Capítulo 5

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Metamorfosis

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Metamorfosis

Hazel

20 de noviembre de 2022...

Silbo tranquila disfrutando del silencio a estas horas de la mañana. Los guardias del pasillo deben estar sentados en las sillas o en la zona de vigilancia, pero no son tan estúpidos como para quedarse en el pasillo pasando frío.

Sinceramente, que haya agentes especiales tan indisciplinados ha hecho que no me aburra demasiado. Entre las adivinanzas, hablar sobre "nuestras" vidas y aprenderme de memoria cada uno de sus movimientos, cada uno de sus pasos, no he tenido tiempo de pararme a ver la vida pasar. Claro está, también tuve tiempo de encargarme de mis asuntos.

Saco el reloj que escondo bajo la almohada y veo que son solo las siete de la mañana. Por lo que sé, los guardias del escuadrón diamante vendrán a por mí a las nueve para estar a las diez en el juzgado federal.

Salgo de la cama realizando un pequeño entrenamiento de media hora y me ducho rápidamente limpiando mi cuerpo de sudor e impurezas.

Pongo el pequeño saco que me trajeron los guardias sobre la cama y abro la cremallera, encontrándome la ropa que mi madre me envía para el juicio. Sonrío al verla, unas botas altas, pero sin tacón, un vaquero negro y un jersey burdeos con los hombros descubiertos.

Mi madre no se puede imaginar que la ropa que me ha traído es perfecta.

Saco el pequeño neceser que guardo bajo el colchón y saco la goma del pelo dándome con el peine para que quede todo perfecto, sin nudos. Miro mi reflejo en el pequeño espejo que tengo y me agrado. No me voy a poner ni un poco de maquillaje, mi cara estirada por la coleta alta luce hermosa.

Guardo lo que no debe ser visto en su sitio, aplicándome el desodorante y la colonia. Las luces del pasillo se encienden y escondo el perfume en el mismo sitio en el que lo tenía. Ya se encargarán de dejar la celda limpia como una patena cuando vaya al juzgado.

Me da un poco de pena, por un lado, que mi madre no haya venido a verme, pero sé que está trabajando con Oliver para liberarme. Lo siento. De mi padre no sé nada, nadie me ha informado.

Ruedo los ojos al ver al soldado que me mira del otro lado de la pequeña ventanita de la puerta y le miro enarcando una ceja que le hace alejarse, aún no es la hora.

Abro el libro que estaba leyendo anteriormente escrito en portugués. Hace meses que llevo intentando aprenderlo a la perfección, me molestó tener una misión en Brasil y enterarme a medias de lo que hablaban.

Escucho algarabía fuera, pero no despego la mirada de mi libro aunque la puerta de la celda se abra. Huelo el perfume del cazador desde mi posición, afrutado y dulce. Los pasos se acercan a mi presencia y de reojo detallo los zapatos negros pulcramente limpiados. Levanto la mirada detallando el traje oscuro que viste hasta que llego a los ojos color miel de Ethan.

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