Prólogo

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—Señorita Smith.—Me habla el hombre de traje frente a mí con un sobre en su mano.—Aquí esta el documento que me pidió que redactara.—Me extiende el sobre mi abogado.—Solo necesita su firma y la del señor Lovicov.

Suspiro y tomo el sobre dándole una media sonrisa fingida. Abro el sobre dejándome ver el documento que mande a redactar.

Convenio de divorcio.

—¿Tiene una pluma?—Un soyoso lucha por salir de mi garganta pero no se lo permito.

—Si claro.—Rebusca en los bolsillos de su costoso traje y me extiende una pluma.—Aquí tiene.

—Gracias.—La tomo entre mis manos con un ligero asentimiento y la miro un momento, a pesar de que esto me duele es lo mejor tanto para mi, como para el.

—Señorita.—La voz del abogado me sobresalta, lo miro.—Perdón que me meta, pero ¿está segura de que es lo que quiere?

Tomo una bocanada de aire.

—Si.—Asiento varias veces.—Es lo mejor. ¿Dónde firmo?—Se me escapa un soyoso sin que pueda evitarlo.

El abogado me indica donde firmar, las manos me tiemblan, lo dudo por un momento pero finalmente firmo y suelto la pluma de golpe sobre la mesa frente a mí.

—Solo falta la firma del señor Lovicov y estarán formalmente divorciados. Aunque le soy cincero, esta renuente a firmarlos.

Siento que el nudo en mi garganta se hace más fuerte.

—Ok, abogado, gracias por todo.—Una solitaria lágrima sale de mis ojos, bajo la mirada al sentir como moja mi mejilla. Me la seco rápidamente antes de que abogado la vea.

—La mantendré informada Señorita.—Nos levantamos y nos damos la mano.

—Lo acompaño abogado...

—No hace falta, conozco el camino.—Lo sigo con la mirada hasta que escucho la puerta cerrarse y estalló en lágrimas sin poder contenerme un segundo más.

Es lo mejor.

Me repito una y otra vez intentando convencerme pero eso no hace que me sienta mejor, al contrario...

Lo siento Eros.

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