirle nada a Camila, le pido por favor tenga un poco de discreción.

— Pero por supuesto que voy a tener discreción, siempre y cuando usted me incluya en sus planes. —dijo mientras sonreía de forma maquiavélica. 


-DESTINOS CRUZADOS-  [camren gip]                                  ❝Adaptación❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora