Prólogo

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Andrea Donosi

Los pedazos de cristal caen al suelo cuando golpeo la mesa y se resquebrajan bajo la suela de mis zapatos al acercarme a la pared. Contemplo la imagen de mi madre con el Zafiro esmeralda en su dedo.

Lo perdí.

Perdí lo que mi padre me obsequió y perdí lo que mi madre portó.

Escucho la algarabía en la entrada del salón. Un hombre de gabán negro y ojos saltones aparece con una sonrisa perversa. Detalla el mismo cuadro que yo con una mirada escéptica.

一Has sido tan tonto de entregar el tesoro de la familia a una zorra.

一¡No la llames zorra!

Mi voz de ultratumba suena con fuerza y Barnabás echa abajo la puerta con el arma en alto. Mis orificios se ensanchan y mis sienes me arden bajo la tensión desbordante que me cruza el cuerpo.

Lucrecio Donosi se carcajea en mi cara sin un ápice de vergüenza.

一¿Tan enamorado estás de esa agente? 一pregunta con sorna一. Es una zorra, Andrea. Todas lo son. Tan zorra que se ha dejado joder por Alexander Barone.

El cólera me sube hasta niveles exorbitados. Agarro el bote de pastillas y me tomo dos antes de que la cabeza vuelva a palpitarme con violencia.

一Han pasado casi dos semanas y aún no has conseguido acercarte a ella. 一Vuelve a burlarse aumentándome la impaciencia de que sea así一. Los Barone no van a permitir que te acerques lo suficiente para traerla aquí. Ahora mismo debe estar follándosela mientras tú estás aquí lamiéndote las heridas de estúpido enamorado.

Me quedo en silencio contemplando aún el Zafiro verde. Ella es ahora mi Zafiro y, cómo tal, debe estar en mi posesión. Le arrancaré cualquier recuerdo de Alexander Barone con droga si es necesario, pero no le voy a permitir que siga follando con ese poca cosa.

一¿Por qué llorar por un coño que ya ha sido jodido por Alexander Barone?

一¡Cállate!

一Tienes mujeres dispuestas a abrirse de piernas para tí y darte lo que todo capo desea. 一Me toma del hombro con fuerza, aunque una mirada basta para que me suelte. Se pasea entre muebles, llegando a la licorera y sirviéndose una copa de vino一. ¡Sé el macho que Novole fue! Agarra a diez mujeres y embarázalas a todas. ¡Que el mundo sepa que el Imperio de los Donosi va a perdurar por toda la eternidad!

一¡Mi Imperio va a ser eterno! 一sentencio, pero vuelve a burlarse bajo la mirada dura de Barnabás que no ha soltado el arma en ningún momento.

一¿Eterno? ¿Cómo va a ser eterno cuando tienes un niño nada más como heredero? 一Niega, agotando el alcohol de una sentada一. ¿Cómo va a ser eterno si tienes a tu máximo rival del otro lado?

Respiro hondo.

一¿Quieres eternidad, Andrea? Deshazte de los Barone y la tendrás.

Su mirada de águila es perspicaz. No cabe duda de los genes que corren por sus venas, iguales a los de mi padre.

一Dijiste que venías a matar a los Barone, y aún no has hecho nada.

No sé por qué me empeño en escuchar a aristócratas que han estado aprovechándose de la situación de poder de mi familia sin que hayan movido un solo dedo por ella.

一Quien lo tiene en la mano eres tú. 一Se planta frente a mí, dejando caer en mi mano un fajo de billetes morados一. Eres un hombre con poder y dinero, no hay nada que no esté a tu alcance.

一¿Y qué propones?

一No hay nada que no puedas comprar, querido sobrino 一sisea frente a mí.

Me llega el olor putrefacto de su aliento mezclado con el vino. Dios sabe dónde tuvo esa asquerosa boca.

一Tengo un plan, Andrea. Tengo un plan para infiltrarnos en la CAIF y matar a esos falsos paladines de la justicia.

Sus palabras son una caricia al alma. Eleva la comisura de su boca en un gesto de astucia que me recuerda a Novole y enfoco los ojos de un idéntico color verdoso que los míos.

一¿Qué ganas con esto, tío?

Camina alrededor del salón, contemplando la hilera de fotografías de la familia en las estanterías de madera. Su mirada se posa en una foto de mi madre y la toma con cuidado, acariciando su rostro.

一Despellejar al hombre que se atrevió a matar a la mujer que amaba.

Me trago el vómito que amenaza con salir de mi garganta. Asco y repugnancia me produce, pero necesito aliados, no más enemigos.

一Alexander Barone.


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