Capitulo 10

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  Ladrones, herejes y prostitutas. 


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Si este relato tiene que ser una especie de libros de hechos, debemos empezar por el principio, aclarando quién soy en realidad.

Para eso deben recordar que, antes que nada, fuí miembro del Anor'iris. Contrariamente a la creencia popular, no todos los artistas intinerantes son del iris. Troupe no era un grupo lamentable de actorzuelos folclóricos, de esos que cuentan chistes en las encrucijadas por unas monedas o que cantan para ganarse la cena. Nosotros éramos artistas de la corte, vasallos de Lord Grayfollow.

Nuestra llegada a los pueblos era un acontecimiento mayor a las fiestas del solsticio de invierno y los juegos del solsticio de verano juntos.

Nuestra caravana solía componerse de al menos ocho carromatos, y de más de dos docenas de artistas, actores y acróbatas, músicos y digitadores del más alto nivel, bufones y hasta malabaristas escupe fuego. Ellos eran mi familia.

Mi padre era mejor actor y mejor músico que quién quiera que hayas visto jamás. Mi madre tenía un don natural para las palabras. Eran ambos atractivos, tenían los dos el pelo castaño oscuro y la risa fácil. Eran iris hasta la médula, y en realidad eso es todo lo que hace falta decir. Salvo quizá que mi madre fue noble antes de ser artista. Me contó que mi padre la engatuzó con dulce música y palabras tan cálidas como la miel tibia sobre pan tostado, eso con el objetivo de hacerla abandonar un terrible y deprimente infierno.

Yo deduje que se refería a los tres cruces, donde una vez fuimos a visitar a sus parientes, cuando yo era muy chica. Una sola vez.

Mis padres nunca se casaron. Con eso quiero decir que nunca se molestaron en hacer su relación oficial ante ninguna iglesia. Eso no me produce ningún tipo de bochorno, ellos consideraban que estaban casados, así que no había necesidad de anunciarlo a ningún gobierno ni a Dios. Yo lo respeto. La verdad es que parecían mucho más satisfechos y felices que muchas parejas casadas que he conocido desde entonces.

Nuestro mecenas era el varón Grayfollow. Ese nombre nos abría muchas puertas que normalmente les estarían cerradas a los Anor'iris. A cambio, nosotros llevábamos sus colores: El verde y el gris. Acreditábamos su buena reputación allá a donde íbamos.

Una vez al año pasábamos dos ciclos en su canción, actuando para él y para el resto de habitantes de la casa. Fue una feliz. Puede decirse que crecí en medio de una función sin fin.

Mi padre me leí los largos monólogos en los interminables trayectos en carromato de un pueblo a otro. Los recitaba de memoria, y su voz se escuchaba desde más de medio kilómetro de distancia. Recuerdo que yo leía a medida que él recitaba y que intervenía interpretando los papeles secundarios. Papá me animaba a atreverme con pasajes especialmente extraordinarios, y así es cómo aprendí a amar las buenas palabras.

Mi madre y yo componíamos canciones, otras veces ella y mi padre representaban diálogos románticos mientras yo los seguía en los libros. Entonces parecían juegos. Yo no era consciente de la astucia con la que mis padres me estaban educando. Era una nena curiosa, preguntona y habida de conocimiento. Mis maestros eran acróbatas y actores. Y es asombroso que no le agarrase manía a las lecciones, como pasa a la mayoría de infantes.

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