Piezas de rompecabezas que encajan.
Hacia finales de verano oí, sin proponérmelo, una conversación que me sacó de mi estado de dichosa ignorancia. Cuando somos niños, casi nunca pensamos en el futuro, esa inocencia nos deja libres para disfrutar como pocos adultos pueden hacerlo. El día en el que empezamos a preocuparnos por el mañana es el día en el que dejamos atrás nuestra infancia.
Era de noche y la troupe había acampado en el margen del camino. Abenthy me había pedido que practicara otro ejercicio de simpatía, la máxima de calor variable transferido al movimiento constante, o algo igual de pretencioso. Era difícil, pero había conseguido hacerlo encajar como una pieza de rompecabezas. Me había llevado unos quince minutos, y por el tono de Ben deduje que seguro hubo pensado que tardaría tres o cuatro horas, así que fuí a buscarlo; en parte para que me pusiera más trabajo y, por el otro lado, para jactarme un poco. Lo encontré en el carromato de mis padres. Los había escuchado mucho antes de verlos. Sus voces eran meros murmullos. La música distante que produce la conversación cuando está demasiado oscuro para hablar. Pero al acercarme oí claramente una palabra: «Chandrian».
Me paré en seco. Todos los miembros de la troupe sabíamos que mi padre estaba componiendo una canción. Llevaba más de un año sacándole canciones y viejas historias a los habitantes de los pueblos en los que parábamos actuar, durante meses recopiló historias sobre Lanre, despues empezó a recopilar también antiguos cuentos de hadas, leyendas sobre diablitos y engendros. Entonces empezó a hacer preguntas sobre Los Chandrian, de eso hacía meses.
En el último medio año había preguntado más sobre Los Chandrian y menos sobre Lanre, Layra y los demás. La mayoría de las canciones que mi padre componía eran terminadas en una estación, mientras que en esa llevaba dos años trabajando.
También deben saber que mi padre jamás dejaba que nadie oyese ni una palabra, ni el más leve susurro de una canción hasta que consideraba que estaba lista para ser tocada. Solo le hacía confidencias a mi madre, pues ella intervenía en la composición de todas las canciones de mi padre. La gracia de la música era de mi padre, mientras que los mejores versos eran de mi madre.
Cuando llevás ciclos, o incluso meses esperando escuchar una canción, la expectación añade sabor, pero al cabo de un año, la emoción empieza a ser agria. Ya había pasado año y medio, y la gente se moría de curiosidad. Ocasionalmente eso daba pie a discusiones como cuando, por dar un ejemplo, sorprendían a alguien pasando demasiado cerca de nuestro carromato mientras mis padres trabajaban, de modo que me acerqué con cautela al fuego de mis padres. Escuchar a hurtadillas es una costumbre deplorable, pero desde entonces he desarrollado otras peores.
—Gran cosa sobre ellos —oí decir a Ben—, pero me gustaría.
—Me alegro de poder hablar con alguien culto sobre el asunto —la potente voz naturalmente de barítono potente de mi padre contrataba con la voz de tenor de Ben—. Estoy harto de estos pueblerinos supersticiosos y-. —Alguien echó un tronco al fuego y el chisporroteo me impidió escuchar lo que dijo mi padre a continuación. Me acerqué lo más que pude y me agasapé bajo la gran sombra del carro. —Como si persiguiera fantasmas con esta canción. Intentar recomponer esta historia es una quimera, ojalá no la hubiera empezado nunca.
—No digas eso —intervino mi madre—. Ésta será tu mejor obra y lo sabés.
—¿Entonces creen que existe una historia original de la que proceden todas las demás? —preguntó Ben— ¿Creen que Lanre tiene una base histórica?
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𝚂𝚒𝚗 𝚂𝚊𝚗𝚐𝚛𝚎
Fanfiction(Cassandra Dimitrescu x OC) En la posada Roca De Guía una mujer espera. En los sonidos más tranquilos y bajos encuentra algo que puede usar para aferrarse. La mujer es alguien que quizá conozcas. Es su máscara apacible y calmada la que quizás te es...