Inverness

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    Louis miraba la puerta de la Biblioteca, sabía que ella entraría en cualquier momento. Mirarla caminar hacia él era su momento favorito, la luz del sol en el rostro de Penelope era la viva imagen de perfección absoluta, con su piel blanca y aterciopelada, brillando al ser iluminada por el sol atravesando el cristal, sus ojos dos perfectos diamantes de un azul grisaceo que le hacian erizar cada centímetro de piel, se sabía perdido en la curiosidad de saber como se sentiría su toque sin guantes interpuestos. Ella caminaba entre los estantes llenos de libros, en búsqueda de algo nuevo que tal vez despertara su curiosidad, casi siempre pasaba sus dedos por el lomo de algunos libros, o tocaba levemente la madera de uno de los estantes. Mirarla de lejos, ver cada uno de sus encantadores movimientos, ella era su debilidad, había hecho que todo lo que creyó posible fuera mínimo en comparación con la beldad de su persona, pues todo en ella le hacia amarla. EL color de su cabello lo transportaba a su infancia, el mismo color de las hojas de otoño que se desprendían de los árboles. Sabía que ella era como esas hojas, estaba esparcida en cada rincón de su mente, revoloteando junto a cada uno de sus suspiros.

Cuando escuchó la pequeña campana sonar supo que ese era su último día, su última oportunidad para ser sincero. La temporada había acabado y ella regresaría a Iverness, nunca había estado más inquieto por hablar sobre sus sentimientos. Además de su arduo trabajo durante años, jamás había sentido tanto por algo o alguien, su corazón por primera vez estaba latiendo por otro, así lo sentía, su vida daba vueltas y aunque parecia tenerlo todo el vacío traspasaba cada uno de sus huesos. Estos acontecimientos fueron desaparecidos por ella, desde que la conoció, había algo en su persona que causaba que su espíritu recobrara vida, como si la vitalidad y alegría hubieran regresado a él. Desde que era niño no se sentía de esa forma, Penelope había revivido al pequeño Louis que creyó estaba extinto tras años y años de amargura.

-Lu estas muy pensativo -Escuchó su voz, su sonrisa era amplia y Oh Dios, sería el último día ante esa sonrisa-

-Te extrañaré demasiado-Ella tomó su mano-

-Lo sé, bueno, aún puedes escribir -El asintió mirando la mano de ella sobre la suya-

-Pero estarás a horas de aquí, podré visitarte

-Si, en realidad- Ella miró el piso-

-Tu libro, ya está aquí -Louis puso sobre la mesa un libro de cubierta Azul. Pen lo miró por unos segundos, sus ojos se humedecieron, él sabía que su mayor deseo era ser escritora y cuánto significa ver el resultado de todo su esfuerzo frente a ella-

-Es hermoso -Se puso de pie - Lu Gracias -Él sacó su pañuelo y se lo entregó-

-No debes agradecerme - Se acercó a ella, el aire en sus pulmones era más denso, sentía que se desplomaria si la dejaba ir- Tú lo hiciste, has escrito un libro increíble Pen -Miró sus ojos ¿Cómo es que podía ser tan hermosa? Cada día le era más difícil controlarse, la veía al menos dos veces por semana pero era tan corto el tiempo, estaba nadando contra la corriente, porque intentaba ser prudente por Dios que intentaba serlo, pero solo quería abrazarla, y ese día se lo diría, no planeaba esperar más. Él era un hombre de muchas palabras, elocuente y hábil con los negocios, pero Penelope lo hacia ser un tonto, de pronto su cerebro se volvía un maní estando frente a ella -Pen -Tomó aire-

-Esto es tan emocionante, pero, Louis no te lo había dicho. Yo regresaré a Londres

-Pero ¿Por qué? ¿Cuándo?

-Mi madre desea que vuelva -Portia había escrito, quería que Pen regresara pues su suerte en escocia fue la misma que en Londres, no había encontrado un marido, era hora de volver y estar con su madre. Le entristecia entender que ya era un hecho, estaría sola toda su vida, y era algo tan estúpido. Había sucedido de nuevo, estaba enamorada de alguien que no correspondía a sus afectos, lo descubrió meses atrás, cuando vio a una joven junto a Louis y la abrumaron los celos, cuando se dio cuenta que amaba cada cosa en su persona desde el inicio, cuando era tan amable y decía cosas tan hermosas sobre ella. Por mucho tiempo pensó que él pediría su mano, pero ya a punto de irse era evidente que no lo haría. A pesar de ello, había algo en su mirada, algo en su forma de hablarle, en sus constantes visitas, a veces solo sentía que él tenía miedo de decirlo en voz alta, pero no jugaría más con el destino, por primera vez diría lo que sentía y no importaba que él no sintiera lo mismo, solo necesitaba exteriorizar todo lo que llevaba dentro. Lo adoraba, sentía que quemaba cada roce entre sus manos, ya no pensaba igual que antes, la ingenuidad había desaparecido del todo, era libre de decir lo que quería y para ella era un hecho. Louis Young ayudó a que su confianza en si misma fuera tangible, ya no hablaba ni caminaba igual, siquiera sus pensamientos eran los mismos "Eres una Escritora ahora Pen, mereces ser tratada como tal" "Nunca bajes tu cabeza ante nadie" "Eres mucho más de lo que piensas" Había una pequeña línea que marcaba un antes y un después en su vida, y todo partía desde su llegada a escocia, la reconstrucción de si misma fue lenta, pero ahora solo miraba atrás y sentía paz por su pasado. -Volveré antes de que inicie la próxima temporada-

-No te vayas Penelope -Él tomó sus manos-

-No hay nada que pueda hacer para quedarme

-Si lo hay -Su respiración comenzó a ser rápida, lo diría, él lo diría. La intensidad en la mirada de Louis su agarré fuerte sobre su mano para no dejarla escapar, sus pupilas dilatadas y respiración entrecortada, solo había visto eso en un hombre desesperado por Amor-

-Penelope -La voz de su tío se hizo presente- Es hora de regresar, Señor Young -Él parecia mareado , confundido quizás-

-¿Ahora mismo?

-Lo veré pronto -Dijo el Señor Pearson y Penelope lo vio inclinarse. Su mirada parecía extinta tras un velo de impotencia, desgarrador, no lo dijo, él no lo dijo, lo último que vio fue la puerta de la Biblioteca mientras estaba en total obnubilación. Louis no dijo nada y ella por segunda vez debía enderezar su cerebro haciéndole entender que no lo vería de nuevo, que no sería suyo-

Subieron al Carruaje, su tía iba a su lado y su tío leía frente a ambas, Penelope llevaba el libro en su mano, su vista estaba perdida en el azul de la tapa, recordaba las pláticas con Louis sobre como sería impreso, los detalles que prometió colocar, como pequeños tulipanes junto a cada número de página, y ahí estaban, página tras página los tulipanes que él ocasionalmente le obsequiaba, blancos, rosas y rojos, las hojas pasando por sus dedos, revivía sus tardes de lectura, tomando té, sus largar platicas que en su mayoría la hacían sentir tan plena, él escuchaba todas y cada una de sus palabras, como si analizará cada letra articulada por su boca.

-Pensé que el Señor Young pediría tu mano -Penelope soltó un suspiro mirando sus dedos recorrer aún las Hojas de su libro-

-Pensé lo mismo -Miró a su tía y fijó su vista de nuevo en el papel, pasando con lentitud página por página hasta llegar a la última. Entrecerró sus ojos ¿Era una carta? la tomó en sus manos, tenía el sello de Louis. La abrió con cuidado, necesitaba ver su contenido y ahi estaban, sus trazos curvos y limpios-

Querida Pen, ya para este momento estarás volviendo a Iverness o quizás ya hayas llegado, espero la revelación de mis sentimientos hayan obtenido una acertada respuesta, pero si no fue así quiero que sepas que todo estará bien. En cambio si aceptaste mi petición, quiero plasmar con esta pluma lo que de seguro no dije, y no me juzgues, pero me he perdido al ver tus pestañas unirse. No comprendo cómo tu sonrisa puede hacerme endulzar el alma de esta forma, mi perdición es por completo tu culpa, pues me has hechizado. Te has convertido en mi ensoñación cada día, esclavizado tras tus ojos piadosos y tu cabello del color de un atardecer. Eres por completo la fortuna de mi vida.

Las palabras son insuficientes para expresar lo que me invade, aunque tu siempre provocas que las mías se pierdan entre mi garganta y mi mente. Es por eso que te escribo esta carta, porque se que diré poco, pero espero al menos decir lo suficiente para que me aceptes. Por favor espérame, iría por ti a los lugares más recónditos. Pen espérame rodeada de plantas, junto a los libros que solemos leer. Vuelve a leer para mí con tu voz de ángel, espérame porque mi amor es ferviente, como la fuerza de una tormenta en alta mar y con la intensidad de mil soles.



-Oh Louis -Penelope no contuvo sus lágrimas, él quería decirlo, iba a decirlo, pero no alcanzó a hacerlo-

-¿Qué sucede Penelope? -Su tía la miraba asustada-

-El iba a pedirlo -Decía entre lágrimas- Pediría mi mano -Su tía saltó del asiento mirando al Señor Pearson-

-Debemos volver

-Claro que no volveremos, Young sale mañana a primera hora a Iverness, no dejaría ir a Penelope tan fácil-

-¿Lo sabía y no dijo nada? -La Señora Pearson estaba exaltada-

-Él mencionó que le preguntaría a Penelope si quería ser su esposa, dijo que si aceptaba iría mañana mismo a nuestra casa -Bajó su libro mirando a Penelope quien tenía la cara inundada en lágrimas -¿Aceptaste?

-No hubo tiempo -Ella agitó su cabeza- Él no pudo preguntarlo

- Penelope él irá -Su tía la tomó en sus brazos- Te aseguro que irá-

Pasaron cinco días, los días más largos para Penelope sin dudas. Lo esperó el primer día, sentada junto a la ventana que daba al jardín de entrada, había llovido toda la noche de su llegada a Inverness y el caminó estaba lleno de lodo, esa tarde de nuevo el cielo inundó el césped y solo al oscurecer supo que no llegaría ese día. El segundo día fue una eternidad ¿Y si se había arrepentido? O ¿Le había sucedido algo a caso? Por su mente pasaron muchas ideas, y cada una de ellas le aterraba aún más, pensó que quizás lo había atrapado la lluvia y no logró conciliar el sueño esa noche. Al ver el alba del tercer día le envió una carta, intentó convencer a su tío de ir a ver si se había quedado a mitad de camino, sin embargo, solo obtuvo un "Si hubiera pasado algo lo sabríamos". El cuarto día solo se quedó en su habitación, no habló con nadie ni comió nada, de nuevo un día lluvioso, miraba por su ventana pero estaba en una especie de trance ¿Vendría a caso?. La mañana del día cinco fue soleada, su tía entró a primera hora a su habitación, corrió las cortinas y acaricio su rostro-

-Dulce niña debes comer algo, iremos a caminar, aunque el Señor Pearson ya no está con su investigación sobre plantas, sé que disfrutabas esas caminatas -Ella abrió sus ojos-

-No vino por mi -Su tía despejó su rostro cubierto con sus mechones cobrizos-

-Ven -La ayudó a levantarse- Te han preparado un baño, saldrás ahora mismo de esta cama -Penelope fue con ella y después de un largo baño se vio envuelta en pasto verde. Tuvo que llevar botas, había mucho lodo, pero en verdad hacía un día magnífico, su tío iba con ellas, hablando de ir a visitar a Felicity antes de que Penelope partiera a Londres, cuando escucharon un fuerte galope de un ginete tras ellos. Todos se giraron en dirección al ruido y Penelope perdió el aliento al verlo-

-Pearson, Lady Pearson-Inclinó su cabeza- Señorita Featherington- Estaba frente a ella, sobre un caballo marrón y con un brazo envuelto en vendas e inmóvil. Bajó con dificultad del animal, mientras la tía de Penelope halaba su brazo entre risas-

-Qué bueno verlo Señor Young, es un placer tenerlo en nuestras tierras -Dijo Lady Pearson-

-¿Que te ha pasado?  -Preguntó el Señor Pearson-

-¿Ah esto? -Señaló él- Me he caído del caballo- Miró a Penelope con una media sonrisa- El día después de que partieron de Glasgow, tomé mi caballo para venir a Iverness -Tragó- Pero creo que la lluvia, la velocidad a la que venía con mi caballo y una enorme rama que se desprendió de un árbol no fueron favorables -Penelope emitió un grito ahogado-

-¿Tu brazo se ha roto?

-No, una fractura por suerte, pero la inoportuna rama me ha dado en la cabeza, obligándome a regresar a Glasgow porque la sangre no cesaba -Penelope tragó saliva y sintió como un nudo se hacía en su garganta-

-Pero debes descansar, no debiste haber venido en esa condición- Se acercó a él sin importarle que sus tíos estuvieran presentes y tocó su mano- Estas ardiendo en fiebre Louis, debes estar en cama guardando reposo - Por un momento se quedaron en silencio, mirándose uno al otro, ella sostenía su mano por primera vez sin guantes y él no podía lucir más fatal y feliz a la vez, sus tíos se sonrieron y tomaron el Caballo de Louis dejándolos solos-

-Debía verte Penelope, no podía posponerlo más -Ella bajó su cabeza sonriendo-

-Leí tu carta -Louis Suspiró y ella lo miró de nuevo-

-No sabía cómo -Movió sus labios en un intento por decir algo y luego apretó sus ojos- He pensado tanto en como decirlo pero las palabras se disuelven en mi boca -Carraspeó, su mirada era la más dulce, parecía preocupado, inquieto por equivocarse  y decir alguna palabra errónea - Te Amo desde que entraste a la Biblioteca por primera vez -Pen sintió como su corazón se encogía- Pensé que esa pequeña nariz y mejillas tan perfectas solo podían ser parte de un sueño -Bajó su cabeza acercando su rostro al de ella- Me haces sentir tan seguro y a la vez mi seguridad se vuelve añicos ante ti -Soltó una risa nerviosa- Por primera vez alguien me deja sin habla y lo digo, por completo -Los ojos de Penelope estaban al borde de las lágrimas, al igual que los de él- Haría lo que fuera por hacerte feliz, daría mi vida por solo una de tus sonrisas y me expondría a mil ramas  y tormentas con tal de verte. Penelope has reformado mi vida, y no quiero ni puedo existir sin tus filosas palabras ni tu incandescente mente -Dos lágrimas escaparon al fin - Dime ¿A caso correspondes a mis sentimientos dulce Pen?

-Louis por supuesto que Te Amo -Gimoteó- Sentí tanto miedo al pensar que no te vería de nuevo -Él no se contuvo y la acercó a su pecho abrazándola-

-No pediré un cortejo porque moriré si espero un segundo más -Él se apartó e introdujo su mano aún servible en el bolsillo de su chaqueta, sacando una pequeña cajita cubierta en terciopelo -Penelope Anne Featherington ¿Te casarías conmigo? -Ella Cubrió su boca, intentó calmar sus lágrimas y su emoción. Asintió y Louis puso torpemente el anillo en su dedo, secando sus lágrimas con su pulgar-

-La que ha quedado sin palabras ahora soy yo -Dijo sonriendo. Louis besó su frente con delicadeza y ella tomó de nuevo su mano- Ahora Debemos irnos -Acarició su mejilla- Debemos bajar tu fiebre. De seguro el frío de la mañana te ha hecho daño -Ella miró sus labios por un momento, quería pedirle que la besara, miró a todos lados asegurándose de que sus tíos no estuvieran cerca, pero ellos estaban a unos pocos kilómetros de distancia y descartó su idea. En cambio lo tomó del brazo que no estaba inmovilizado y con sus tíos tras ellos regresaron a casa.

Louis pasó dos días con fiebres muy altas, el Médico fue a verlo y dijo que la herida en su cabeza se había infectado, después de una semana ya estaba mejor. Portia había llegado tras una carta rápida de su hermana, la increíble noticia de que su hija que pensó jamás se casaría había encontrado a un marido la enloqueció. Al verla después de un año, pues asistió a la Boda de Felicity no pudo más que tomar a su hija en brazos y apretarla contra su pecho, cosa que ha decir verdad a Penelope la exaltó. Louis quién se percato del rostro de su prometida no pudo más que echarse a reír, por supuesto Penelope le había contado de la extravagancia de su madre.

-Penelope no me digas que seguiste con tus caminatas por la mañana, niña si quiera un parasol debes llevar -Gruñó- Has perdido el color crema de tu rostro-

-Si me disculpa Querida suegra -Dijo Lois caminando junto a Pen- Él sol de la mañana es de hecho necesario y muy bueno para la salud -Portia espabiló-

-¿Es usted el Señor Young? -Penelope le sonrió a su madre, por primera vez parecía que la mirada de Portia sobre Penelope era pacífica, incluso parecía que había orgullo en aquellos orbes de color verde-

-Permítame presentarme adecuadamente -Louis se inclinó- Louis Young para servirle- El pecho de Portia se infló de pronto, y la risa amenazaba en escapar de los labios de Pen-

-Es usted un Santo -Louis abrió sus ojos al sentir la mano de Portia tomando la suya- Pensé que mi Pen no se salvaría de ser una Solterona

-Madre - Tragó saliva apenada- No creo que debas decir eso-

-Afortunadamente Lady Featherington y para mi completa felicidad Penelope será mi esposa -La sonrisa que se dibujó en el rostro de Portia era tétrica, no sabía que su madre tenía tantos dientes, por un segundo creyó que saltaría sobre Louis para abrazarlo-

-¿Y qué esperamos para planificar esto?

-Si es por mi mañana mismo realizamos la ceremonia -Dijo Louis mirando a la Peliroja-

-¡Louis! -Dijo en un chillido- Mañana es muy pronto, debemos esperar que sane tu brazo ¿Lo olvidas? -Portia tomó a Louis dejando a Penelope atrás y él parecía muy agusto, lo que la hizo blanquear sus ojos y reconocer que su madre la entregaría al primero que se interpusiera, por fortuna estaba lo suficientemente enamorada como para no quejarse en lo más mínimo-

-¿Le parecen dos meses? -Portia lo hizo sentarse frente a ella-

-Yo creo que Penelope debería decidirlo- La miró suplicante-

-Dije que cuando tu brazo mejore

-Eso tomará mucho tiempo -Louis frunció el Ceño-

-Es lo ideal -Penelope miró a Portia interrumpir. Después de una hora de platica sobre los preparativos los dejaron al fin solos "Con una doncella en una esquina de la Habitación" Louis miró a Pen sentada frente a él y se puso de pie, se inclinó frente a ella y tomó su mano-

-¿Cómo es que no te pareces en nada a tu madre? -Penelope se echó a reír-

-Mi mayor miedo es parecerme a ella -Louis sonrió por lo bajo-

-Debiste aceptar que la ceremonia fuese mañana -Louis comenzó a halar el guante de Pen, ella solo lo observaba, toda su piel se erizó por la lentitud en la que se deslizaba la tela por su piel, hasta que se deshizo de él dejando desnuda su mano- Tienes los dedos más bonitos -Él tomó su mano observándola, luego se desvió a sus ojos llevándose la mano de Pen a sus labios, el contacto la hizo temblar, sus labios eran suaves y tibios, dejando un pequeño beso en su dorso-

-Lu no deberías-Se detuvo al verlo ponerse en pié-

-Ven conmigo -Tomó su mano y salieron de la casa con la Doncella tras ellos-

-¿A dónde iremos? -Louis sonrió y caminaron por el campo hasta llegar a un enorme árbol, cuando estuvieron junto al Tallo del mismo miró a la Doncella de Penelope, la Señorita asintió y se giró- ¿Qué sucede?

-Quería hacer esto hace mucho Penelope -Ella entreabrio su boca sin entender y el se inclinó tomando sus labios. Lentamente abrazándolos con los suyos, ella emitió un pequeño jadeo quizás por la sorpresa y sintió la mano de Louis tomar su cintura. Jamás había besado a nadie hasta ese día, Louis era delicado pero demandante, se sentía escandalosa la forma en la que sus cuerpos estaban tan juntos, en la que él jugaba con sus labios y su lengua. Ella intentó alcanzarlo, dando pequeños besos y subiendo su mano por el pecho de él, un cosquilleo en su vientre la hizo estremecerse y él se separó de inmediato- Juro que si no me mantienen a leguas de distancia de esta casa te llevaré a una capilla y me casaré mañana mismo contigo-

-No vas a hacer eso -Él agitó su cabeza-

-¿Cómo esperaré dos meses? -Penelope sonrió-

-Así como esperaste toda una temporada para decirme lo que sentías -Giró su cabeza en busca de la Doncella- Evie ven aquí - Louis espabiló mientras la Doncella se acercaba -¿A caso te pagó el Señor Young para que no dijeras lo que haríamos? -La chica bajo su cabeza-

-Solo dijo que sería un favor -Louis arrugó la nariz-

-Pues no ocurrirá de nuevo o ¿A caso quieres que te culpen de que tu Señorita pierda su Virtud antes de la Boda? -El rostro de Louis se tornó de un rojo carmesí y Penelope Palmeo su brazo para llamar su atención- Creo que se ha resuelto, no estaremos más a solas y aunque debo admitir que me ha encantado tu idea de besarme bajo este frondoso árbol, no sucederá de nuevo -Levantó uno de sus dedos- Y si intentas propasarte pediré un mes más para que sanes de tu caída -Louis definitivamente amaba a esa mujer, podía ser tan dulce y controladora, y más le valía comportarse, pues sabía que Penelope Featherington siempre cumplía su palabra.


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Mis Clases no me han dejado avanzar mucho. Gracias por Leer XOXO

Sra. YoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora