38. Nuevo desafío

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Li Wenhan entró a la casa de sus padres. Olía delicioso. Su madre había preparado camarones en salsa agridulce y carne de cerdo picoso. Ambos los platillos favoritos de Wenhan. 

Zhou Yixuan sintió bonito de que su suegra haya tenido aquel detalle con su novio. Le hacía sentir menos culpable de haberlo embarazado.

—Tu padre no debe de tardar en llegar —informa la señora Li —yo iré a revisar la comida.

—Má, estaremos en mi habitación.

—De acuerdo.

Wenhan guió a Yixuan hasta su dormitorio. Nada había cambiado ahí desde que Han se había marchado. Tampoco había motas de polvo. Al parecer la señora Li hacia la limpieza.

—Me llevaré algo de ropa —informó Hann a su novio —si es que me queda, claro.

Abrió el armario y buscó la ropa más floja que tenía. La barriguita pronto le crecería más y no podrá usar sus jeans con comodidad.

Mientras el de cabello cobrizo buscaba, Yixuan observó sus movimientos. Yibo tenía razón cuando dijo que los donceles en espera son más sexis.

Tan embobado estaba, imaginando que le acariciaba las curvas a Hann, que no notó cuando este le lanzó una chaqueta encima.

—Espabila. Anda, ayúdame con esto.

Wenhan le lanzó más ropa. Yixuan trató de atraparlas todas pero muchas se le cayeron de las manos.

—¿Qué tanto mirabas, eh? ¡Pervertido! —preguntó Hann entre risas.

Yixuan intentó defenderse, lanzándole las prendas de vuelta, pero luego se puso de pie y acorraló al doncel contra la puerta del armario.

Con voz sensual y una sonrisa picarona, le respondió:

—Sólo admiraba lo sensual que eres.

Pegó más sus cuerpos y luego sintió la barriguita inflada y se detuvo. Algo dentro se había movido.

—¿Qué pasa? —preguntó Yixuan, un poco asustado.

Li Wenhan también estaba extrañando. No había sentido nada así antes. ¿Esas eran las famosas "pataditas"? Porque si sí, se sentía hermoso.

—C-Creo que... creo que es el bebé —pronunció, con voz muy leve.

Ambos se miraron a los ojos y sonrieron cuando sintieron un nuevo movimiento. ¡Sí era el bebé! Yixuan se puso de rodillas para quedar a la altura de la tripa, levantó la tela de la playera y luego le empezó a hablar al bebé.

—Soy tu papá Yixuan, corazón —le dijo —te espero con muchas ansias. Papi Hann también te espera... Y tus cuatro abuelos, y tus tíos y...

—¡Basta, Yi! —rio Wenhan —no estamos seguro de que pueda oírte.

—¿Y si sí?

—Si sí... Espero que sepa cuánto lo amamos.

Yixuan se atrevió a dejar un par de besitos sobre la tripa, luego, vuelve a colocarse de pie y confirma las palabras de Wenhan.

—Mañana por fin sabremos si lo que dijo tu abuela es verdad, y que dentro hay un varoncito.

—Estoy seguro de que sí.

Aún son muy jóvenes para una responsabilidad tan grande, pero eso no les quita las ganas de querer salir adelante y darle todo lo mejor que puedan a su bebé.

Aún son muy jóvenes para una responsabilidad tan grande, pero eso no les quita las ganas de querer salir adelante y darle todo lo mejor que puedan a su bebé

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