Capítulo 1

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Aurora

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Aurora

Alexander

Los gritos de los agentes en el patio me tienen jodidamente alterado. Llevo dos semanas en las que no soy capaz de concentrarme de ninguna manera. No hay día ni noche que no quiera irrumpir en la puta celda en la que está y sacarla de ahí.

Cada día que pasa y que no soy capaz de encontrar nada me tiene jodido. Encima no me puedo acercar a ella. No puedo ir a la puta prisión porque tengo a más de cincuenta periodistas detrás de mí a cada rato, siguiendo cada movimiento que hago.

Que salieran imágenes de ambos justo cuando todo ocurrió me ha atado de pies y manos. Si la Cámara considera que le doy un trato de favor o que estoy ideando alguna estratagema, sería mi tumba como espía y también para ella porque no saldría en la vida de ahí.

No puedo hacerle eso.

Estoy plenamente convencido de que Hazel es inocente. No me creo que ella hiciese algo así, aunque las pruebas apunten a ello. ¿Qué mujer testificaría en contra de su hermano si es lo mismo que él? Es simplemente inaudito...

一Las tropas han vuelto, necesitan un día de descanso 一me dice el capitán cagón.

Desde que Hazel está en la cárcel, no puedo verle. No soporto su presencia, ni sus preguntas. ¿Tan cobarde para no ir a verla o es que le da miedo la mala reputación que se puede ganar?

一Quiero los informes pertinentes y una tropa especializada para infiltraciones desde ya 一ordeno. Necesitamos seguir tras la mafia.

No puedo parar, aunque lo de Hazel me esté quitando la salud.

一La tendrá antes de comer, Comandante.

Lo despacho rápido y resoplo revisando mi teléfono. La Guardia Sombría no ha sabido nada más en los últimos días.

一¿Puedo pasar, señor Barone?

Descubro a Adler bajo el umbral de la puerta. Le hago un gesto para que pase y se acerca a dejarme lo último que le pedí.

一No hay datos de nuevas subastas en territorio escandinavo, tampoco se ha visto a nadie pulular en bazares ni anticuarios.

Me toco el mentón. Por mucho que me reviente, esta es la última prioridad en la lista. Que me perdone, pero ahora no tengo la mente para esto. Saco uno de los mecheros del cajón y le prendo fuego al documento, lanzándole agua a la papelera cuando solo quedan cenizas.

一¿Oliver se encuentra aquí?

一Actualmente está en una reunión con el primer ministro francés, ¿le necesita?

Niego.

Adler desaparece y yo me lleno un vaso con bourbon. Acaba en mi garganta de un tirón, ardiendo todo a su paso.

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