Interludio. Un momento a solas.
Ethan se había propuesto que la linda Rose, su preciosa bebita cachetona, se tomara suficiente leche tibia para que el la fatiga la mantenga dispuesta a no requerir del llanto para que su padre acuda a sus necesidades. La obligación del padre, consistente en satisfacer cualquier necesidad que la pequeña pueda tener, rara vez era presenciada por otra gente. De vez en cuando quizá la propia posadera y dueña de La Roca De Guía se quedaba un rato embelesada con los dulces movimientos de la bebé, suceso que también le ocurría en ocasiones a Dante, pero el espectador del padre atendiendo a la hija esta vez se sentía más íntimo.
Karl yacía sentado no muy lejos, manteniendo el humo de su puro al margen para no mosquear la bebé ni enfurecer al padre. El de lentes que parecía tener la mirada un poco cansada gozaba de una mueca relajada en su rostro. No hacía falta ser un experto en el lenguaje corporal para darse cuenta de que la quietud de aquel individuo indicaba lo cómodo que se sentía solo por ver al hombre rubio darle su biberón a Rosemary.
De todo el linaje Dimitrescu, era Cassandra la que más se diferenciaba de sus hermanas y madres, siendo la de pelo negro la que presentaba una mayor resistencia ante el hambre. Por eso no fue sorpresa para ella cuando disimuladamente se le acercó Alcina, agachando la espalda y afinando la voz para que se vuelva un hilo de susurro que solo llegó a las orejas de Cassandra. Solo debería haber sido capaz la relativa a la dama del Castillo de escuchar lo que con resolución salía de esos labios carmesí, pero no fue así.
Miranda, Donna, Bela, Daniela y Alcina se excusaron con la posadera y su pupilo, alegando que sus mentes estaban algo descolocadas frente a semejante historia de tal crudeza. Las cuatro anunciaron su momentánea retirada de la posada para estirar las piernas y de ese modo bajar la comida mientras sus cabezas descansaban un poco antes de que la historia continúe.
Eleonor, ni corta ni perezosa, aprovechó la ocasión para mandar a Dante a ocuparse de acomodar unos barriles en el sótano. Fue el momento perfecto, así pues el de ojos azules no se perdería ninguna parte de la historia y no lloraría o un “pendejo insufrible”, según palabras de su propia maestra.
Así pues, momentos después de que Ethan emprendiera camino a su habitación para poder cambiar a la niña en compañía de Karl, que con entusiasmo le había dicho al rubio que le encantaría presenciar a un padre en sus labores cotidianas.
En un principio resultó un tanto de lo más molesto para Cassandra verse en la obligación de, a petición de Miranda, contarle en realidad a la posadera lo que verdaderamente había ido a hacer su madre y hermanas.
—Ajá, entonces por eso tu mayor aguante al hambre —repuso la pelirroja.
—Podría decirse que no soy una desesperada, sí —alegó. De pronto un silencio. Hubo sabido elegir las palabras adecuada para expresar lo que era con soltura, pero de esa certeza para desenvolverse había quedado apaciguada. En primer lugar, no esperaba que Eleonor se lo tomase con tanta naturalidad, pero esa idea amainó según recordaba los múltiples nombres por los cuales la posadera había sido llamada—... Así que te llaman la sin sangre —hizo una pausa—, pero, ¿por qué?
—Una razón —repuso sin levantar la vista de la barra, pasando ese trapo de rejilla blanca por la madera—, y una muy concreta. ¿Se te ocurre cuál es?
—Huh —dijo con un suspiro que abandonó los labios que ahora componían una sonrisa socarrona—, ¿quién diría que supieras lo que es el humor? Por un momento había pensado que ser bella toda tu vida había hecho que tengas poca personalidad.
La hostilidad silenciosa que aguardaba en el interior de esa mirada de esmeralda, como el interior de un bosque invadido de hojas verdes, aguardaba por si a la hermana de enmedio se le ocurría otro comentario poco gratificante.
El filo de esos ojos no pasó desapercibido para la morena. Eligió callar. Un hombre primitivo más fuerte que cinco toros fue poca cosa en comparación a sostenerle la mirada a la mujer que, hasta entonces y dentro de un cercano futuro, no es conocedora de la clase de miraditas que Cassandra evitaba a toda costa dejarle percatarse.
Lo cierto es que pensaba hablarle a la dueña de la posada sobre opiniones que tenía sobre esa tal Denna, pero prefirió a encontrar más momentos a solas con la pelirroja; momentos perfectos de soledad para crear conversaciones más íntimas, el tipo de conversación es que después dan paso a que un individuo pueda indagar más profundamente acerca del otro sin repercusiones. Eso y que la posadera realmente le interesaba.
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𝚂𝚒𝚗 𝚂𝚊𝚗𝚐𝚛𝚎
Fanfic(Cassandra Dimitrescu x OC) En la posada Roca De Guía una mujer espera. En los sonidos más tranquilos y bajos encuentra algo que puede usar para aferrarse. La mujer es alguien que quizá conozcas. Es su máscara apacible y calmada la que quizás te es...