Capitulo 3

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Termino de colocarme otra bata de baño y los ojos preocupados de mi esposo, puedo ver que ya recogieron el cuerpo y están limpiando la gran mancha de sangre, camino hasta la parte del vestidor con Alessandro tras de mi.

—¿Qué pasó? ¿Estás bien?—Me llena de preguntas.

Me quito la bata frente a él sin importarme que me veo desnuda, total no sería nada nuevo entre nosotros.

—Estoy perfecta ¿No ves?

Sus ojos recorren mi cuerpo y se oscurecen un poco por el deceo que derrocha su mirada, sonrío al ver que todavía mi cuerpo lo pone así.

Comienzo a vestirme suavemente frente a él y meneo mis caderas cada que camino, veo como sus ojos detallan cada uno de mis movimientos sin perderse ninguno.

Termino de vestirme mis ojos buscan su mirada pero en vez de eso, me encuentro con todo el, su mano agarra mi nuca para asegurarse de que no me escape y me pega más a él, nuestros sexos hacen fricción gracias a la gran erección entre sus pantalones que hacen llegar estragos a mis bragas rápidamente y la misma ropa que acabo de ponerme me comienza a estorbar.

—¿Quieres volverme loco?—Nustros labios se rozan.—¿O Qué Psique?—Saborea el mote que me tiene puesto desde hace años y eso solo pone peor mi estado.

—¿Lo estoy logrando Eros?—Digo esto en el mismo tono que el.

—¿Esto te lo responde?—Toma mi mano y la posisiona sobre la erección en su entrepierna, comienzo a masagerar esa parte.

Mi otra mano también baja y comienza a masagear esa zona un poco hasta que termino por bajarle los pantalones junto con su bóxer dejando a la vista su perfectamente erecta polla, el calor sube a mis mejillas, y literalmente necesito un pañal.

Hago que se siente en la cama, me agacho para quedar a la altura de su polla y vuelvo a tomarla entre mis manos con un movimiento suave, subo y bajo, sus gruñidos no se hacen esperar, se arquea un poco cuando roso mis labios con la punta y mi lengua la paseo por toda su longitud.

Me levanto dejándolo de esa forma en la cama y salgo de ahí con mi objetivo cumplido, provocarlo siempre ha sido muy divertido para mí, escucho como suelta maldiciones a mis espaldas que solo hacen mi momento más divertido aun.

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—Psique tenemos que hablar.—La voz de mi esposo me sobresalta.

Su mirada preocupada me pone alerta, no es cualquier cosa la que logra poner así al frío y calculador rey rojo.

—¿Qué pasa?

—Mejor hablamos en mi oficina.

Asiento a lo que dice, supo que es muy importante lo que tenemos que hablar como para que este teniendo esta actitud, camino con el hasta su oficina, cierro la puerta al entrar después de el.

El respirar el mismo aire que Alessandro encerrados en cuatro paredes se siente extraño después de tanto tiempo.

—¿Me dirás por qué tienes esa cara de mierda?—Especto molesta, no soporto la intriga.

Se sienta en su silla detrás del escritorio frente a mí.

—Tenemos que volver a Rusia nena.

Sus palabras me toman por sorpresa, frunzo ligeramente el seño y proceso sus palabras.

¿Tenemos?

¿A caso escuche bien ?

—¿Que?—Me limito a decir.

Amarte Otra Vez [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora