Capítulo 28

897 87 13
                                    

Shinobu, a pesar de su aturdimiento inicial, se recuperó rápidamente y se sumergió en la batalla con gracia y elegancia. Movimientos ágiles y precisos la llevaron a esquivar los ataques de los demonios mientras se movía entre ellos con agilidad. Con el punzón de su katana impregnado de veneno, apuñalaba a los demonios, neutralizándolos uno por uno con movimientos calculados.

Mientras tanto, "Tomioka" Sukuna desataba todo su poder, utilizando la respiración del agua y sus habilidades en las posturas para enfrentarse a los demonios con rapidez y eficacia. Con movimientos fluidos y letales, decapitaba a los demonios que se acercaban a los indefensos civiles.

El corazón de Shinobu se llenó de pesar al presenciar la devastación causada por los demonios. A pesar de sus esfuerzos por proteger a los civiles, aún así, había sufrido pérdidas inaceptables. Con un nudo en la garganta, atravesó al demonio que amenazaba con arrancarle el cuello a un civil con un mordisco, pero el daño ya estaba hecho. La mirada de la pilar reflejaba su profundo pesar por las vidas perdidas y la impotencia ante la crueldad de los demonios.

A su alrededor, el pueblo estaba sumido en el caos y la desesperación. Los gritos de los heridos y el sonido de la batalla resonaban en el aire, creando un ambiente tenso y lleno de angustia.  Sukuna, aún en medio del caos, se dirigió a Shinobu para hablarle

_ Kocho, esto es solo una distracción. Debemos irnos hacia las ruinas ahora mismo. Es probable que los demonios estén buscando la espada, y si la encuentran, todo esto empeorará_ diría sukuna a shinobu quién lo miro incrédula por lo que estaba por hacer.

Shinobu, preocupada por los civiles, respondió_ No puedo dejar a estos civiles desprotegidos. Están sufriendo, y como pilar, mi deber es..._ diría shinobu pero Sukuna la interrumpió con una mirada seria

_ Ya es demasiado tarde para ellos. Si nos quedamos, ellos obtendrán la espada y sus muertes serán envano _ diría sukuna a shinobu quién quedó en silencio. Mientras ambos veían como una madre con sus hijos huían y la madre fue derribada por un Demonio, quién inmediatamente la mordió en la cabeza empezándo a provocar que la piel del cuero cabelludo empezará a desprenderse junto con una gran cantidad de sangre, mientras la mujer gritaba en agonía del dolor.

Sukuna observó con frustración cómo Shinobu se dirigía hacia los civiles restantes, negándose a abandonarlos a su suerte. Mientras tanto, los demonios continuaban atacando sin piedad, y las víctimas se multiplicaban con cada segundo que pasaba.

_ ¡Shinobu, ya es tarde! _ gritó Sukuna, sintiendo una mezcla de impaciencia mientras veía la tragedia que se desarrollaba frente a él. _ ¡Los demonios los alcanzarán antes de que puedas hacer algo!

Pero Shinobu, decidida a proteger a los inocentes hasta el final, ignoró la advertencia de Sukuna y corrió hacia la madre y sus hijos, con la esperanza de salvar al menos a algunos de ellos.

Mientras tanto, Sukuna, resignado a dejarla seguir su camino, se dirigió hacia las ruinas . Sabía que enfrentarse a una luna superior era un desafío qué estaba esperando, y sin Shinobu a su lado, podría luchar sin contenerse.

Shinobu llegó justo a tiempo para interponerse entre el demonio hambriento y los indefensos niños. Con gracia y agilidad, esquivó los ataques del demonio y utilizando la velocidad de la respiración del insecto, apuñaló al demonio justo en el punto del cuello, dónde inmediatamente el veneno de glicinas entro en el torrente sanguíneo y asesinó al demonio.

_ ¡Están a salvo ahora! _ exclamó Shinobu, tomando a los niños a su cuidado. _ Manténganse cerca de mí y no se alejen, ¿entendido?

Los niños, asustados pero agradecidos, asintieron con la cabeza mientras seguían a Shinobu. A pesar de haber salvado a los niños, el dolor por la pérdida de la madre pesaba en el corazón de Shinobu. Se llevó una mano al pecho y suspiró, sintiendo el peso de la tragedia que se desencadenó en el pueblo.

Sukuna En Kimetsu No Yaiba Donde viven las historias. Descúbrelo ahora